Un golpe en la puerta hizo que Federico Rinaldi levantara la vista dentro de la oficina de la empresa en Valparaíso.
Enseguida Gaby estaba de pie frente a él con una sonrisa seductora. El minivestido negro ajustado la abrazaba en todos los lugares adecuados, haciendo que las tetas y el trasero se le vieran más atractivos para el goce de los caballeros.
Federico sabía lo que ella pretendía. Con semblante serio, le indicó con la cabeza que entrara.
El vestido de la mujer era altamente impropio para ser usado en la oficina.El millonario volvió a centrarse en su portátil. Gaby se molestó visiblemente por su falta de interés en ella, pero no iba a rendirse todavía.
— ¿Puedo sentarme?— le preguntó ella con voz suave.
Él se volvió hacia ella y asintió distraídamente.
- ¿Qué deseas?— se mantuvo estoico para disgusto de la fémina.
- Ahmmm, el expediente que pidió... he hecho todas las correcciones así que pensé que querría revisarlo -respondió con su sensual voz.
El hombre esperó a que dejara el expediente sobre el escritorio, pero ella se lo tendió para que lo tomara de su mano. El arqueó una de sus cejas en señal de pregunta y finalmente alargó la mano para agarrar el expediente.
Gaby puso su mano sobre la de él en el momento en que este tomó el expediente. No fue nada sutil. Él retiró la mano inmediatamente. La ira lo invadió por su audacia, pero mantuvo la calma.
- ¿Algo más?—, le preguntó mientras hojeaba el expediente.
La sonrisa de ella se tambaleó al encontrarse con su comportamiento frío.
- Umm... no señor- respondió ella.
- Entonces puedes marcharte—le ordenó sin dedicarle una mirada.
La decepción cruzó el rostro de la mujer. Se levantó de mala gana y dijo -Gracias por su tiempo, señor. Hágame saber si necesita algo— le miró y vio un brillo en sus ojos.
Él captó muy bien su insinuación. Ella meneó las caderas de forma erótica mientras caminaba hacia la puerta dando un buen espectáculo a Federico.
El sonrió con satisfacción y pensó -Menuda zorra, anda coqueteando con Rodrigo y ahora viene a menearme las nalgas a mí, no puedo negar que está muy buena, pero yo quiero cogerme a otra-.
Al pensar en Laura, la entrepierna de Federico se endureció deseando que esa bella chica estuviera frente a él para hacerle el amor, no eso sonaba cursi para el millonario, realmente no deseaba hacerle el amor, sólo deseaba follársela duro y saciar sus más bajos instintos, desfogándose en ese coño con por el que deliraba.
En unos días más, Federico tendría que regresar a la ciudad y dejar Valparaíso, pero no podía marcharse sin antes haber hecho suya a la pelinegra ojiazul.
Por eso tenía que actuar rápido, no podía andarse con miramientos... Laura tenía que saber que la deseaba como mujer.
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Vendida al millonario
RomanceLaura Sandoval y Federico Rinaldi vienen de mundos muy distintos, ella es una chica buena y él un millonario, tiburón de los negocios, acostumbrado a tener lo que quiere, sobretodo cuando se trata de mujeres. Ella tiene un hermano ambicioso, dispues...