Capítulo 3: Los desafíos de la recuperación

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Alexia despertó temprano con el primer rayo de sol que se colaba por su ventana. Su cuerpo aún se sentía agotado por el entrenamiento del día anterior, pero su mente estaba más decidida que nunca. Cada día era una nueva oportunidad para acercarse a su antiguo nivel, o incluso superarlo.

Después de un desayuno nutritivo y un rápido vistazo a sus notas de entrenamiento, Alexia se dirigió al estadio. La rutina matutina le daba una sensación de normalidad, algo que había echado mucho de menos durante los meses de rehabilitación. Sabía que debía estar agradecida por cada paso que daba de vuelta al campo.

Al llegar, el ambiente del vestuario era vibrante y lleno de energía. Las jugadoras hablaban animadamente sobre el entrenamiento del día anterior y las estrategias que Jonathan había planteado. Alexia saludó a algunas de sus compañeras y se dirigió a su taquilla, donde comenzó a cambiarse.

Mapi, con su inagotable entusiasmo, se le acercó.

—¡Buenos días, Alexia! ¿Lista para otro día de acción? —dijo Mapi, sonriendo.

—Listísima. Cada día me siento un poco más fuerte —respondió Alexia, devolviéndole la sonrisa.

El entrenamiento comenzó como de costumbre con ejercicios de calentamiento. Jonathan, siempre vigilante, observaba a las jugadoras con ojo crítico. Lucía, a su lado, tomaba notas y ocasionalmente daba instrucciones específicas. Alexia notaba cómo sus músculos respondían mejor con cada ejercicio, aunque el dolor persistía.

Después del calentamiento, Jonathan reunió al equipo para explicar la práctica del día.

—Hoy nos centraremos en la táctica defensiva y en la transición rápida al ataque. Quiero ver precisión y rapidez en cada movimiento —dijo Jonathan, con voz firme.

Las jugadoras se dividieron en grupos y comenzaron a trabajar en las formaciones y estrategias. Alexia fue asignada a un grupo que trabajaba directamente bajo la supervisión de Lucía. La intensidad de los ejercicios no dejaba espacio para el error, y Lucía se aseguraba de que cada detalle fuera perfeccionado.

Durante uno de los ejercicios, Alexia sintió una punzada en su pierna lesionada. Aunque el dolor no era intenso, le recordó lo frágil que aún era su recuperación. Lucía, siempre observadora, notó su incomodidad.

—Alexia, ven aquí un momento —dijo Lucía, señalándole que se acercara.

Alexia caminó hacia ella, tratando de ocultar su molestia.

—¿Qué sucede? —preguntó Lucía, con una mirada preocupada.

—Es solo un pequeño dolor, nada que no pueda manejar —respondió Alexia, tratando de sonar convincente.

Lucía la miró fijamente por un momento antes de asentir.

—Está bien, pero necesito que seas honesta conmigo y contigo misma. No queremos arriesgar una recaída. Tómate un minuto para descansar y estira esa pierna —dijo Lucía, con firmeza pero también con comprensión.

Alexia asintió y se alejó unos pasos para estirar su pierna. Sabía que Lucía tenía razón, y aunque odiaba admitirlo, debía ser cuidadosa. Después de unos minutos de estiramientos, volvió al grupo, determinada a seguir adelante.

El entrenamiento continuó con ejercicios de precisión de pases y control del balón. Alexia se concentraba en cada movimiento, asegurándose de mantener la técnica correcta y evitar cualquier esfuerzo innecesario. Mapi, siempre cerca, le ofrecía palabras de ánimo.

—Estás haciendo un gran trabajo, Alexia. Sigue así, y pronto estarás en tu mejor forma —dijo Mapi, sonriendo.

Al final del entrenamiento, Jonathan reunió al equipo una vez más para darles algunas palabras de aliento y recordarles la importancia de trabajar juntas como un equipo.

—Buen trabajo hoy, todas. Recuerden, cada entrenamiento es una oportunidad para mejorar. Sigamos empujando nuestros límites —dijo Jonathan, con una mirada seria pero alentadora.

Mientras se dirigía a los vestuarios, Alexia fue alcanzada por Lucía.

—Quiero hablar contigo sobre tu progreso, Alexia. Vamos a mi oficina —dijo Lucía, con una expresión seria.

Alexia asintió, un poco nerviosa pero también agradecida por la atención que Lucía le estaba dando. Después de ducharse y cambiarse, se dirigió a la oficina de Lucía. Al entrar, vio que Lucía ya estaba esperando, con varios documentos y notas sobre la mesa.

—Siéntate, Alexia. Quiero discutir algunos puntos sobre tu recuperación y cómo podemos seguir mejorando —dijo Lucía, señalando una silla frente a su escritorio.

Alexia se sentó y miró a Lucía con atención.

—He estado revisando tus sesiones de entrenamiento y tu progreso en la rehabilitación. Estás haciendo un gran trabajo, pero aún hay áreas en las que necesitamos enfocarnos más —dijo Lucía, pasando algunos papeles a Alexia.

Los documentos detallaban ejercicios específicos, análisis de sus movimientos y áreas que necesitaban fortalecerse. Alexia los revisó con interés, sintiendo una renovada determinación.

—Estos ejercicios te ayudarán a fortalecer los músculos alrededor de tu lesión y mejorar tu estabilidad. Quiero que los incorpores a tu rutina diaria. Además, necesito que seas honesta conmigo sobre cualquier dolor o molestia que sientas —dijo Lucía, con un tono firme pero comprensivo.

—Lo haré, Lucía. Aprecio mucho tu ayuda y tus consejos. Haré todo lo posible por mejorar en esos aspectos —respondió Alexia, sintiéndose más confiada con cada palabra.

—Sé que puedes hacerlo, Alexia. Tienes el potencial y la actitud correcta. Solo sigue trabajando así y verás los resultados —respondió Lucía con una sonrisa alentadora.

Al salir de la oficina de Lucía, Alexia se sentía inspirada y motivada. La conversación había sido exactamente lo que necesitaba para mantenerse enfocada y motivada. Sabía que el camino sería largo y difícil, pero con el apoyo de Lucía y Mapi, y bajo la estricta guía de Jonathan, estaba segura de que lograría volver a su mejor forma.

El sol de la tarde bañaba el estadio con una luz dorada mientras Alexia caminaba hacia su coche. Con cada paso, sentía que dejaba atrás las dudas y abrazaba una nueva fortaleza. Estaba de vuelta en el campo, y esta vez, estaba decidida a no dejar que nada la detuviera.

Segunda Oportunidad - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora