¿Por qué me seguía me preocupando por ella? La respuesta eran sencilla, aunque si se lo dijera a Germán no lo entendería. Él pensaba que la seguía amando y la verdad era que no la amaba más a Mia. Nuestra relación me marco pero de una manera negativa. Lo había dado todo por ella para que después me engañara a mis espaldas, y entonces, ¿por qué me seguía preocupando por ella? Porque soy pelotudo.
—¿Quién te lastimo? —le pregunté a Mia, agarrando sus mejillas y acariciando con delicadeza para que no le doliera.
—Santiago… —ella se quedo callada al ver a Germán pasar por nuestra lado para salir del salón.
—Mia no me diga que andas en algo raro.
—Nada que ver.
—¿Entonces?
—Fue una mina que estaba celosa nomás.
Me estaba imaginando que era lo que quería decir exactamente.
—¿Celosa de qué? —le pregunté, serio.
—No sabía que él tenía novia.
Mia tenia mala fama de ser la otra pero no creía en esos rumores. Ella me había engañado pero una cosa diferente era meterse en relaciones de otros.
—No merecías que te pegara —susurre, soltándole las mejillas.
Estaba dispuesto a volver a mi silla cuando ella me agarro de la mano, impidiendo que pudiera hacerlo.
—Mia soltame.
—Santiago por favor escucharme.
—No quiero volver.
—Te extraño.
—No parecías hacerlo mientras otros te daban atención.
—Si me das otra oportunidad te prometo que no me voy a mandar ninguna cagada.
—No puedo darte otra oportunidad.
—¿Y por qué no? Me amas.
—Mia no me amas a mí. Me hubiera amado no me habrías engañado.
—Me disculpe por eso.
—No te hace memos infiel pedir disculpas.
—Santiago cambié.
—No cambiaste Mia. Seguís siendo la misma de siempre y ahora que te veo no sé como me llegaste a gustar.
—¿No te parezco linda ahora? Por favor Santiago. Sabemos que no es así.
—No me refiero a tu físico. Es lo de menos. Lo que quiero decir es que tu personalidad deja mucho que desear.
—Aún así te enamoraste de mí.
Estaba por contestarle pero decidí que era mejor no hacerlo porque Mia parecía no entender que no quería estar más con ella.
—Córtala Mía.
Me crucé de lado para irme del aula en busca de Germán. No lo encontré por ningún lado. Tal vez estaba en el baño. Después de todo se la había pasado tomando agua. Cuando entre al baño escuche a alguien vomitar en uno de los cubículos.
—¿Germán sos vos?
—Ándate Santiago.
—No, me quedo acá hasta que salgas.
—No quiero que me veas así.
—Abrime la puerta.
—No quiero que me veas así, ¿no me escuchaste? —me dijo, molesto.
—No te comportes como un idiota dos segundos, por favor. Abrí la puerta.
Germán suspiro para abrir la puerta del cubículo. Se veía terrible. Se notaba que había estado llorando. Tenia la ropa manchada con comida y olor a vomito. Le mire las manos. Los dedos los tenias húmedos.
—¿Te metiste los dedos en la boca?
—No me jodas —contesto Germán, saliendo del cubículo para abrir la agua del lavamanos. —¿Y ya volviste con esa pelotuda?
—No la llames así.
—Ya llamo como se me de la maldita gana.
—¿Por qué tenés que comportarte así?
—¿Así cómo? ¿Cómo un hijo de puta?
—Como si fuéramos desconocidos.
Germán se quedo callado mientras se lavaba las manos.
—Germán somos mejores amigos y vos actúas como si yo fuera una molestia en tu vida.
—Tal vez lo seas.
—¿Qué dijiste?
—No quiero que seamos más amigos.
—No lo estás diciendo en serio.
—Lo digo en serio.
No sabía que decir porque no entendía por completo la situación.
—¿Germán hice algo malo? Sé que lo podemos resolver. No quería ser tan pesado con tus problemas con la comida.
—No tengo problemas con la maldita comida.
—Germán por favor no hagas esto.
—No quiero que me hables más ni vos ni Franco.
Germán se estaba por entrar de nuevo al cubículo pero se detuvo cuando lo agarre del brazo.
—¿Qué paso? —le pregunté, serio.
—Nada.
—Algo te pasa para querer romper nuestra amistad.
Germán se mordió el labio. Seguro me odiaba porque lo conocía tan bien.
—La cagué con la chica que me gusta —me confesó Germán.
—No tenia idea que te gustaba una chica.
—No te dije porque no quiero que me guste.
—¿Por qué no? ¿Tan mala mina es?
—Santiago tengo problemas y lo que menos quiero es que ella lo sepa.
—¿Y que tiene de malo que ella lo sepa? Las parejas se cuentan sus problemas.
—El problema es que ella no es mi pareja y no lo va a ser nunca porque piensa mal de mí.
—¿Te gusta una chica de la escuela?
—Sí.
Germán no era que tenia mala reputación pero todos sabían que él molestaba a Rina. Tal vez la chica que le gustaba lo sabia y por eso nunca saldría con él. Era entendible.
—Germán si querés puedo ayudarte.
—No quiero que lo hagas.
—¿Podemos seguir siendo amigos? No es necesario que me alejes y tampoco tengo ganas de dejarte hacerlo.
Germán se seco las manos con un pañuelo para tirarlo en la basura y después mirarme en silencio por un par de segundos.
—¿Por qué querés seguir siendo mi amigo? No soy perfecto.
—Germán nadie es perfecto.
—No sabes las ganas que tengo de poder serlo…ser suficiente.
—Sos suficiente.
—No me siento suficiente para nadie.
Germán me miro con ojos brillantes por las lagrimas. Él rompió en llanto y verlo así me ponía impotente.
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RINA ; Santutu, Unicornio
Hayran KurguSantiago empieza a salir con Rina para intentar acercarse a su hermana por consejo de su amigo Germán.