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Eran como el juego de policías y ladrones que jugaban los niños. Aunque este juego era en la vida real y ella por desgracia no era el policía.

—¡Te ordenó que te detengas ahora mismo!

Rodo los ojos. Ella creía más en las acciones que las palabras. Podrían pedirle que dejara de correr, que si se detenía ahora su sentencia seria mínima.

Pero no quería.

Planto con pie con fuerza contra el suelo, una pared de tierra se levantó bloqueando el camino de los oficiales.
La policía de la Ciudad República le pisaba los talones. Levantó unos segundos la mirada encontrando el dirigible. No lo dudo. Elevo ambos brazos en su cabeza y pedazos de roca dieron contra el logrando que perdiera el control unos instantes.

Giro sobre sus pies dando un salto en el proceso, estiro ambos brazos y logró crear pilares que fueron contra quienes la perseguían.

Aprovecho que nadie lograba verla para adentrarse en un callejón estrecho. Quito la prenda que cubría su cuerpo entero y salió del otro lado.
Pero no presto atención a su alrededor y eso ocasionó que chocará contra alguien. Ambos cayeron de lleno al suelo.

—¡Fíjate por donde caminas!

—¡¿Que?! ¡Tu fíjate... por... donde vas.

El joven se quedó callado al verla, miró con asombro su brillante cabello dorado y ojos como el cielo. Sin poder evitarlo su rostro se pinto de rojo.

—¡Se fue por aquí!

—Maldición. Levántate.

—¿Que? Espera, ¿que haces! ¡Oye-...

Fue callado por unos labios sobre los suyos. Bolin fue arrastrado hasta una pared de un edificio en donde fue acorralado por la chica.

No supo que más hacer. Más que corresponder y sujetar su cintura. Abrió uno de sus ojos logrando ver como detrás de ella pasaban policías de la ciudad.

Ahora entendió.

La rubia se separo de su boca, limpio su labio inferior y vio como los que quisieron atraparla iban en otra dirección.

—Disculpa. Oye. Hola.

—¿Que quieres?

—Bueno, tu me besaste así que... Tu deberías decirme al menos tu nombre. Yo soy Bolin, un placer.

—Escucha, niño.

—Bolin. —corrigió el de mirada verde.

—Que te besara no nos hace pareja, novios o lo que sea. Solo lo hice para poder evadir a esos idiotas. Y ya me voy. —paso por su lado yendo por el camino contrario.

Bolin fue detrás de ella.

—¿Que tal si te invito algo? Lo que quieras, conozco un lugar donde sirven los mejores fideos de la República. Te encantará, lo prometo.

Ella suspiro. El pelinegro se tropezó de la nada y cayó contra la tierra, vio sus ojos alcanzando a ver como una roca se escondía de nuevo.

—Tierra control. ¡Genial! Yo también puedo usarlo, de hecho. Pertenezco a los Hurones de fuego, jugamos en el Pro Control. Deberías ir a vernos.

—¡Bolin! No soy una amiga tuya, déjame irme. Ya.

—Vamos, quizá te diviertas.

—¡Oye, Bolin!

El nombrado volteo al escuchar el llamado de su hermano. Levantó su brazo para que logrará verlo.

—¡Mako, por aquí! Debes conocer a mi hermano.

—Te veré otro día, Bolin.

La rubia desapareció de su vista en un instante cuando volvió su mirada a su hermano. Quizá buscarla con la mirada, pero ya había desaparecido.

—No dijo su nombre...

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Volvió!

Extrañaba a Bolin, espero les guste esta historia!

Sigan leyendo!

Viva Bolin!

𝑇𝑒𝑟𝑟𝑎 | ᵇᵒˡⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora