Epílogo

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Querido y amable lectores,

Han pasado diez años desde que el señor Benedict Bridgerton y la encantadora Victoria unieron sus vidas en matrimonio. En este tiempo, han demostrado que el verdadero amor no solo desafía las convenciones sociales, sino que también prospera y florece con el tiempo. Hoy, los Bridgerton celebran una década de amor, felicidad y una hermosa familia que sigue creciendo.

Victoria, ahora embarazada de su quinto hijo, y Benedict, un artista aclamado, han creado un hogar lleno de amor, risas y creatividad. Su historia es un testimonio del poder del amor verdadero y la fuerza de una familia unida.

Atentamente, Lady Whistledown


La casa a las afueras de Londres a la que Benedict y Victoria se habían mudado estaba llena de vida y alegría. Los niños correteaban por los jardines, sus risas resonando por toda la propiedad. Era un día soleado y cálido, perfecto para las actividades al aire libre que la familia disfrutaba tanto.

Victoria, ahora una mujer madura y radiante, observaba a sus hijos desde una mecedora en el porche. Su mano descansaba cariñosamente sobre su vientre, donde su quinto hijo crecía con fuerza. Cada movimiento del bebé era un recordatorio de la vida que llevaba dentro, y su corazón se llenaba de amor y expectativa.

— ¿Cómo te sientes, mi amor? — preguntó Benedict, acercándose a ella con una sonrisa tierna. Se inclinó para besarla suavemente en los labios antes de acariciar su vientre.

— Me siento bien, Benedict. Un poco cansada, pero feliz — respondió Victoria, sonriendo mientras sus ojos se encontraban con los de él. — Cada día con nuestra familia es una bendición.

Benedict se sentó junto a ella, tomando su mano y entrelazando sus dedos.

— Estoy agradecido por cada momento que compartimos, Victoria. No puedo creer que hayan pasado diez años desde que nos casamos. Eres el amor de mi vida, y cada día contigo es mejor que el anterior — dijo Benedict con voz llena de emoción.

— Y tú eres el mío, Benedict. Has sido mi roca, mi inspiración y mi mejor amigo. No podría haber deseado una vida más plena y feliz — respondió Victoria, apretando su mano con cariño.

Sus hijos, al ver a sus padres juntos, se acercaron corriendo. Henry, el mayor, llevaba un ramo de flores silvestres que había recogido para su madre.

— Mamá, papá, miren lo que encontré — dijo Henry, ofreciendo el ramo a Victoria con una sonrisa orgullosa.

— Son hermosas, Henry. Gracias, cariño — dijo Victoria, tomando las flores y oliéndolas con deleite. — Siempre sabes cómo hacerme sonreír.

Los otros niños, Charlotte, Thomas, y Sophie, también se acercaron, abrazando a sus padres con entusiasmo. Benedict y Victoria los rodearon con sus brazos, disfrutando del calor de su familia.

— ¿Podemos hacer un picnic en el jardín? — preguntó Charlotte, mirando a sus padres con ojos esperanzados.

— Por supuesto, querida. Vamos a preparar todo — respondió Benedict, levantándose y ayudando a Victoria a ponerse de pie con cuidado.

La familia trabajó junta para preparar el picnic. Victoria y Benedict supervisaban, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Los niños corrían de un lado a otro, llevando mantas, cestas de comida y juguetes al jardín.

Una vez que todo estuvo listo, se sentaron en la hierba, disfrutando de la comida y la compañía. Las risas y conversaciones llenaban el aire, y el amor entre ellos era palpable.

El corazón de Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora