2. Comprender

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Los años pasaron desde el nacimiento de la princesa Daenya Targaryen y con cada día que pasaba la joven princesa se parecía más a su madre, y no solo en lo físico, siempre se podía ver a la princesa entre las faldas de la reina, atenta a sus enseñ...

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Los años pasaron desde el nacimiento de la princesa Daenya Targaryen y con cada día que pasaba la joven princesa se parecía más a su madre, y no solo en lo físico, siempre se podía ver a la princesa entre las faldas de la reina, atenta a sus enseñanzas y fiel compañera.

Alicent pasaba las noches junto a su hija y era la primera en despertarla en las mañanas, la llevaba personalmente a sus clases con las septas y la sentaban sobre su regazo cuando debía ocupar asiento sobre el trono de hierro o en las conversaciones en el consejo privado del Rey.

Para Daenya, su madre era más que la reina consorte, su madre era quien se ocupaba de los asuntos del reino junto a su abuelo mientras su padre cada día enfermaba más, Alicent, quien debía crear las estrategias para la prosperidad del reino y a la vez ocuparse de cuidar a sus cinco hijos.

Daenya había visto llorar a su madre, caer dormida sobre la mesa del consejo entre pergaminos y cartas, la vio gritarle a los lores y reír junto a sus hijos.

Pero a pesar de todo aquello, a tan corta edad Daenya sabía que su madre no era una santa.

No lo entendía, no encontraba justificaciones, y menos aquella tarde cuándo vio a su media hermana Rhaenyra entrar a los aposentos de la reina junto a su esposo.

- Rhaenyra -dijo luego de que una de las sirvientas terminase de acomodar su vestido - Deberías descansar después del parto - comentó

- No dudo que preferiría eso majestad - contesto -

- Deberías sentarte. Daenya querida, trae una almohada para Rhaenyra - pidió a su hija quien veía todo sentada sobre la cama

- No es necesario Daenya - dijo la platinada

- Tonterías - la interrumpió - Daenya, ayuda a tu hermana

- enseguida, madre - respondió la pequeña niña de vestido verde claro y rizados cabellos cobrizos

Luego se acercó a quien era su media hermana - Siéntate hermana. Debes estar exhausta - comentó para luego dirigirse hacia el esposo de la misma

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