Capítulo 19: Entre Victoria y Confesiones

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Tras las dos primeras victorias en el torneo internacional, el equipo de Alexia se encontraba en una posición inmejorable, pero sabían que no podían bajar la guardia. Los próximos partidos serían cada vez más desafiantes. Sin embargo, en medio de la concentración y el esfuerzo, comenzaban a surgir sentimientos inesperados entre Alexia y Lucía.

La rutina de entrenamientos se había vuelto más intensa y rigurosa. Jonathan y Lucía planificaban cada sesión con meticulosidad, asegurándose de que las jugadoras estuvieran en su mejor forma física y mental para los siguientes encuentros.

Durante uno de estos entrenamientos, Lucía se dio cuenta de que Alexia parecía estar más enfocada y determinada que nunca. Sus pases eran precisos, sus movimientos ágiles, y su liderazgo indiscutible. Lucía no pudo evitar sentirse impresionada y, de alguna manera, atraída por la pasión y la dedicación de Alexia.

Después de una sesión de entrenamiento particularmente dura, Lucía decidió quedarse un poco más en el campo para organizar algunas notas. Alexia, sintiendo que necesitaba más práctica, también se quedó. Las dos se encontraron solas en el vasto campo, con el sol poniéndose en el horizonte.

—Estás trabajando muy duro, Alexia. Deberías tomarte un descanso, no queremos que te sobrecargues —dijo Lucía, con una sonrisa amable.

Alexia, jadeando ligeramente por el esfuerzo, sonrió de vuelta.

—No puedo evitarlo. Quiero estar en mi mejor forma para el equipo. Además, estar aquí, entrenando, me ayuda a despejar la mente —respondió Alexia.

Lucía asintió, sintiendo una conexión inesperada con Alexia. Decidió aprovechar el momento para hablar más profundamente.

—Es admirable lo que estás haciendo, Alexia. No solo has superado una lesión grave, sino que has vuelto más fuerte que nunca. Me inspiras mucho, sabes —dijo Lucía, su voz suave y sincera.

Alexia se detuvo, sorprendida por las palabras de Lucía. Sus miradas se encontraron y, por un momento, pareció que el tiempo se detenía.

—Gracias, Lucía. No lo habría logrado sin tu apoyo y el de Jonathan. Eres una gran entrenadora, pero también una gran amiga —respondió Alexia, sintiendo un calor inexplicable en su pecho.

Esa misma noche, Jonathan organizó una cena para todo el equipo en el hotel, como una manera de relajarse antes del próximo partido. Durante la cena, las jugadoras compartieron risas y anécdotas, disfrutando de un raro momento de relajación en medio de la competencia.

Lucía y Alexia se sentaron juntas, compartiendo una conversación más personal.

—Cuéntame, Lucía, ¿qué te hizo dejar de jugar y convertirte en entrenadora? —preguntó Alexia, curiosa por conocer más sobre el pasado de Lucía.

Lucía se tomó un momento antes de responder, sus ojos reflejando una mezcla de recuerdos y emociones.

—Fue una combinación de cosas. Tuve una lesión que me dejó fuera por un tiempo y, cuando finalmente me recuperé, las políticas del club y algunas decisiones administrativas me hicieron darme cuenta de que quería ayudar a otras jugadoras desde una posición diferente. Ser entrenadora me permite seguir en el fútbol y hacer una diferencia de otra manera —explicó Lucía, con una sonrisa melancólica.

Alexia sintió una oleada de empatía por Lucía. Había algo en su historia que resonaba profundamente en ella.

—Es increíble lo que haces por nosotras. Eres una gran inspiración, no solo para mí, sino para todo el equipo —dijo Alexia, tocando suavemente la mano de Lucía.

Lucía sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante el contacto. Sus miradas se encontraron de nuevo, y en ese momento, ambas sintieron que algo estaba cambiando entre ellas.

