Capitulo 23

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Hoy no hay mucho que decir, estoy sentado en el mismo lugar de siempre.

Ya nisiquiera se bien que día es o hace cuánto que estoy esperando que despierte..

Empiezo a creer que esto no va a funcionar y que ella no va a despertar.

No debería tardar tanto en salir del coma y ya tendría que estar recuperándose.

Pero ella seguia como la bella durmiente en esa camilla y yo me sentía cada día más cansado.

Lo único que me acompañaba por las noches era el alcohol y mí computadora.

Suspiro moviendo mí pelo grasiento y despeinado.

-Hermosa despierta porfavor.

Suplico con pocas ganas y agarro su mano queriendo sentir su calor pero solo siento sus dedos fríos.

Saco el papel que tengo en mí bolsillo y como si pudiera verme sf lo muestro.

-Ya tengo el primer poema para el libro que empecé a escribir en París.

Le cuento mientras miro las letras desprolijas y torcidas sobre el papel arrugado.

-Quiero saber que te parece y que después me digas que debo cambiar. Después de todo es para vos.

Sonrió y después de unos segundos en silencio comienzo a leer lo que había escrito está mañana.

A aquella que ríe y llora quiero tenerla
siempre a mí lado.
Que con su risa me llene de alegría
y con su llanto me encienda en agonía.

Para ella que me hace ver las estrellas cuando sonríe.
Pero me lástima cuando me dice que es la hora de irse.

A esa hermosa mariposa de alas cafés quiero guardarla en una caja de cristal.
Y después soltarla para verla volar haciendo que olvidé todo lo demás.

Y no me importa llorar en silencio o reír
sin sentirlo para que ella sea feliz conmigo.
Doy todo para que aquella morena
que ríe y llora, sea feliz en su último suspiro.

Termino y la vuelvo a mirar.

-Me encantaría saber tu opinión antes de publicarlo.

Susurré pero nadie contestó.

Enojo y frustrado de la situación aplasto el papel en mí mano para después tirarlo con fuerza contra el piso.

-Despierta Nicole, porfavor despierta.

Me apoyo en la camilla y dejo que mí cabeza caiga sobre su brazo que permanece inmóvil.

No llore, ya no creo tener lagrimas para soltar y dudo que mis ojos aguanten mí llanto una vez más.

Solo me quedé tirado esperando que ella agarre mí mano o me hable con su suave voz para volver a ser yo.

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Estaba borracho otra vez.

Y no sabia ni como había pasado pero estaba en New York.

Creo que después de haber pensado mucho en lo que me dijo Mike aquel día.

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