Capítulo 3

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La mañana siguiente en la escuela. Germán no paraba de seguir a Rina para decirle comentarios hirientes sobre su peso como cada mañana, pero noté que esta vez era más suave comparado con los años anteriores, pero eso no lo hacía menos pesado. Germán se sentó en su banco y comenzó a dibujar en vez de escribir la tarea que dejo en el pizarrón el profesor de filosofía.

—Rinoceronte —le susurro Germán a Rina, quien estaba sentada adelante de nosotros. —Te hice un retrato.

Germán le paso el dibujo de un rinoceronte con un vestido floreado como los que usaba Rina. Ella miro el dibujo por un segundo para después volver su mirada a su tarea. Germán se levanto un poco para decirle algo a ella en el oído.

—¿No te gusto el retrato? Si es igual a vos.

—Germán basta —le susurré.

—No te metas, Santiago.

Germán la agarro de la muñeca para observar su pulsera.

—¿Y esta pulsera quién la hizo? ¿Vos? —le pregunto Germán. —No sabía que podías entrar por la puerta de una bisutería.

—No la hice yo. Me la hizo alguien.

—Mira vos, ¿Tenés novio? Espero que tengas cuidado con no aplastarlo.

Germán se rio de su propio comentario.

—No tengo novio —contesto Rina, mirando su pulsera. —No sé quién me hizo la pulsera ni la carta.

—No me sorprende que no tengas novio, ¿Quién quisiera de novia a rinoceronte?

Me llevé la mano a la frente, harto de las boludeces que salían de la boca de Germán, pero lo ignoré.

—La persona que escribió la carta —contesto ella en voz baja.

—¿Decís que la persona que escribió la carta te quisiera de novia? ¿Y si la escribió Mia para boludearte?

—Mia nunca me escribiría cosas lindas ni para molestarme.

—¿Y como esta tu hermana, Rina? ¿Tiene novio?

Miré rápido a Germán al escuchar que le preguntaba a Rina sobre Celina.

—Celina no tiene novio —contesto Rina, haciendo que tenga ganas de sonreír por su respuesta. Entonces tenía una pequeña posibilidad con Celina.

Germán me dio un pequeño codazo, dándome a entender que lo pregunto por mí. Era buen amigo, aunque a veces dejaba mucho que desear con su actitud hacía Rina, pero lo que hiciera con ella no tenía porque afectarme. Estaba acostumbrado a que Germán sea así con ella.

—Es una pelotuda —me dijo Germán en el recreo, refriéndose a Rina. —Se compro los últimos alfajores del kiosco. No puede dejar comida para los demás y tiene que comérselo todo ella como la rinoceronte que es.

—Ella solo se compro dos y justo eran los últimos, Germán.

—Yo quería un alfajor.

—No quedan más.

—Por culpa de esa pelotuda. Se los voy a quitar. Esos alfajores son míos.

—Germán no…

Germán subió las escaleras que iban a nuestro salón. Rina siempre estaba su banco en el recreo y pocas veces en el patio de la escuela. Iba a buscar a Franco para quedarme charlando con él, pero decidí ir al salón. Cuando llegué me encontré con que el salón estaba vacío. No estaba ni Germán ni Rina.

—¿Qué estás buscando, Santiago? —pregunto Mia, cerrando la puerta de salón.

—¿Qué querés ahora?

—No quiero que te acerques más a esa idiota de Menéndez.

—No sos mi dueña.

—Sos mi ex novio.

—Ni siquiera sé porque comencé a salir con vos.

—Nosotros tenemos que volver Santiago.

—Me metiste los cuernos, Mia.

—Solo fue un desliz.

—¿Desliz que estuvieras con varios?

—Solo te quiero a vos.

—Estoy en otra.

—¿Pensas que la hermana de Menéndez te va a hacer caso? Esta en la facultad y vos en el secundario, Santiago.

—¿Qué te importa?

—Me importas mucho.

—¿Pensabas en eso mientras estabas con otros?

—Santiago…

Germán entro al salón comiendo un alfajor mientras se reía de algo que le decía Franco. Me acerqué a ellos para no estar más con Mia.

—¿Qué hacías con esa trola? —me pregunto Germán, molesto. —Espero que no hayas vuelto con ella.

—No volví con ella —contesté, saliendo del salón con ellos.

—¿Y qué quería ella? —me pregunto Franco.

—Ella quiere volver conmigo.

—¿No te hizo cornudo con todos los hombres de Argentina? —dijo Germán, hablando com la boca llena de alfajor.

—¿De donde sacaste ese alfajor si no quedaban más?

—Se lo quité a la rinoceronte.

—Sí, Mia me hizo cornudo —contesté, ignorando el tema de Rina. —No sé como le da la cara para pedirme volver.

—Por suerte no estás más con esa trola —dijo Germán.

—¿Por qué la odias tanto? —le pregunto Franco.

Germán miro por unos segundos hacía el otro lado del pasillo donde estaba Rina.

—Mia es una tarada —contesto Germán. —¿Nos juntamos después de clases a jugar al FIFA?

—Me apunto —contesto Franco.

—¿Qué apuntas? —le pregunto Germán, tentado.

—Son un par de virgos —les dije, negando con la cabeza. —Yo no puedo hoy.

—Bueno, otro día, pero no nos dejes tirados.

—Sí, como hacías cuando estabas con Mia —me dijo Franco.

—Cállate Franco —conteste, dándole un pequeño empujón.

—¿Quién es ese? —pregunto Franco.

—¿De quién hablas, primo? —le pregunto Germán.

—Ese pibe que esta con Rina —contesto Franco, señalando a un chico de sexto de economia que estaba hablando con ella.

—Debe ser el admirador secreto de la rinoceronte —se rio Germán, pero no parecía nada divertido con la situación. Más bien parecía molesto.

RINA ; Santutu, UnicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora