Capítulo 1

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Once años más tarde casi no queda nada de mi pasado en Sakurtza. Tengo un vago recuerdo de la risa de mi padre y grabado a fuego en mi cabeza está la última conversación con mi madre. No obstante, cada día que pasa me olvido más de ellos, de cómo eran o de su voz. En cambio, cada noche me visitan en mis pesadillas los dragones que atacaron mi ciudad: el dragón negro que quemó a mi padre, el pequeño que aplastó con las sombras a un hombre y la dragona plateada que intentó matarme. Tres monstruos a los que pienso asesinar en cuanto pueda.

—Dan —llama Garytana y me hace volver al mundo real—, ¿puedes venir?

Cierro la ventana de mi habitación y bajo las escaleras de madera para poder llegar a la cocina. Garytana es mi madre adoptiva y lo cierto es que no podría haber tenido más suerte. Es cariñosa, amable, se preocupa por mí y me acogió con amor cuando lo perdí todo. Al igual que mi padre adoptivo, Traylís. También tengo un hermano pequeño, Degheto, nunca nos hemos llegado a entender, él es un terremoto y le encanta llamar la atención, todo lo contrario a mí. Aunque para él soy su hermana, le vi nacer y he estado estos once años a su lado, sé que me quiere y yo haría cualquier cosa por él.

—Abha, ¿qué pasa?

En Mtelier para decir "madre" dicen "abha" y "padre" es "apha". Yo uso esas palabras para diferenciarlos de mis padres.

—No me queda harina, ¿puedes ir a la tienda de tu tía a por una bolsa? —me pide, con la cara manchada de chocolate—. Iría yo, pero aún me queda terminar la primera capa antes de que venga Deg.

Hoy es el cumpleaños de mi hermano pequeño, así que, abha está haciendo una tarta para él. Garytana tiene el cabello rubio y ondulado. Su rostro es hermoso, a veces me gustaría parecerme más a ella, aunque sea imposible porque no tenemos los mismos genes. Mide casi dos metros, que es el tamaño estándar de los mteliers, y tiene un cuerpo esbelto, por mucho que coma nunca engorda.

Asiento, no tengo nada que hacer, por lo que no me cuesta ir hasta allí. Además, seguro que mi prima y mejor amiga Yantria está allí.

Hace once años que dejé de ser una Bardella y pasé a ser Danhya Atrix de la Vaguna. Once años en los que ya he asumido que esa es mi familia, Deg es mi hermano, Yantria mi prima y mis padres son Garytana y Traylís. Eso me repito cada mañana al despertarme, alejando los escombros de mi pasado.

Cojo mi chaqueta y salgo de casa. Al ser hora punta todos están en la calle, el sol reina en el cielo y las gaviotas revolotean alrededor del pueblo. Nada más girar y adentrarme en la calle principal veo un cúmulo de personas en el puerto. No hace falta que me acerque para saber qué pasa, una pancarta enorme se cruza en mi camino, colgada en el edificio que tengo enfrente.

"La Academia abre sus puertas un año más. Los 120 participantes ya están listos para demostrar que son los mejores y no tienen miedo a nada. Este viernes a las 19:00 en Antena2 conoceremos a los futuros héroes de Mtelier".

Me he acostumbrado a escuchar que los sakurtzianos son los enemigos, que están locos y que son unos asesinos. La primera vez traté de defenderlos, pero con el tiempo aprendí a ignorarlo y pasar desapercibida. Si alguien descubre que no soy mtelier me ahorcarán.

—¿Me echabas de menos? —pregunta mi prima, sujetando la puerta de la tienda de su madre para dejarme entrar.

—Muchísimo —bromeo, acercándome a ella.

La familia sabe que soy adoptada, por supuesto, ninguno sospecha que soy de la nación enemiga. Los mtelier son altos, fuertes y más resistentes, es evidente que yo no me parezco. Sin embargo, muchos mteliers se casan con sus dragones y cuando se unen ambos genes, puede que los hijos hereden un don u otro; o, en casos especiales, ninguno. Esa se supone que soy yo, la hija de una mtelier y un hyllenio.

—Siento decirte que mi corazón es de él —bromea, señalando algo a mi espalda.

Me giro, creyendo que voy a ver a uno de sus muchos crushes. Y, en cierta parte, así es. Otra pancarta cuelga del ayuntamiento con el rostro del hombre más famoso de todo Mtelier: Kilthé de Hyllenim. El hijo del "Único Rey" o, como nosotros lo llamábamos, el "Rey Loco". Un escalofrío recorre mi espalda al reconocer sus ojos color oro. Es más mayor, han pasado once años, pero su cabello negro y su fría mirada no han cambiado. Es curioso como todos ven su belleza y yo solo puedo ver la destrucción que lo rodea. El recuerdo de las sombras aplastando al ciudadano vuelven a mi memoria y no puedo evitar apretar mi puño, llena de rabia. Es un monstruo con una máscara bonita, pero algún día lograré quitársela para que todos puedan ver la realidad. Ese es mi mayor sueño, aunque la presencia de Kilthé sigue aterrándome, solo pensar en él me hace sentir muy pequeña e indefensa. Retrocedo, no soy capaz de aguantar la mirada, ni siquiera aunque sea a una fotografía.

—Solo necesito un poco de harina para que mi abha pueda terminar la tarta —cambio de tema, entrando en la tienda para huir de mi pasado.

Mi prima se queda unos segundos más admirando la pancarta y después entra. En cuanto cierra la puerta me siento segura de nuevo.

Distrito AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora