La dolorosa verdad

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5 de septiembre...

- ¿Sabes lo que tienes que hacer...? -Murmuraba Takaya de pie, con la tenue y blanquecina luz de la luna, mirando hacia abajo, con la mitad de su rostro iluminada y la otra sumida en la oscuridad, sólo pudiendo apreciar en su totalidad sus siniestros ojos amarillentos y su benévola pero inquietante sonrisa.- ¿Verdad, Chidori...?

- Claro que lo sé, no tienes por qué recordármelo... -La chica, con su usual desdén, tomaba su teléfono mientras presionaba las teclas con el pulgar, pero podía sentir el aparato resbalarse entre sus dedos, los botones se volvían escurridizos de repente y su velocidad al teclear bajaba. Ante esto, la chica gruñó con fastidio.

- No tenemos tiempo para esto, si no puedes hacerlo entonces dámelo... Joder, no me digas que te haz encariñado con ese pelmazo -Jin, quien se encontraba sentado en una esquina del cuarto con su laptop en el regazo, la cerró y se puso en pie, parándose al lado de su líder y extendiendo la mano hacia la pelirroja, exigiendo el aparato con una expresión de molestia.

- Que pesados, ya les he dicho que yo lo haré, ¿entendido? -Su rabia devolvió la agudeza a sus dedos y terminó de teclear el mensaje.

"Necesito verte, ¿podemos encontrarnos afuera de tu residencia en 15 minutos? Es importante" 

Por su parte, en la residencia Iwatodai...

Se estaban dando los últimos detalles sobre la misión de esa noche. Todos tenían que estar preparados para una lucha contra uno de los arcanos mayores, y cada uno de los integrantes estaba terminando de alistar su equipo antes de la llegada de la treceava hora, cuando de repente, el teléfono de Junpei, ojeando la hora al desplegar el aparato.

"11:58... Apunto de que inicie la hora oscura..." Pensó para si mismo, sorprendido de que alguien envíe un mensaje a las tantas de la noche, pero al ojear el remitente, de inmediato supo que tenía que leerlo. Lenta y sigilosamente se escabulló de la sala, sin poder esconder una traviesa sonrisa de emoción, yendo escaleras abajo mientras iba respondiendo con los dedos temblorosos por el entusiasmo.

- Vaya vaya, si viene a desearme suerte antes de la misión, entonces esto será pan comido... Después de todo, también estamos luchando para protegerla, ¿no? -El muchacho salió por la puerta delantera de la residencia mientras terminaba de mandar su respuesta.

"Ya estoy acá ;)"

Tan solo faltaba un minuto más para la hora oscura, y el joven miraba en ambas direcciones esperando que la chica apareciera, pero aunque estaba con la mirada atenta a su alrededor, no pudo percibir que alguien se acercaba por su espalda.

- No debiste de haber venido... eres un estúpido -Murmuró, pero antes de que el chico pudiera siquiera terminar de voltear para confirmar su identidad, un golpe seco del mango de su hacha, justo sobre la nuca, hizo caer al alto hombre como un tronco recién talado, cayendo de cara sobre el frío pavimento, al mismo tiempo que la campanada de la media noche resonaba por las calles, y la ciudad se llenaba de ataúdes. Ese era el territorio de STREGA, quienes rápidamente tomaron a su enemigo y lo envolvieron en cadenas de hierro, apartándolo pronto de la entrada hacia un callejón oscuro, esperando a ver como el escuadrón anti sombras salía del edificio, rumbo a la batalla.

- Pobres ovejas descarriadas, incapaces de comprender la naturaleza inevitable del destino... remen cuanto quieran, nunca serán capaces de cambiar la corriente, a necios como ustedes, sólo les espera el más puro y cruel sufrimiento... -Takaya no podía mantener sus labios sellados, al ver a sus enemigos, su sonrisa se amplió y su expresión perdió su habitual tranquilidad. Comenzaba a andar alrededor de ese pequeño callejón oscuro, como si declamara poesía ante una audiencia invisible, para terminar su discurso, llevando su mano a su bolsillo para apuntar el cañón de su arma a la cabeza de Junpei, con el dedo bien puesto sobre el gatillo.- Y comenzaremos contigo, Romeo...

La novia de mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora