Un anhelo

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- ¡¿Se puede saber lo que te pasa?! -Gritaba Mitsuru furiosa.

Era pasado de las 9 pm, se encontraban en el cuarto piso de los dormitorios de Iwatodai, en el salón de las cámaras de seguridad a oscuras, salvo por la luz de los monitores, con Makoto delante de la joven de ascendencia francesa, mirándola indiferente en contraste al coraje que ella tenía en su mirada. Sumando su actitud al contraste entre el color de su cabello, era como ver a una inmensa llamarada tratar de evaporar una cascada.

- Iba a irme a dormir, no estoy en condiciones para ir a la Torre Tártaro hoy... 

- No me refiero a eso y lo sabes, Akihiko me dijo lo que pasó, ¿Cómo puedes golpear así a uno de tus compañeros? -Cruzándose de brazos, mirando con desaprobación al menor, Mitsuru no podía consentir que agredieran a otro de los miembros fundadores del SEES, a uno de sus amigos más cercanos.

- Él me pidió que fuéramos, y me golpeó primero -Replicó sin perder la compostura.

- ¡Pues no debiste de haberlo acompañado en primer lugar! Luego le daré una reprimenda a él por su acción tan estúpida. Pero tú... Te creía más listo que esto, Makoto.

El muchacho apartó la vista hacia los monitores, pudiendo ver a sus compañeros Junpei y Yukari en la entrada junto con el director Ikutsuki; aparentemente había llegado alguien.

- ¡¿Es que no vas a decir nada en tu defensa?! ¡¿Ni siquiera te molestas en dar una excusa?! -La heredera del grupo Kirijo le llamó una vez más, harta de no obtener ni una pizca de arrepentimiento de parte del líder en el que, supuestamente debía confiar.

- Ya basta Mitsuru -La puerta se abrió de golpe, dejando entrar la luz que provenía desde el exterior, dejando ver al chico peliblanco con la respiración agitada.- Te conté lo que sucedió como amiga, porque pensé que no harías un escándalo al respecto.

- ¡Pero Akihiko! ¡Él...! -Mitsuru parecía confusa, no lograba entender porque el agredido le reclamaba por reprender al agresor.

- Él solo tuvo la culpa de tener un superior irresponsable e impulsivo, hizo exactamente lo que yo le dije y no se merece ser castigado por ello, además, él fue quien se encargó de detener la pelea antes de que se nos saliera de las manos -Al decir esto, la mirada de Sanada iba entre su compañera y su protegido, manteniendo cierta seriedad.

- Tch... En serio que no te entiendo... -La pelirroja chasqueó la lengua y se marchó de la habitación enfurruñada, remarcando paso que daba con sus tacones, y apartando a su "preciado" amigo de en medio con un empujón del hombro.

El albino se quedó en el marco de la puerta, mirando al peliazul con una leve sonrisa, negando con la cabeza.

- No hubieras sobrevivido a ella... Si conmigo tuviste problemas, la "Reina Ejecutora" te hubiera hecho trizas -Comentó con un tono bromista, mientras que el menor agachó la cabeza, en una reverencia silenciosa, caminando hacia la salida; sin embargo, Akihiko puso su mano encima de su hombro para detenerlo.- Lo lamento, ¿de acuerdo?

- No importa, tu método me dio algo de claridad... Gracias, superior -Con apenas contacto visual, Yuki le había agradecido de manera sincera.

- Si pero... tenías algo de razón conmigo, la razón por la que boxeo... Cuando lo dijiste, si hubieras regresado al cuadrilátero, no sé lo que hubiera pasado... -Los ojos grisáceos del superior se enfocaron en el suelo, afligido por algo que no quería recordar, pero que al mismo tiempo se negaba a olvidar.

- No te preocupes por eso, me ayudó con la superiora Mitsuru, y ella me hubiera herido mucho más...

Era un chiste casual, dicho con una voz recatada y serena, pero era tan inusual en el peliazul, que no pudo evitar dejar salir una risilla.

La novia de mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora