Capítulo 43

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La triste noticia de la muerte de Lord Edmund Tully dejó a Baela sumida en la desolación. Su corazón se llenó de dolor y sus lágrimas no cesaron durante días. La pérdida de su amado prometido la golpeó con fuerza, dejándola desconsolada y sin consuelo. La familia se reunió a su alrededor para brindarle apoyo en estos momentos difíciles, pero el vacío que dejó la ausencia de Edmund fue difícil de llenar. Baela recordaría siempre con cariño y tristeza al hombre que había robado su corazón.

La noticia fue aún más desgarradora al saber que había sido víctima de una fiebre repentina mientras visitaba a su familia en Aguasdulces. La enfermedad había cobrado su vida en poco tiempo, dejando a todos conmocionados y sumidos en la tristeza.

Mientras tanto, los pequeños príncipes y princesas de la casa Targaryen crecían y florecían bajo el cuidado amoroso de sus padres y el círculo cercano de la familia real. Rhaegar, a sus dos años de edad, demostraba una madurez sorprendente, cuidando siempre de su hermana menor y de su prima con una ternura propia de su edad. Pasaba sus días junto a sus tíos Aegon y Viserys, absorbiendo cada lección y aventura con un brillo en los ojos que prometía un futuro lleno de valentía y determinación.

Por otro lado, Naerys, con apenas un año de edad, demostraba una curiosidad insaciable por el mundo que la rodeaba. A pesar de su corta edad, mostraba una inteligencia y habilidades sorprendentes, ansiosa por unirse a las travesuras de su hermano y tíos . Aunque tropezara y se cayera, su determinación nunca flaqueaba, y se levantaba con una sonrisa decidida en el rostro, lista para continuar persiguiendo a sus seres queridos.

Jace y Raella, conscientes del peso de su legado y del destino que aguardaba a sus hijos, se dedicaban con devoción a educarlos en los valores del amor, la compasión y la superación. Con cada gesto y palabra, inculcaban en sus hijos el profundo sentido de responsabilidad que conllevaba ser parte de la noble casa Targaryen, pero también les enseñaban la importancia de la empatía y el respeto hacia los demás.

La relación entre los dos hermanos era un pilar fundamental en la vida de los pequeños príncipes. Jace y Raella se querían profundamente y ese amor fraternal se reflejaba en la manera en que se protegían y apoyaban mutuamente en todo momento. Para los niños, la unión entre sus padres era un ejemplo de fortaleza y compromiso, y cada día aprendían de ellos la importancia de la familia y el trabajo en equipo.

Una noche, mientras dormían a Rhaegar y Naerys, Jace dijo: —Cregan vendrá pronto a la capital con Rickon. Quiere conocer a nuestros hijos, ya sabes...

Raella escuchó las palabras de Jace con una expresión preocupada en el rostro. —Jace. —dijo enfadada. —Naerys solo tiene un año, ¿y ya estáis organizando que se conozcan? —preguntó con cierta ansiedad.

Jace colocó una mano tranquilizadora sobre el hombro de Raella. —Tranquila, mi amor. No se trata solo de eso. También es una oportunidad para que Rickon conozca a Rhaegar y puedan hacerse amigos. Además, aún tenemos tiempo para planificar cualquier acuerdo futuro entre las dos casas. —explicó con calma.

Raella asintió, sintiendo un poco de alivio ante las palabras reconfortantes de Jace. Aunque aún le preocupaba la idea de que su pequeña Naerys fuera involucrada en asuntos políticos tan temprano. Con un suspiro, decidió confiar en el juicio de su esposo y esperar lo mejor para el futuro encuentro entre los dos niños.

Antes de que Rhaegar cumpliera 3 años, Cregan Stark llegó junto a su hijo, Rickon, a la capital. Jace y Raella estaban muy felices de poder recibir a su gran amigo en la ciudad, y de volver a ver al pequeño Rickon.

—Hola Rickon. —dijo Raella agachándose para poder estar a su altura. —¿Te acuerdas de mi?

Rickon asintió rápidamente y la abrazó. —¡Rae! —dijo en sus brazos.

Llamas Cruzadas | Jacaerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora