Capítulo 12

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La noche del baile de Daphne llegó con toda su pompa y circunstancia, y la mansión Basset brillaba con la luz de miles de velas. Los carruajes llegaban uno tras otro, dejando a los invitados en la majestuosa entrada donde se respiraba un aire de elegancia y anticipación.

Dentro de la casa, Victoria se miraba al espejo, intentando calmar los nervios que la asaltaban. 

Violet y Eloise habían trabajado incansablemente para que su vestido fuera perfecto, un hermoso atuendo de seda azul que resaltaba su figura y le daba un aire de sofisticación y gracia. Su cabello, recogido en un elegante peinado, estaba adornado con pequeñas flores que realzaban su belleza natural.

Benedict entró en la habitación y se detuvo en la puerta, observándola con una mezcla de admiración y amor.

— Estás preciosa — dijo con una sonrisa cálida, acercándose a ella y tomándola de las manos. — Esta noche, todo el mundo verá la maravillosa mujer que eres.

Victoria le devolvió la sonrisa, aunque sus ojos reflejaban su nerviosismo.

— Benedict, ¿y si no nos aceptan? — preguntó con voz temblorosa. — La sociedad puede ser muy cruel.

Benedict la miró con determinación, sus ojos fijos en los de ella.

— No me importa lo que piensen los demás. Esta noche, estoy contigo, y eso es todo lo que importa — dijo con firmeza, acariciando suavemente su mejilla. — No dejaré que nada ni nadie nos separe.

Victoria asintió, sintiendo que su amor y apoyo le daban la fuerza necesaria para enfrentar cualquier adversidad.

Poco después, los Bridgerton, acompañados por Victoria, hicieron su entrada triunfal en el salón de baile. Las miradas curiosas y los murmullos de los invitados no se hicieron esperar. La presencia de Victoria al lado de Benedict era el tema de conversación de todos, pero él no se separó de su pareja ni por un instante, su postura protectora y su mirada amorosa hablaban más que mil palabras.

Daphne, la anfitriona de la velada, se abrió paso entre los invitados y se acercó a ellos con una sonrisa radiante. Llevaba un vestido de seda blanca que la hacía parecer una diosa griega, y su porte majestuoso dejaba claro que era la reina de la noche.

— Benedict, Victoria, me alegra tanto verlos aquí — dijo Daphne, abrazando primero a su hermano y luego a Victoria con calidez. — Estoy muy contenta de que hayáis venido.

— Gracias, Daphne — respondió Benedict, sonriendo a su hermana. — No nos lo habríamos perdido por nada del mundo.

Daphne asintió y se volvió hacia Victoria, tomándola del brazo y guiándola un poco aparte para hablar en privado.

— Victoria, quería decirte que me alegra mucho que hayas venido. Sé que no debe ser fácil para ti estar aquí, pero quiero que sepas que tienes mi apoyo — dijo Daphne con sinceridad, sus ojos reflejando comprensión y simpatía.

Victoria se sintió conmovida por las palabras de Daphne y sonrió tímidamente.

— Gracias, Daphne. Significa mucho para mí — respondió, sintiendo un nudo en la garganta. — Esta noche es un gran desafío, pero tener vuestro apoyo me da fuerza.

Daphne le apretó el brazo con cariño.

— Somos familia, Victoria. Y la familia se apoya mutuamente. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo — dijo Daphne con firmeza. — Además, tengo el presentimiento de que esta noche será inolvidable.

Victoria asintió, agradecida por el apoyo incondicional de Daphne. Sentirse aceptada por la familia Bridgerton le daba una seguridad que nunca había sentido antes.

El corazón de Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora