1.- El inicio

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- Por favor, no hagas esto, te lo ruego- suplicó Laura con las manos unidas mientras caminaba hacia atrás. Su cuerpo temblaba de miedo y las lágrimas caían por sus mejillas nublando su visión.

-   Esta noche eres mía. ¡SOLO MÍA!- insistiendo en la última parte, caminó hacia ella como un depredador.

-  Rodrigo... Rodrigo... Rodrigo - Laura gritó el nombre de su hermano mayor con todas sus fuerzas mientras su espalda chocaba contra la fría pared. Su corazón amenazó con salirse del pecho cuando él empezó a acariciar su mejilla con los nudillos.

— Debí suponerlo. No te lo ha dicho, ¿verdad? - sonrió y colocó ambas manos en la pared para enjaularla por ambos lados. Ella trató de resistirse a que se acercara más poniendo sus pequeñas manos en su pecho, pero fue inútil.

Él se inclinó hacia delante y le susurró al oído —te ha vendido a mí, por esta noche. Así que esta noche el único nombre que puedes gritar es el mío. Y créeme, ángel, me aseguraré de que grites mi nombre mientras te hago las cosas que he querido hacer contigo desde el momento en que te vi- dijo con su voz ronca. Sus labios se acercaron a su oreja y empezaron a picarla con sus afilados dientes mientras ella se quedaba atónita.

Era demasiado para Laura. Su propio hermano la había vendido a esa bestia. Rodrigo siempre la había tratado como una basura, pero venderla a alguien era pasarse de la raya.

-Estás mintiendo- susurró ella.

- Yo no miento, ángel. Siempre consigo lo que quiero. Y ahora mismo lo que quiero es a ti. Así que, basta con tu drama y cede ante mí. Te dolerá menos-sonó como una advertencia.

A estas alturas, la boca del hombre millonario había bajado hasta el cuello de ella dejando sus marcas por el camino.

—Me perteneces, ángel- susurró mientras depositaba besos en su hombro.

—No, no te pertenezco. Ni siquiera te conozco. Suéltame- trató de apartar esa boca ardiente de su cuello.

Eso fue suficiente para que él se molestara. Le agarró la barbilla y la hizo mirar hacia arriba. Sus ojos, que hace un rato eran de lujuria, ahora mostraban ira. La parte blanca de sus ojos se había vuelto roja dándole una mirada de demonio. Ella se estremeció.

- ¿Qué acabas de decir?—, le apretó la barbilla, ganándose un gemido de ella. -Escucha y atiende bien. No he pagado a tu puto hermano para que escuche tus súplicas y tus mierdas. Estás aquí para apagar el fuego que tú misma has encendido. Es todo obra tuya. No pongas a prueba mi paciencia. Sé mía esta noche y sacia mi hambre. Te prometo que seré gentil- su advertencia se redujo a un suave susurro.

Los tentadores ojos azules de Laura le dificultaban pensar racionalmente. Sus ojos se movían entre los ojos y los labios de ella mientras luchaba por llevar la frase a un final lógico. Había estado imaginando este momento desde el día en que la vio por primera vez. Y, por fin, lo consiguió.

El millonario estampó sus labios hambrientos sobre los suaves y regordetes de ella justo después de terminar la frase.

Ella cerró los ojos dejando escapar las lágrimas.
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DÍAS ATRÁS

El ensordecedor rugido de los truenos amenazaba con partir el mundo en dos. Las nubes grises habían conseguido someter al brillante sol tapando su luz con la oscuridad. El constante aguacero insinuaba una tormenta.

Vendida al millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora