•Epílogo•

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El reloj colgado en la pared de aquel gran pasillo -de entre tantos que había en el edificio- marcaba las 07:50 a.m.

Un hombre uniformado caminaba a través del mismo con sus brazos cruzados detrás de su espalda, en sus manos cargaba una cachiporra y golpeaba con ésta, los barrotes de la rejas.

—Arriba holgazanes! Vamos!

De reojo vió como los prisioneros de cada celda se revolvían en sus camas, apretando los ojos debido al ruido repentino que los despertaba.

Al pasar por una de las celdas, un detalle llamó su atención.

—Couffaine!

Entrecerró sus ojos y notó que la cama del joven prisionero se encontraba vacía y al no obtener respuesta, tomó su manojo de llaves y abrió la celda.

—Couffaine!

Repitió sin obtener respuesta nuevamente.

Alzó su cachiporra con ambas manos y se adentró en la celda.

Un bulto en el cubículo del baño llamó su atención, se acercó listo para defenderse ante cualquier súbito ataque sorpresa.

De una soga atada al techo, colgaba el inérte cuerpo del peliazul.

Llevó su dedo índice al cuello del jóven y lo presionó en busca de algún latido, los cuales nunca sintió.

—Mierda.

El oficial tomó su radio y presionó el botón, haciendo que el aparato emitiera un sonido.

—Necesito al equipo médico en la celda 409B del ala norte, el prisionero se ha suicidado.

Soltó el botón y a los segundos un pitido se dejó escuchar.

Equipo médico en camino, oficial.

El cuerpo estaba frío, lo cuál demostraba que quizás llevaba horas así. Debía haberse colgado durante la madrugada.

El oficial desvió la mirada hacia la cama y notó una hoja de papel con algo escrito. Se acercó y la tomo entre sus manos.

Para Marinette Dupain Cheng:

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—Marinette. ¿Estás bien?

Alya miró a su amiga, quien sostenía aquella hoja en sus manos. Sus ojos se encontraban abiertos de par en par y la sorpresa no cabía en aquellos azules.

—Luka... Se quitó la vida...

Su mirada atónita fue de la hoja en sus manos, a su mejor amiga.

—Que?!

Alya caminó hasta el sofá donde se encontraba la azabache y se sentó a su lado. Tomó aquella carta en sus manos y leyó con rapidez lo escrito.

—Pero...

—No puedo creerlo, aquí hay algo raro.

Marinette se incorporó de su sitio y se acercó al mueble que ocupaba gran parte de su sala.

Abrió uno de los cajones y buscó entre varios papeles, tomando uno en específico.

—Mira, esta es una carta que Luka me escribió cuando comenzamos a salir. Observa la caligrafía.

Alya tomó el nuevo papel de las manos de Marinette y comparó ambas cartas.

I'll Die For You | Adrinette Donde viven las historias. Descúbrelo ahora