5.- Roce sensual

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Laura comenzó a servir la cena con manos temblorosas. Federico Rinaldi la estaba poniendo nerviosa. Su presencia la estaba afectando. Ese pensamiento despertó en su corazón una sensación amarga y dulce a la vez.

Amarga porque no quería que él creyera que le tenía miedo y dulce porque ese nerviosismo era diferente al que sentía cuando su hermano la maltrataba, era un nerviosismo que nunca antes había experimentado.

Un pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del millonario al ver que su plato estaba lleno de su comida favorita

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Un pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del millonario al ver que su plato estaba lleno de su comida favorita.

El aroma de los camarones al ajillo le hizo agua la boca y no podía esperar a hincarle el diente. Definitivamente no se arrepentía de haber aceptado la invitación de Rodrigo Sandoval, sobretodo porque fue la excusa perfecta para volver a ver a Laura.

La pelinegra se puso a un lado de la mesa después de servir la cena a Rodrigo.

- Coma, señor— le dijo Rodrigo al millonario con una sonrisa.

¿Por qué estaba ella de pie allí? ¿No va a comer con nosotros? La atención de Federico se desvió hacia Laura, confundido.

La chica tenía la cabeza agachada, por lo que Federico se volvió hacia Rodrigo, que tenía toda su atención concentrada en el plato.

- ¿Tu hermana no va a comer con nosotros?- expresó Federico.

Rodrigo no se esperaba la pregunta, así como no pudo disimular una expresión de fastidio.

- Ahhh, lo que pasa es que Laura no tiene hambre. Intenté convencerla pero... Vamos, hermanita, cena con nosotros— se dirigió Rodrigo a la chica con una sonrisa de mala gana.

- Yo... estoy bien. Quiero decir que no tengo hambre- negó ella con su débil voz.

- Cena con nosotros— Federico intentó sonar cordial pero su voz de mando lo arruinó.

- Ella volvió a mirar a Rodrigo. ¿Qué demonios estaba pasando?, se preguntó el millonario.

- Sí, Laura... Deberías cenar con nosotros, no puedes desairar al señor Rinaldi- las palabras de Rodrigo sonaron más como una advertencia.

La ojiazul asintió y se dirigió de nuevo a la cocina para luego salir con un plato. Sus ojos estaban fijos en el suelo cuando se dirigió al otro lado de la mesa. Se sentó junto a Rodrigo, que parecía estar inquieto.

Colocó su plato en la mesa con vacilación y comenzó a llenarlo de comida. Federico no podía apartar los ojos de ella, ya que parecía tan inocente.

Vendida al millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora