Cita 1/3

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Eddie y Buck están en un restaurante pequeño y elegante, con una atmósfera tranquila. Era una tarde bastante acogedora con un clima perfecto para salir a pasear y, sobre todo, para su primera cita.

—¿Te gusta el lugar? —preguntó Buck, observando la mirada curiosa de Eddie, quien veía todo el lugar desde su asiento con mucha emoción.

—Me encanta —respondió Eddie, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

Buck sonrió feliz de ver la emoción de Eddie. En ese momento, un mesero se acercó y les dejó el menú.

Eddie rápidamente pidió un pastel de chocolate.

—¿No te gustaría probar algo nuevo? —preguntó Buck.

Eddie lo pensó por un momento, pero al final aceptó. Así terminaron con dos tazas de café y dos pasteles: uno de zanahoria y el otro un pay de queso.

—Eddie, ¿cómo sigue tu ojo? ¿Te duele aún? —Buck observó el moretón en el rostro del castaño. Ya le había puesto ungüento y se veía mejor, aunque todavía parecía que se había agarrado a golpes en algún ring.

—No, ya no lo siento hinchado. No te preocupes —Eddie sonrió encantador como siempre.

Buck correspondió a la sonrisa, sintiéndose contagiado por el entusiasmo. Observó el rostro de Eddie mientras comía: tan sereno, tan cautivador. ¿En qué momento había ocurrido esto? Decidió no preocuparse de más y prefirió disfrutar de los pasteles.

—¿Qué te parece el de zanahoria? —preguntó Buck, al notar cómo Eddie había probado un bocado de este.

—Creo que me gusta —respondió Eddie con la boca llena de pastel. Buck estiró una servilleta, a punto de limpiar el rostro de Eddie al ver algunos pedazos adornando su comisura, pero su acción fue interrumpida por una voz femenina que los hizo voltear.

Una chica que no había dejado de mirarlos desde que llegaron finalmente se acercó a su mesa.

—Hola, yo vengo con mi amiga. Nos preguntábamos si podíamos sentarnos con ustedes.

Eddie, sin pensarlo mucho y con entusiasmo, respondió que sí. La chica le sonrió feliz y se apresuró a caminar de regreso a su mesa para informarle a su amiga, una pelirroja que a Buck no le daba buena pinta.

—Eddie, ¿por qué hiciste eso? —susurró Buck. Al principio quiso tomarlo con humor. Después de todo, su tritón era algo inocente en esto del mundo humano, y además de Maddie y una leve interacción por teléfono con Chim y Hen, no había interactuado con más humanos que el mismo rubio.

—Yo solo quería hacer amigos —dijo Eddie, algo preocupado de haber cometido un error. Al ver la cara de angustia de Eddie, Buck se apresuró a decir:

—No, no te preocupes. No tiene nada de malo, aunque... bueno —Buck observó los ojos de Eddie, notando su preocupación—. Está bien, solo charlaremos con ellas unos minutos y nos vamos.

Buck observó la escena con el ceño fruncido. La chica que le había hablado a Eddie al principio se llamaba Jessica, y no se callaba. No dejaba de hablar del clima, el pastel, la mesa... Buck nunca había sido grosero con una mujer, pero se suponía que estaban en ese restaurante porque era su primera cita.

Ahora parecía que la cita era entre la pelirroja que mascaba chicle y su tritón, quien sonreía feliz por lo que sea que la pelirroja dijera. Buck frunció el ceño cuando la mano de la chica viajó de la mesa hasta el hombro de Eddie, sacudiéndolo con diversión.

En algún momento, dejó de escuchar la voz de Jessica mientras parloteaba, y en su campo de visión solo estaba esa pelirroja coqueteándole a su cita. Dios, pero ¿por qué no hacía nada?

Besos bañados de salDonde viven las historias. Descúbrelo ahora