❛ number eleven ❜

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Helen llegó a la celda con comida entre sus manos y una sonrisa apagada, esperando que el guardia abriera la puerta para entrar y ver a su amado hijo.

─ Por aquí, señora ─ dijo el guardia con gentileza.

La mujer entró y vio a su hijo en una de las camas de la celda, con un libro cubriéndole la cara mientras dormía. Puso la comida en la mesita y se acercó a él. Se sentó en el filo de la cama y levantó el libro con cuidado.

─ Jaeyun, cariño, despierta ─ dijo suavemente, acariciando su cabello.

Jaeyun abrió los ojos lentamente, parpadeando al ver la figura de su madre. Una sonrisa se formó en sus labios al reconocerla.

─ Mamá, ¿qué haces aquí tan temprano? ─ preguntó, incorporándose y estirándose.

─ Te traje algo de comida casera. Pensé que te gustaría un descanso de la comida de aquí ─ respondió Helen, señalando la mesa.

Jaeyun sonrió ampliamente, sus ojos brillando con gratitud. ─ Gracias, mamá. Esto es justo lo que necesitaba.

Helen observó a su hijo mientras comía, notando la tensión y el cansancio en su rostro. ─ ¿Cómo estás, hijo? ¿Cómo te sientes?

Jaeyun suspiró, bajando la mirada. ─ Estoy bien, mamá. Solo… es difícil a veces. Pero Sunghoon está haciendo todo lo posible para ayudarme.

Helen asintió, su expresión suavizándose. ─ Confío en el abogado Park. Ha sido una bendición para nosotros.

Jaeyun asintió, pensando en Sunghoon y en lo que sentía por él. ─ Sí, lo ha sido. Es una buena persona. Es... increíblemente hermoso y amable. Siempre tiene una palabra de aliento para mí. Nunca me había sentido tan comprendido por alguien.

La mujer vio los ojos de su amado hijo, un brillo inusual vivía en aquellos ojos.

Helen observó a su hijo con atención. ─ Hijo, ¿qué sientes por Sunghoon?

Jaeyun se quedó en silencio por un momento, mirando sus manos. Luego, levantó la vista y respondió con sinceridad. ─ Creo... no, sé que lo amo, mamá. No puedo evitar sentir estas mariposas en el estómago cada vez que lo veo. Me hace sentir que puedo ser alguien mejor, que puedo superar todo esto.

Helen suspiró, sintiendo una mezcla de preocupación y tristeza. ─ Jaeyun, entiendo lo que sientes, pero debes ser realista. Sunghoon es un abogado exitoso y millonario. Tú... estás aquí, en esta situación. Es complicado y puede ser peligroso para ambos. Él arriesga su carrera y su reputación, y tú... podrías salir aún más lastimado.

Jaeyun bajó la mirada, sintiendo el peso de las palabras de su madre. ─ Lo sé, mamá. Pero no puedo evitar lo que siento. Sunghoon ha sido mi luz en esta oscuridad. No quiero perderlo.

Helen apretó la mano de su hijo con fuerza. ─ Cariño, no quiero que sufras más de lo que ya has sufrido. Solo te pido que seas cuidadoso. El amor es poderoso, pero también puede ser complicado. Prométeme que pensarás en todo esto con claridad.

Jaeyun asintió, sus ojos llenos de determinación. ─ Lo prometo, mamá. Pensaré en ello. Pero no puedo dejar de sentir lo que siento por Sunghoon.

Helen lo abrazó con fuerza, deseando poder proteger a su hijo de todo el dolor del mundo. ─ Está bien, Jaeyun. Siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.

Mientras Helen abrazaba a su hijo, su mente estaba llena de preocupaciones. Sabía que Sunghoon era una buena persona, pero también era consciente de las complicaciones que podrían surgir. No quería que su hijo sufriera más de lo necesario, ni que la familia Park tuviera problemas debido a esta situación. La diferencia de status, el hecho de que Sunghoon era un abogado prestigioso y su hijo un convicto, todo eso le hacía temer lo peor.

─ Hijo, solo quiero que entiendas algo ─ dijo Helen, con voz suave pero firme. ─ No estoy en contra de tus sentimientos. Solo quiero que estés preparado para las dificultades que podrías enfrentar. La familia Park es respetada y tiene una posición que puede complicar las cosas. No quiero que te lastimes ni que ellos sufran por esto.

Jaeyun asintió lentamente, comprendiendo las preocupaciones de su madre. ─ Lo entiendo, mamá. Pero no puedo simplemente apagar lo que siento. Sunghoon significa mucho para mí, y estoy dispuesto a enfrentar lo que sea necesario.

Helen lo miró con ternura y preocupación. ─ Solo te pido que seas fuerte y que pienses bien en cada paso que des. Siempre estaré aquí para apoyarte, pero quiero que seas consciente de todo lo que implica.

Jaeyun sonrió con tristeza, agradecido por el apoyo de su madre pero consciente de las dificultades que se avecinaban. ─ Lo haré, mamá. Gracias por siempre estar a mi lado.

Cuando la visita terminó y Helen se despidió, Jaeyun se quedó sentado, reflexionando sobre las palabras de su madre. Era cierto, quizás Sunghoon no merecía esto. Sunghoon era un hermoso chico, con dinero y una reputación impecable, mientras que él no tenía dinero y estaba encerrado. Quizás su madre tenía razón: Sunghoon se merecía algo mejor.

Jaeyun se sintió atrapado en una encrucijada emocional. Sabía que lo que sentía por Sunghoon era genuino y profundo, pero también era consciente de las diferencias abismales entre sus mundos. ¿Cómo podía siquiera pensar en mantener una relación con alguien tan diferente, alguien cuya vida estaba llena de oportunidades y prestigio, mientras que la suya estaba marcada por errores y oscuridad?

Mientras estos pensamientos lo consumían, recordó cada momento que había pasado con Sunghoon. Las sonrisas compartidas, las palabras de ánimo, la manera en que Sunghoon lo miraba como si realmente creyera en su inocencia y su capacidad para cambiar. Esos recuerdos le daban fuerzas, pero también aumentaban su angustia.

Finalmente, Jaeyun se levantó y caminó hacia la pequeña ventana de su celda. Miró hacia el exterior, donde la vida seguía su curso, lejos de las rejas que lo mantenían cautivo. Una lágrima solitaria recorrió su mejilla mientras susurraba para sí mismo:

─ Sunghoon merece algo mejor, alguien que pueda estar a su altura, alguien que no lleve consigo el peso de un pasado manchado.

Decidido a hacer lo correcto, Jaeyun se prometió a sí mismo que se alejaría de Sunghoon. Sabía que seguir adelante con sus sentimientos solo complicaría la vida del abogado y posiblemente dañaría su carrera. Por mucho que doliera, la mejor manera de mostrar su amor era dejarlo ir.

Con esa resolución en mente, Jaeyun se giró hacia su cama, decidido a afrontar cada día con la esperanza de un futuro mejor, aunque el amor que sentía por Sunghoon tuviera que permanecer en silencio y a la distancia.

─ Perdóname...

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