Capítulo 11

699 41 1
                                    

Habían pasado varios meses desde que la tragedia los había golpeado, y aunque el dolor de la pérdida seguía presente, Victoria y Benedict encontraron consuelo en su amor y en la compañía mutua. Habían aprendido a apoyarse el uno al otro de una manera que fortalecía su vínculo cada día.

Una tarde de primavera, el sol brillaba suavemente a través de las ventanas del apartamento, llenando la habitación con una luz cálida y dorada. Benedict estaba sentado en una butaca cómoda, sosteniendo un libro en sus manos mientras Victoria estaba acurrucada a su lado, con la cabeza apoyada en su hombro. Estaban disfrutando de un momento de tranquilidad, un respiro en medio de la caótica sociedad londinense.

— Siempre he querido aprender a leer mejor — confesó Victoria con una sonrisa tímida, levantando la vista para mirar a Benedict. — Pero nunca tuve la oportunidad de hacerlo, Anthony me enseñó algo, pero sigo sin saber prácticamente nada.

Benedict sonrió y le acarició suavemente el cabello.

— Entonces, aprenderemos juntos, Victoria — dijo con ternura. — Te leeré un libro y te enseñaré a reconocer las palabras. Con el tiempo, serás capaz de leer cualquier cosa que desees.

Victoria asintió, sintiéndose abrumada por el amor y el apoyo que Benedict le brindaba. No solo la amaba, sino que también estaba dispuesto a ayudarla a alcanzar sus sueños y mejorar en aquello que ella deseaba.

Benedict comenzó a leer en voz alta, su voz profunda y melodiosa llenando la habitación mientras pronunciaba cada palabra con claridad. Victoria siguió sus indicaciones, repitiendo las palabras y las frases, sintiéndose cada vez más segura con cada lección.

— "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos", — leyó Benedict, deteniéndose para asegurarse de que Victoria lo seguía. — ¿Lo ves, Victoria? Esa es una de las frases más famosas de la literatura.

Victoria asintió, repitiendo la frase con cuidado.

— "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos" — repitió, sonriendo al ver que Benedict asentía con aprobación.


— Lo estás haciendo muy bien — dijo Benedict, dejando el libro a un lado para mirarla a los ojos. — Estoy muy orgulloso de ti, Victoria.

Victoria se sintió abrumada por sus palabras, y sin pensar, se inclinó hacia él, sus labios encontrándose en un beso suave y lleno de amor. Benedict respondió con la misma ternura, profundizando el beso mientras sus manos recorrían su espalda con delicadeza.

El beso se tornó más apasionado, y pronto, ambos se encontraron enredados en una danza de amor y deseo. Benedict la levantó con facilidad, llevándola hacia la cama mientras sus labios nunca se separaban. La habitación se llenó con el sonido de sus respiraciones entrecortadas y sus susurros apasionados.

— Te amo, Victoria — susurró Benedict contra su piel, besando suavemente su cuello mientras sus manos exploraban cada rincón de su cuerpo.

Victoria arqueó la espalda, sus manos aferrándose a los hombros de Benedict mientras sus cuerpos se movían al unísono.

— Y yo te amo a ti, Benedict — respondió ella, su voz cargada de emoción.

La conexión entre ellos era innegable, cada caricia, cada beso, era una promesa de amor eterno. Benedict se tomó su tiempo, asegurándose de que cada momento fuera especial y significativo. Sus cuerpos se unieron en una sinfonía de placer y amor, llevando a ambos a un clímax que los dejó sin aliento y satisfechos.

Después, se quedaron acostados en la cama, con Benedict acariciando suavemente el cabello de Victoria mientras ella descansaba su cabeza en su pecho.

— No puedo imaginar mi vida sin ti — susurró Benedict, su voz llena de sinceridad. — Eres todo para mí, Victoria.

Victoria levantó la vista, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad.

— Y tú eres todo para mí, Benedict. No importa lo que la sociedad piense, siempre te amaré — respondió ella, su voz firme y segura.

El tiempo pasó y su amor solo creció más fuerte. Cada día era una oportunidad para descubrir algo nuevo el uno del otro, para apoyarse mutuamente y para construir un futuro juntos.Una tarde, mientras estaban disfrutando de una tranquila cena juntos, Benedict recibió una carta. La abrió con curiosidad y su rostro se iluminó al leer el contenido.

— Es una invitación al baile de Daphne — dijo Benedict, mostrando la carta a Victoria. — Quiere que asistamos juntos.

Victoria frunció el ceño, preocupada por la reacción de la sociedad ante su presencia.

— Benedict, sabes lo que eso significa. La sociedad no es amable con las personas como yo — dijo Victoria, su voz llena de preocupación.

Benedict la tomó de las manos, mirándola a los ojos con determinación.

— No me importa lo que piense la sociedad, Victoria. Quiero que estemos juntos, sin importar las consecuencias. Este es nuestro momento para mostrarle al mundo que nuestro amor es real y que nada nos detendrá — dijo Benedict con convicción.

Victoria se sintió abrumada por sus palabras, su corazón llenándose de amor y gratitud.

— Si eso es lo que deseas, entonces estaré a tu lado, Benedict. No importa lo que digan los demás, siempre te apoyaré — respondió ella, su voz firme y decidida.

Benedict sonrió, sintiéndose afortunado de tener a alguien como Victoria en su vida.

— Entonces, asistiremos al baile juntos — dijo Benedict, su voz llena de emoción.

Victoria asintió, sintiéndose más segura de sí misma y de su relación con Benedict. Juntos, enfrentaron cada desafío con amor y determinación, sabiendo que su conexión era más fuerte que cualquier obstáculo que la sociedad pudiera imponerles.


En los días siguientes, Victoria y Benedict se prepararon para el baile. Victoria encontró un vestido elegante, con la ayuda de Violet y Eloise, quienes se aseguraron de que se sintiera especial y querida. Benedict, por su parte, eligió un atuendo que complementara el de Victoria, asegurándose de que se verían perfectos juntos.

La noche del baile llegó y ambos estaban listos para enfrentar a la sociedad con valentía y amor. Sabían que no sería fácil, pero estaban decididos a mostrarle al mundo que su amor era real y que nada podría separarlos.

Antes de salir, Benedict tomó la mano de Victoria y la miró a los ojos.

— Pase lo que pase esta noche, quiero que recuerdes que siempre estaré a tu lado. Nuestro amor es lo único que importa — dijo Benedict, su voz llena de amor y seguridad.Victoria asintió, sintiéndose fortalecida por sus palabras.

— Lo sé, Benedict. Y te amo más que a nada en este mundo — respondió ella, su voz firme y segura.

Juntos, salieron hacia el carruaje que los llevaría al baile, listos para enfrentar cualquier desafío con amor y determinación. Sabían que su relación era única y especial, y estaban dispuestos a luchar por ella sin importar las consecuencias.

La sociedad londinense estaba a punto de presenciar una unión que desafiaba todas las convenciones y expectativas, y Victoria y Benedict estaban listos para demostrar que su amor era más fuerte que cualquier prejuicio.



El corazón de Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora