Capítulo 9

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Germán

Cerré la botella de agua para después levantarme del banco y salir del salón, esquivando en el camino a Santiago que hablaba con Mia Carrera. Al parecer Santiago se seguía preocupando por esa mina, aunque le puso los cuernos. Lo que menos me interesaba era verla lastimada. Si, sonaba a muy de insensible pero ni siquiera estaba en todos mis sentidos. No tome cerveza pero solo tomar agua me hacia sentir mas débil que los efectos del alcohol. No me llenaba y eso que compre más de cinco botellas. Fui al baño más de seis veces en toda la mañana.

—¡Germán! —me llamo Gonzalo Banzas, el delegado del curso.

—Tengo que ir al baño —dije de mala gana, dándole a entender que no me interesaba hablar con él.

—Solo te quería decir que se acerca el viaje de egresados y que si por algún problema no poder ir tenés que avisarme con anticipación.

—Si voy a ir.

—Bueno, pero si por algún problema de casualidad hace que no puedas viajar me avisas a mí o la subdelegada.

—¿Ya me puedo ir?

—Sí, te podes ir —contesto Gonzalo. —No olvides a pasar tu vianda al comedor.

Lo miré confundido porque no estaba inscripto para recibir vianda.

—¿Cómo que vianda?

—Tu comida —me aclaró como si yo fuera estúpido y no supiera que era una vianda.

—No estoy inscrito para recibirla.

—Sí lo estás.

—Mi mamá no firmo nada —contesté, irritándome un poco. Mamá jamás firmaría para que reciba una vianda. Ella me tenia prohibido comer la merienda muchos menos querría que coma vianda.

—Tu papá fue quien firmo.

—No veo a mi papá hace más de siete años. Es imposible que lo haya firmado él.

Gonzalo se encogió de hombros.

—Provecho —fue lo único que dijo para irse a molestar a otros compañeros con el tema del viaje.

Entonces mi papá apareció de la nada y había firmado. Era demasiado extraño. Camine hacia el comedor de la escuela para ir a retirar la vianda: milanesas de pollo con puré. Sostenía la bandeja de plástico con las manos temblorosas. Estaba intentando tener autocontrol para no abrir el envase y comerme todo.

Mientras caminaba por el pasillo me encontré con Agnes que estaba leyendo la carta que le escribí. No pude evitar sonreír al verla con las mejillas levemente rosadas mientras leía. Me acerqué a ella, sintiendo el aroma a su perfume a rosas.

—¿Qué éstas leyendo? —le pregunté, sonriendo maliciosamente.

—Una carta —contesto en voz baja.

—¿De nuevo ese admirador secreto? Oh, que desafortunado por no tener buenos gustos.

Miré la bandeja de plástico en mis manos para después sacarle la tapa y me acerque aun mas a Agnes, invadiendo su espacio.

—¿Qué vas a hacerme? —me pregunto Agnes con la espalda contra la pared. Me sostuvo la mirada desafiante como si me retara a continuar. Ella no solía contestarme ni mucho menos desafiarme. No sabia que estaba pasando pero me estaba gustando. Esa mirada casi me hacia temblar.

—¿No es un poco anticuado para ti que te escriban cartas? Ese admirador secreto tuyo debe vivir en Bridgerton o algo así.

—No es anticuado para mí. Es algo romántico.

Le extendí la bandeja de comida que estaba abierta y el olor me inundo la nariz, haciendo que la boca se me hiciera agua.

—¿Lo quieres Rina?

—No, gracias.

—Lastima. Parece delicioso pero no dejemos que se desperdicié.

Le tiré la bandeja de comida en la cabeza.

—No vuelvas a hablar con Santiago sobre mí porque no sabes nada de mi vida.

—Solo quería ayudarte.

—No necesito la ayuda de una rinoceronte que hace temblar donde pisa.

No esperé que ella agarrara un poco puré de su cabeza para tirármelo en la ropa.

—No quiero que me vuelvas a insultar más.

—¿Qué vas a hacer si no dejo de hacerlo? —le cuestione, mirándola mal. —¿aplastarme hasta la muerte?

—¿Por qué sos tan malo conmigo?

Necesitaba que me odiara porque era la única forma de que se aleje de mi.

—Decime algo, ¿me odias?

—No te odio.

—¿Y qué tengo que hacer para que lo hagas? Estuve años molestándote y haciéndote comentarios hirientes, ¡¿Qué más tengo que hacer para que me odies?!

—¿Por qué querés que te odie? —me pregunto, confundida.

—¡Porque te amo Agnes! ¡Te he amado todos estos malditos años desde el primer momento en que vi!

RINA ; Santutu, UnicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora