- Ugh... ¿En serio tengo que usar esto? -Comentó una voz quejumbrosa.
- Afirmativo, ¿Ocurre algo malo con tus prendas? -Le respondió una voz fría que la ayudaba a terminar de ajustar su uniforme escolar, a lo cual, la recién llegada caminó y se miró al espejo.
- Es feo como el carajo... -Fueron sus palabras al ver su figura en el espejo. Esa chaqueta negra, ese cuello que le incomodaba y ese tonto listón al centro de su pecho, todo en su reflejo le producía desagrado.- ¿Ni siquiera puedo usar mi diadema?
- Negativo, podrías "sacarle un ojo a alguien" como se suele decir -Respondió la rubia colocándose delante del espejo junto con Chidori, observándola con sus refinados escáneres de pies a cabeza, buscando alguna anomalía, para entonces ponerse firme a su lado, esbozando una discreta sonrisa en su rostro perfecto.- No entiendo, tu uniforme es perfectamente normal, ¿Qué es lo que no te gusta de él?
- Es tan... típico -Replicó una vez más, mirando para un costado, incómoda sobre como un androide de tan alta tecnología era incapaz de comprender el concepto del espacio personal.
- ¿Típico es malo? -Preguntó la curiosa robot, pegándose todavía más, causando un pronunciado ceño fruncido en Chidori.- Nuestro líder dijo que quería hacerte sentir como "una más", así que te entregamos el uniforme estándar del instituto... pero puede hacerle modificaciones si lo desea.
Al escuchar esas palabras los ojos de Chidori se expandieron ligeramente. Esa mañana se levantó en una cama como cualquier chica de su edad, se dio un baño y se vistió con un típico y aburrido uniforme escolar; de no ser porque una androide la estaba asistiendo, habría podido gozar de una mañana completamente ordinaria.
- Como una más... -Repitió sin intención de que nadie la escuchara. Sonriendo para sí misma en el espejo mientras pensaba en la noche anterior, la noche de su llegada.
Makoto y Junpei fueron por ella al hospital a mediados de la tarde. Era raro, pero cuando dejó finalmente esa habitación donde había pasado solo unas cuantas semanas, se vio invadida de una poderosa nostalgia, como si todo lo ocurrido antes de esas cuatro paredes fuera insignificante, distante de la persona que es ahora. Lo mismo le ocurrió con la doctora, alguien con quien apenas conversó y quien, fuera de unas instrucciones rutinarias, solo se despidió con un "Sigue así". Aún así, Chidori no pudo sino responder con un silencioso agradecimiento antes de marcharse, dejando atrás el aroma a desinfectante, las paredes blancas y aburridas, la gente sollozando a pocos metros de ella, todo... Todo eso, se vio reemplazado por un resplandeciente cielo azul.
¿Cómo era posible que el cielo fuera tan diferente? Éste no podía ser el mismo cielo que ella veía todos los días antes de entrar al hospital. Fue tal su impresión que tuvo que pedir a los chicos un momento para vislumbrar el panorama y dejar que sus pulmones se acostumbren a ese aire que solo podía describir como dulce, tan dulce como los rayos de sol que le acariciaban la piel, era todo tan diferente, que era como si hubiera salido al mundo por primera vez en toda su vida; estaba tan inmersa que no pudo notar su sonrisa, sino hasta que se dio cuenta de que ambos chicos la miraban alegremente. Acto seguido, su expresión volvió a ser la de siempre y les pidió que se marcharan, sintiéndose apenada mientras sus escoltas reían.
La ciudad estaba muy llena, había montones de personas caminando por las aceras, algo que sería obvio para cualquier persona, pero era la primera vez que Chidori prestaba atención a su alrededor. Siempre había recorrido las calles como un fantasma, atrapada en su propia mente sin poder dirigir la vista hacia nadie, como si ella y el resto de humanos pertenecieran a mundos diferentes. Pero ya no más.
- Hace frío -Comentó la chica.
- Si, ya es otoño -Respondió Junpei detrás suyo, caminando al lado del peliazul.
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La novia de mi mejor amigo
RomantikCulpa, celos, envidia, enojo, odio, amistad, amor imposible y tragedia... Todo lo que pasó a tres jóvenes, atrapados en un cruel destino.