Capítulo 3

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Es lunes y ya empece mal la semana.

No debí confiar mucho en mí alarma, la maldita no sonó.

Y no es del todo su culpa, fui yo la ayer no la programo. Pero es un aparato inteligente, podria hacer algo de esfuerzo y ayudarme.

Estaba tratando de correr lo menos posible pero llegaba tarde al trabajo y apenas era lunes.

Cuando por fin pude entrar al edificio de la editorial solté un suspiro de alivió.

Tuve que tomar el ascensor y descansar contra el unos segundos, el sobre esfuerzo no era mi mejor amigo.

Y la actividad física tampoco.

Esperé un minuto hasta que llegue a mi piso, salí del ascensor y fui directo hasta mí oficina pero alguien me paro.

—Nicole!

Mire a Stefan que venía agitado hasta mi y se apoyaba en sus rodillas para recuperar aire.

Él era uno de mis pocos amigos en el trabajo, no era muy sociable.

Bueno solo tenía cuatro amigos y tres eran del trabajo.

—¿Qué pasó?

Le frotó la espalda con la mano y el me señala el final del pasillo.

—La jefa te quiere ahora mismo en su oficina.

Explica con rapidez y yo me cruzo de brazos.

Normalmente Charlie tarda un poco más en llamarme a su oficina.

—¿Qué? Tan temprano…

Me mira confundido.

—El escritor del último libro te está esperando hace media hora Nicki.

De pronto me acuerdo.

Harrys...

Mierda.

Habia llegado media hora tarde y el pobre debe estar esperándome mientras mí jefa lo aturde con historias raras.

Si, mí día estaba de mal en peor.

Corro empujando a todo el mundo y llego en tiempo récord a la oficinas de Charlie y entro.

—Perdon perdón, me quedé dormida y…bueno la alarma no sonó, no lo hice aproposito lo juro yo-

Empecé a balbucear pero me calle cuando vi la mirada dura de la mujer de moño rubio y ojos filosos.

Mí jefa no estaba nada feliz e iba a hablar pero la voz de un hombre me calla.

—No puede ser.

Arrugó la frente y un extraño sentimiento de familiaridad viene a mí.

Dejo de mirar a mí jefa para mirar al chico sentado en la silla frente al escritorio de cristal.

Y si mis tacones de punta no fueran lo suficientemente resistentes al pegarse al suelo ya me hubiera caido.

Mi corazón empieza a latir con rapidez y de a poco mí boca se empieza a abrir del asombro.

No puedo creerlo.

—Que…carajo…

Escuche a Charlie pedirme educación pero no podías dejar de verlo a…él.

Estaba ligeramente cambiado, su pelo más largo, sin sus aros, una ligera barba de dos días y sin traje.

Parecía más adulto...más intelectual o vaya a saber que mierda más.

Pero era el, sus ojos azules seguían igual, su nariz perfecta y sus pecas también.

casualidades del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora