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Observo la Ciudad República desde el Templo del Aire, dirigibles de Amon rondaban por los alrededores, humo salían de varios edificios. Abrazo su propio cuerpo, sus ojos picaban y al parpadear unas lagrimas descendieron por sus mejillas. Cuando escucho pisadas paso ambas palmas por su rostro limpiando todo rastro de su corto llanto.

—Pronto todo será como lo planeamos.

—Si...

—Espero sigas a mi lado y no cometas otro error. —sintió su mano ponerse sobre su hombro. Se estremeció.

—No fallare, padre. Estaré siempre a tu lado. —contestó la chica. Amon se adelanto unos pasos y se puso frente a ella. Bajo la mirada, nunca pudo verlo de frente las de unos segundos.

—Todo esta yendo según el plan. No me decepciones, hija mía.

En minutos volvió a quedar sola en la entrada del Templo, tomó asiento en el suelo y sujeto un mechón de su cabello. Sus ojos pararon en su brazo derecho y la manga qué lo cubría, descubrió la herida un momento.

Pero la instante volvió a taparla.

Su atención se desvío cuando dos Igualitarios aparecieron, abrazo sus rodillas y puso los brazos sobre las mismas para descansar su rostro allí. Observo como el General les decía unas palabras y se marchaba, en segundos los soldados se desviaron del camino.

Basto con golpear su talón en el suelo para levantar un muro frente ambos, las miradas pararon en ella.

—¿Que hacen? En esa zona no hay nada.

—Nosotros... —ninguno supo como responder ante ella. Notaba el nerviosismo en sus voces.

—¿Él esta bien?

Su pregunta los desconcertó, el más alto dio un paso al frente y luego respondió.

—Lo sabes.

Ella soltó una corta risa— ¿Por qué no nos detienes?

—No me digas que hacer, Avatar. Contesta la pregunta que te hice.

—Bolin esta bien. ¿Y tu?

Terra recostó de nuevo su barbilla en ambos brazos y regreso su vista hacia la Ciudad República. Mako y Korra no supieron que mas hacer, el muro que los detuvo desapareció bajo tierra dándoles vía libre.

—Largo...

No lo dudaron. El Avatar Korra miró de soslayo la expresión de la rubia. Estaba neutra, pero notaba una pizca de tristeza cuando veía la ciudad.

Sacudió la cabeza y volvió a retomar su plan. Debían aprovechar que ella no buscaba pelea.

Miro su reflejo en el agua, rozo sus manos en la superficie y en ese instante fue llamada desde lo lejos

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Miro su reflejo en el agua, rozo sus manos en la superficie y en ese instante fue llamada desde lo lejos.

—¡Hora de cenar! ¡Nami!

𝑇𝑒𝑟𝑟𝑎 | ᵇᵒˡⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora