4.- La cena

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A la mañana siguiente, en la mesa del desayuno, Rodrigo le dio la noticia a Laura.

A la mañana siguiente, en la mesa del desayuno, Rodrigo le dio la noticia a Laura

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- Esta noche el señor Rinaldi va a cenar con nosotros aquí en el departamento. Así que será mejor que pongas lo mejor de ti en la preparación de la cena. Un error y te juro que te vas arrepentir, de esto depende mi futuro en la empresa— amenazó Rodrigo mientras masticaba su desayuno.

La ojiazul asintió mientras el miedo se apoderaba de ella. ¿Por qué ese hombre venía a su departamento? Una oleada de miedo la asaltó. De todas las personas, a su hermano se le había ocurrido invitar a Federico Rinaldi.

Estaba segura de que Rodrigo lo había invitado para quedar bien con él. Eso era comprensible, pero lo que no podía entender era por qué el millonario había aceptado la invitación. ¿Por qué un hombre de su talla estaría dispuesto a cenar con ellos? Se estremeció al pensar en él.

- Espero no me defraudes, hermanita. Después de todo, cocinar y lavar platos es lo único de lo que eres capaz— la burla de Rodrigo la sacó de su trance. —Estará aquí a las siete de la noche- afirmó él y se levantó del asiento para marcharse.

Aunque era domingo, Rodrigo no se quedó en el departamento y la joven prefería que así fuera, pues su hermano solo se dedicaba a humillarla y sobajarla.

Apartando sus inseguridades, la pelinegra empezó a planear la cena. Evidentemente, Federico  era un hombre importante y seguramente estaba acostumbrado a degustar manjares.

Ella no tenía ni idea de cuál era la comida favorita de Federico. Apenas le había visto probar bocado en la fiesta del hotel.

Laura se tomaba muy en serio la advertencia de Rodrigo, pues sabía que su hermano cumplía sus amenazas, especialmente cuando se trata de ella. Le gustaba atormentarla.

Una sonrisa se dibujó en su cara cuando una idea vino a su mente después de una hora entera de pensarlo. Tomó su celular de la mesa y empezó a buscar "Entrevistas a Federico Rinaldi" en Youtube. Un suspiro de alivio se le escapó cuando se dio cuenta de que él había concedido unas cuantas entrevistas. Ahora no tendría que saltar de entrevista en entrevista para saber más sobre él. Estaba claro que era un hombre al que le gustaba ser reservado. La escasez de información sobre él aumentaba su personalidad misteriosa.

La mayoría de las entrevistas eran profesionales y serias. Sabía que no iba a encontrar nada fructífero en ellas. Así que pasó directamente a una menos profesional en la que él llevaba una chamarra de cuero y unos vaqueros azul oscuro. Su aspecto era impresionante. El presentador le preguntaba por qué se le había ocurrido hincarle el diente a la hostelería. Su nueva aventura.

Vendida al millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora