Capítulo 1

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Querido y amable lector,

¿no le parece que hay días en los que simplemente todo a nuestro al rededor destaca más?

Y no, no estoy hablando de los extravagantes peinados  a los que Cressida Cowper nos tiene acostumbrados.

Me refiero a esos días en los que el cielo parece más azul, las rosas más rojas y las sonrisas más amplias.

Cada pequeño detalle crece enormemente ante nuestros ojos.

Mi consejo, querido lector, es que sepáis apreciar lo que la vida pone ante nosotros.


El sol de la tarde iluminaba la casa Bridgerton con una cálida luz dorada. Victoria se encontraba en la habitación de Eloise, ajustando los lazos de su vestido. Con manos hábiles y precisas, aseguraba que cada pliegue estuviera en su lugar. Mientras tanto, su mente divagaba, recordando los días de su infancia y la tragedia que la había llevado a este punto en su vida.

Victoria podía asegurar que vivía en la casa más feliz de todo Londres, y no estaría siendo exagerada. Eran una familia de numerosos hermanos, a los que se les había sumado el encantador duque y la nueva vizcondesa. Todos se respetaban y apreciaban entre sí, no había más que pasar unas cuantas horas con ellos para saberlo.

La castaña estaba segura de que era imposible que fuese la única en toda la ciudad que anhelaba formar parte de ellos.

- ¿Victoria, estás bien? -  preguntó Eloise, notando la expresión pensativa en el rostro de su empleada favorita.

- Sí, señorita Eloise. Solo estaba recordando algunos momentos del pasado, - respondió Victoria con una sonrisa suave, ocultando el dolor que esos recuerdos le traían.

Al contrario que la adorable chica Bridgerton, la vida de Victoria había sido complicada. Desconocía la identidad de su padre, y nunca había sido demasiado cercana a su madre. La mujer había tenido que trabajar día y noche para que ambas pudiesen salir adelante. A los diez años prácticamente se convirtió en la madre de su hermano y sin oportunidad de hacer nada, a los dieciséis la poca familia que tenía le fue arrebatada.

Eloise asintió, dándose la vuelta para mirarse en el espejo. - Siempre haces que me vea perfecta, Victoria. No sé qué haríamos sin ti.

Victoria sintió una punzada de gratitud. A pesar de su posición, la familia Bridgerton la trataba con una amabilidad que nunca había experimentado en su trabajo anterior.

Después de terminar con Eloise, Victoria se dirigió a la cocina para ayudar con la preparación de la cena. Mientras se ocupaba de sus tareas, no pudo evitar sentir una mirada sobre ella. Al girar la cabeza, encontró a Benedict Bridgerton observándola desde la puerta. Sus miradas se encontraron por un breve instante antes de que él apartara la vista, fingiendo interés en un cuadro cercano.

La conexión fue momentánea pero intensa. Victoria sintió que su corazón se aceleraba y se reprendió mentalmente por albergar pensamientos imprudentes sobre el señor de la casa.

Antes de que Victoria pudiese preguntarle algo, el hombre salió corriendo de allí escopetado.

Más tarde, cuando la casa comenzó a calmarse después de la cena, Victoria se quedó recogiendo los platos en el comedor. Benedict aprovechó la oportunidad para acercarse, su presencia llenando el espacio con una tensión palpable.

- Victoria, - dijo Benedict suavemente, haciendo que ella se sobresaltara y dejara caer un cuchillo sobre la mesa. - Lo siento, no quería asustarte.

- No pasa nada, señor Bridgerton, - respondió ella, bajando la vista, insegura de cómo actuar bajo su intensa mirada.

La castaña no estaba acostumbrada a tratar con los hombres Bridgerton, a excepción del pequeño Gregory y Anthony, que al final era quien la mantenía allí. Colin solía estar fuera de casa, y Benedict..., Benedict solía estar demasiado ocupado como para recaer en su presencia.

- Por favor, llámame Benedict, -  insistió él, sus ojos buscando los de ella.

Victoria levantó la vista, sorprendida. - No creo que sea apropiado, señor.

- Quizás, - admitió Benedict, - pero señor Bridgerton me hace sentir mayor y responsable, dejemos eso para Anthony.

- Como usted desee, Benedict. - djio de forma ortopédica.

Benedict sonrió, relajando un poco la tensión en el aire. - Gracias, Victoria. Sé que esto es un poco inusual, pero quería agradecerte por todo lo que haces por mi familia. Tu dedicación y esfuerzo no pasan desapercibidos.

Victoria se sonrojó, sintiendo el calor en sus mejillas. - Hago lo que puedo, señor... Benedict.

Él asintió, sin dejar de mirarla con una expresión amable pero neutral. - Bueno, solo quería que lo supieras. Es importante para nosotros.

Victoria sonrió tímidamente, agradecida por sus palabras.

- Gracias, Benedict. Es un placer trabajar para su familia.

Benedict se retiró lentamente, dejando que Victoria continuara con su trabajo. Mientras recogía los platos restantes, no pudo evitar reflexionar sobre su breve conversación. Aunque no había sido más que un intercambio cordial, algo en su tono y en sus ojos la había dejado intrigada.

Esa noche, mientras se acomodaba en su pequeña cama en la habitación de las criadas, Victoria pensó en las palabras de Benedict. Su vida ya era un enigma de emociones y recuerdos, y ahora, con la inesperada atención de Benedict, se añadía un nuevo elemento de misterio. Decidió que, por el momento, seguiría siendo cautelosa y profesional, esperando ver qué deparaba el futuro.

El corazón de Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora