8.- Trato

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- Podemos volver a hacerlo. Si quieres- los oídos de Federico captaron una voz cargada de seducción seguida de una mano apoyada en su hombro.

Gaby estaba desesperada por otra ronda. Su mano apretando suavemente su hombro delataba su desesperación.

Él se dio la vuelta antes de apartar la mano de su hombro.

- No vuelvas a tocarme- le advirtió con su habitual frialdad.

La confusión invadió a la mujer

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La confusión invadió a la mujer. Se preguntó si este hombre era bipolar. Hace apenas unos minutos, la miraba como si fuera una diosa mientras se la follaba apasionadamente y ahora la trataba como una basura.

- Espero que te hayas ido cuando vuelva— comenzó a alejarse de ella.

Su mente contaminada por la lujuria no hizo caso a su orden. Le agarró la muñeca para impedir que se alejara.

- ¿Cuál es la prisa, cariño? Sé que te encanta follar conmigo. ¿Qué tal si lo hacemos de nuevo?— su mano buscó la parte inferior de su pene.

- No lo hagas— siseó él entre dientes en el momento en que los dedos de ella tocaron el dobladillo de sus pantalones.

Ella retiró la mano inmediatamente. La molestia era visible en su rostro.

- Vete- la rabia se reflejaba en los ojos negros de él, que la miraban con frialdad.

La respiración de ella se entrecortó con el miedo ante su advertencia.

- ¿Qué pasa? Ya lo hemos hecho. Podemos volver a hacerlo. ¿No lo has disfrutado?— le suplicó con sus ojos llenos de lujuria.

La desesperación de Gaby no inquietó a Federico en lo más mínimo, ya que estaba acostumbrado a las súplicas de las mujeres después del sexo.

Que no le gustara follar con mujeres a diestro y siniestro no significaba que no supiera cómo hacerlo. Por mucho que lo negara, interiormente disfrutaba de que las chicas le rogaran una vez que había terminado con ellas. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios.

- Qué perra más desesperada eres— comentó mientras se daba la vuelta. La esperanza brilló en los ojos de Gaby cuando él comenzó a acercarse a ella.

Su mente no tuvo en cuenta su evaluación de ella. Él hizo girar su movimiento alrededor de su dedo.

- Fue agradable follar contigo. Pero, lamentablemente, no me follo a la misma chica dos veces. Si estás tan desesperada por una verga. Por qué no te vas a follar a Rodrigo, tu amante— expresó el millonario apretando la mandíbula.

Vendida al millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora