Apenas eran las cinco de la mañana y un dolor de cabeza me coronaba y designaba como su rey... ¿Cómo podía cargar un dolor tan fuerte sin haber bebido la noche anterior? Al parecer, la resaca emocional sí existía. De igual manera, me levanté y me metí a la ducha para estar antes de las seis en la mansión Goldman. Me parecía tan absurdo que Celeste le diera más credibilidad a varios mensajes que le llegaron en vez de a mí, que me tenía de frente y me conocía de años... Pero eso me demostraba —y confirmaba— lo loca e inestable que era, y era algo que, lastimosamente, yo no podría cambiar. Quizá yo era celoso y sobreprotector, pero no mentiroso. O no del todo...
Me enjuagué el jabón y salí del baño, me vestí casual, al carajo el traje, era fin de semana... Pero igual me lo llevé en una percha. No tardé en llegar a la mansión Goldman y ya había movimiento de empleados. Sara estaba alistando los alimentos para el desayuno y sonrió al verme entrar a la cocina.
—Buenos días, Sara. ¿Cómo estás?
—Buenos días, Nyx. Aquí de madrugadora, ya sabes... —Sonrió—. ¿Quieres café?
—Eso no debes preguntarlo —contesté jocoso y me senté en un banco de la barra—. ¿Alekséi?
—No lo he visto...
—¿Y qué tal la noche?
—Pues, en este piso, tranquila. ¿Qué tal tu noche libre?
—Pues, al parecer bebí como un alcohólico, porque tengo un taladro en la cabeza... Pero yo no recuerdo nada.
Ella rió y me colocó la taza de café frente a mí.
—Uhm, pobrecito... ¿Tienes analgésicos?
—No, te amaré si me das un par —dije guiñándole un ojo y bebí un sorbo de café—. Y si me dices dónde está el pan, para no dañarme el estómago...
—Los panes en la panera. —Se giró y señaló a un lado de ella, luego tomó un bote de un estante y volvió a la barra—. Toma, come primero.
—Gracias, Sarita.
Sonrió y me dio una palmadita en el hombro. Al rato, subí al pasillo y Alek me observó con una sonrisa taimada y luego se enserió.
—Qué más —saludé mientras me acercaba.
—Me la supiste hacer, perro.
—Ah, no, no, no. Tú me la supiste hacer —señalé y le toqué el hombro con un dedo.
—¿Quién ha dormido en intervalos y quién durmió de corrido?
—Es lo mínimo que merezco luego de la humillación de anoche.
—A ver, cuéntame —dijo con una sonrisa y se cruzó de brazos con el pecho inflado.
—No, en serio, men. Te pasaste.
—Perdóname, mi amor —contestó socarrón, con una mano en el pecho.
—Me la voy a cobrar cuando menos lo esperes...
—Tss, llorón. Yo no hice nada, ni sé qué sucedió... Yo solo puse mi celular a disposición.
—¿O sea, que todo fue plan de ellas?
—Supongo... ¿Qué te hicieron?
—Te va a contar la reverenda verga...
Carcajeó con ganas y rápidamente se recompuso.
—Así sería, men —contestó risueño y me pasó un brazo por el hombro al tiempo que me despeinaba con la otra mano.
—Así fue...
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¿Doble Realidad?
RandomNykolas Hedderich es un impaciente exmilitar que ahora se desempeña como guardia privado para pagar sus facturas, pero lo que más anhela es conseguir su trabajo ideal, el empleo perfecto que lo saque de todas sus deudas y le brinde la calidad de vid...