Capítulo 12

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Germán

—¡Por que te amo Agnes! ¡Te he amado todos estos malditos años desde el primer momento en que te vi!

No me importaba querer ocultar lo que sentía por ella en ese momento. Había explotado y sabia que después me arrepentiría.

—¿Esto es una apuesta?

—No preguntes boludeces —le dije, molesto de que creyera que esto era una maldita apuesta.

—No es una boludez. Germán contesta.

—¡No es una maldita apuesta! ¿Por qué te cuesta creer que siento algo por vos?

—Los chicos no gustan de mi.

—¿Y como estas tan segura de eso?

En realidad me daba una idea de porque pensaba eso y me daba la sensación de que era mi culpa.

—Los chicos solo gustan de chicas flacas y lindas.

—Sos linda.

—Pero no soy flaca.

—No porque no lo seas significa que los demás no puedan gustar de vos.

Agnes me miro con duda.

—¿Qué ganas haciendo esto?

—¿Hacer qué?

—¿Estas jugando conmigo?

—No estoy jugando con vos.

—Si te gustara no hubieras sido tan cruel conmigo.

Me quede callado.

—Me insultaste por años comparándome con un rinoceronte y por tu culpa todos me llaman “Rina”.

—Perdón...

—Una disculpa no va a arreglar las cosas tan fácil.

—Sé que no lo va a hacer pero mereces escucharlo de mí.

—¿Si siempre gustaste de mi porque no intentaste acercarte como alguien normal?

—Porque si llegabas a conocerme te darías cuenta de que no soy lo que demuestro...no soy alguien a quien no le importe lo que piensen los demás. Me refiero a solo las personas que me importan porque los demás me chupan un huevo.

—No entiendo que querés decirme.

—Lo que quiero decir es que me gustabas tanto que no quería meterte en mi vida y por eso te intente alejar porque mi…

Mamá nunca aceptaría a Agnes porque no era flaca.

—Mis actitudes cuestionables con vos tienen una explicación pero no te las puedo decir porque me iría a un tema nada que ver.

—¿Es sobre tus problemas con la comida?

—No tengo problemas con la comida.

—¿Entonces por que me la tiraste encima en vez de comértela?

Me gustaba que sea tan inteligente pero no en ese momento.

—La comida de la escuela es un asco.

—¿La probaste?

—No pero mira ese puré lleno de grumos.

—La viandas ayudan a muchos alumnos que no tienen para comer.

—Mi mamá es nutricionista. Sabe lo que es mejor para mi y ese puro con grumos no es algo que ella aprobaría que este en mi dieta.

—Germán podías devolver la bandeja en vez de tirármela en la cabeza.

—Pensé que me odiarías si lo hacia pero solo desprecié la comida que le hubiera servido a otra persona.

—¿Germán pasa algo en tu casa?

—No sé de que estas hablando.

—¿Tenés para comer?

—Sí, mi mamá gana bien.

—¿Y tu papá?

—Me abandono por lo que no envía plata pero si tenemos para comer en casa.

—Perdón por mencionarlo.

—No es como si me importara ese hombre.

Me importaba más de lo que gustaría admitir. Después de todo antes de abandonarnos, mamá me dijo que fue mi culpa que él lo hiciera por ser un niño con el cuerpo de un cerdito.

—Agnes lo único que me importa ahora sos vos.

—No puedo corresponder tus sentimientos.

Me dolió pero en el fondo sabia que era lo mejor que no gustara de mi.

—Me gusta Santiago.

Se me formo un nudo en la garganta.

—Lo entiendo.

—Germán…

—No me digas nada. No te voy a molestar nunca más.

Eso fue lo último que le dije antes de irme al baño de hombres para que no me viera llorar.

RINA ; Santutu, UnicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora