Laura Sandoval y Federico Rinaldi vienen de mundos muy distintos, ella es una chica buena y él un millonario, tiburón de los negocios, acostumbrado a tener lo que quiere, sobretodo cuando se trata de mujeres.
Ella tiene un hermano ambicioso, dispues...
La confusión no parecía abandonar a Rodrigo tras escuchar la propuesta del millonario Federico Rinaldi, su nuevo jefe.
- ¿Quiere que le venda a mi hermana? ¿Por qué ella?— le preguntó a Federico no por enfado sino por curiosidad.
El millonario apretó los dientes ante su pregunta. Por qué la gente asume que puede cuestionarlo cada vez que empieza a ser amable con ellos. Esto irritaba a Federico al máximo.
- Responde a mi pregunta, Rodrigo. ¿Aceptas o no aceptas este trato?— sus ojos negros se clavaron en los del interesado.
Aunque Rodrigo aún no le había contestado. Estaba seguro de que no dejaría pasar esta oportunidad a cualquier precio. Ni una sola vez había levantado la voz, ni siquiera había cuestionado a Federico por traer a su hermana a la mesa, literalmente.
- No señor Rinaldi, no puedo venderle a mi hermana - la respuesta de Rodrigo desencajó el rostro del millonario, pues no esperaba esa negativa.
- ¿Qué dices? ¿Rechazas mi propuesta? - cuestionó Federico.
Rodrigo disimuló una sonrisa, pues desde la noche de la cena se percató que su jefe se había interesado en su hermana menor y esta propuesta lo confirmaba, pero no estaba dispuesto a ceder sin sacar mayor provecho.
- Lo que rechazo es su oferta señor Rinaldi. No puedo venderle a mi hermana por solo cinco millones, ella vale mucho más... sobretodo cuando Laura aún es una señorita- dijo cínicamente Rodrigo.
La respuesta una vez más destanteó al millonario.
- ¿Señorita? ¿Quieres decir que ella aún...? ¿Es virgen? -la pregunta de Federico salió con un tono de confusión.
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- ¡Cien por ciento virgen! Me hice cargo de Laura desde que ella tenía 11 años y la he cuidado muy bien. No he permitido que ningún hombre se le acerque, que la toquen siquiera... la virginidad de mi hermana permanece intacta y ella no vale cinco millones -afirmó con cinismo el interesado.
¡Virgen! Cien por ciento virgen. Esa confirmación encendió aún más el deseo y la lujuria del millonario, que sintió su pene hincharse dentro de sus pantalones.
Si conseguía tenerla, él no solo la haría suya una noche, sino se quedaría con su pureza, le quitaría la virginidad y sería el primer hombre en enterrar su verga en ese coño.
Él sería quien le rompería el himen, convirtiendo a Laura en una verdadera mujer.
Federico no espero más y lanzó su mejor oferta - 10 MILLONES... te ofrezco 10 millones por pasar una noche con tu hermana... ¿aceptas o no?-.