Al día siguiente, el equipo se enfocó en los preparativos para su tercer partido en el torneo. El rival era conocido por su estilo agresivo y físico, lo que significaba que necesitaban estar mental y físicamente preparadas para un enfrentamiento duro.

Durante la reunión táctica, Jonathan y Lucía explicaron la estrategia. Lucía, sintiéndose más conectada que nunca con Alexia, se dirigió a ella de manera especial.

—Alexia, tu visión del campo será crucial. Necesitamos mover el balón rápido y evitar caer en su juego físico. Confío en tu habilidad para liderar el medio campo y encontrar esas oportunidades que necesitamos —dijo Lucía, con una mirada de confianza.

Alexia asintió, sintiendo una renovada motivación y una chispa de algo más profundo en su conexión con Lucía.

El tercer partido del torneo comenzó con una intensidad palpable. Desde el primer minuto, el rival mostró su agresividad, intentando dominar físicamente el juego. Sin embargo, el equipo de Alexia estaba preparado.

Alexia, liderando desde el medio campo, distribuyó el balón con precisión, encontrando espacios y creando oportunidades. En el minuto 35, una combinación rápida entre Alexia y Mapi llevó a una oportunidad de gol que la delantera no desaprovechó. ¡Gol! El equipo se puso en ventaja.

El partido continuó con una ferocidad incesante. El equipo rival igualó el marcador en el minuto 55, llevando la tensión a su punto máximo. Sin embargo, el equipo de Alexia no se dejó intimidar.

En el minuto 80, Alexia vio una oportunidad. Con un pase perfecto, encontró a la delantera en el área. Con un toque sutil, la delantera anotó el gol decisivo. ¡Gol! El estadio estalló en vítores.

Con el pitido final, el equipo celebró su tercera victoria consecutiva en el torneo. Habían superado un desafío físico y táctico, demostrando una vez más su habilidad y determinación.

En el vestuario, la celebración fue intensa. Alexia y Lucía compartieron un abrazo especial, sintiendo la conexión que había crecido entre ellas.

—Hiciste un trabajo increíble, Alexia. Estoy muy orgullosa de ti —dijo Lucía, con una sonrisa radiante.

—No lo habría logrado sin tu apoyo, Lucía. Eres increíble —respondió Alexia, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y algo más profundo.

Esa noche, después de la celebración, Alexia y Lucía se encontraron en la terraza del hotel. La luna iluminaba suavemente el paisaje, creando una atmósfera íntima y tranquila.

—Lucía, hay algo que quiero decirte —comenzó Alexia, con una mezcla de nerviosismo y determinación.

Lucía la miró, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

—Dime, Alexia. Estoy aquí para escucharte —respondió Lucía, acercándose un poco más.

—Desde que volví al equipo, he sentido una conexión especial contigo. No solo como mi entrenadora, sino como alguien más. No sé exactamente cómo explicarlo, pero creo que... me estoy enamorando de ti —confesó Alexia, con una voz llena de sinceridad.

Lucía se quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de Alexia. Su corazón latía aún más rápido, y una sonrisa suave se formó en sus labios.

—Alexia, yo también he sentido algo especial contigo. Eres una persona increíble y una jugadora excepcional. No puedo negar que me has tocado de una manera que no esperaba —respondió Lucía, tomando la mano de Alexia.

En ese momento, bajo la luz de la luna, Alexia y Lucía se acercaron y compartieron un beso suave y lleno de emoción. Era el comienzo de algo nuevo y hermoso, una relación que prometía ser tan fuerte y apasionada como su amor por el fútbol.

Con su relación recién descubierta, Alexia y Lucía sabían que tendrían que navegar por nuevos desafíos tanto en el campo como en sus vidas personales. Pero estaban listas para enfrentarlos juntas, con la misma determinación y pasión que las había llevado a triunfar en el fútbol.

La historia de su increíble viaje continuaba, llena de amor, esperanza y ambición, mientras se preparaban para escribir el siguiente capítulo de su extraordinaria aventura, tanto en el fútbol como en su vida juntas.

Segunda Oportunidad - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora