Acudir a la Academia es prestigioso, días antes de confirmar quienes serán los participantes, Antena2 da un reportaje completo de las ubicaciones en las que estarán los próximos meses. Desde el barco hasta la escuela. A Deg siempre le ha encantado verlo, como cualquier mtelier, sueña con acudir y convertirse en jinete. Todos los años lo vemos juntos, me gusta ver como se impresiona con la elegancia que los rodean. Él ve prestigio donde yo veo un soborno. El año pasado participaron 137 personas, en el tercer trimestre ya eran 82. De esa cifra, 9 desaparecieron en la prueba final y 14 renunciaron. En la actualidad, de los 59 restantes, solo 43 siguen con vida, preparándose para luchar en la guerra. 43 de 137. Es decir, 80 "elegidos" fueron asesinados de una forma u otra y de los 14 que renunciaron nunca se ha vuelto a hablar. Renunciar es sinónimo de deshonra y cobardía, por lo que son rechazados por el resto. Estos datos deberían ser alarmantes, deberían darse cuenta de que no es rentable ni lógico. Por mala suerte, soy la única que lo ve. Además, cuando un mtelier y un hyllenio se vinculan, estos últimos se alimentan de la fuerza de los mteliers, duplican su resistencia y fuerza. Por el contrario, los mteliers solo sacan prestigio y dinero.
Según ese documental, los elegidos van en cómodas habitaciones, repletas de lujos y ropa cara. Tienen barra libre de comida y bebida, una piscina con jacuzzi, y un gimnasio para poder entrenar. Claro que, yo no soy una "elegida", al menos, no de la forma habitual. Normalmente los mteliers pueden elegir qué año presentarse, pueden hacerlo a los 16, que es la edad mínima, o a los 56, que es el máximo. Eso sí, es obligatorio acudir, solo un parte médico o una razón de causa mayor podría indultarte.
En mi caso, ni piscina ni gimnasio ni siquiera una cama. Me han encerrado en la bodega, en la parte más baja del casco, y me han atado las manos al techo. Ni que pudiera escapar, no tengo más opción que acudir.
Un militar me vigila, no se ha querido acercar a mí, no sé si le doy miedo o es para que no me de cuenta de las multitudes veces que se queda dormido. Le observo de reojo, sigue dormido con la boca abierta. Es difícil dormir cuando tu cuerpo cuelga de una viga bañada en oro y más cuando el suelo no deja de moverse.
—Veo que sigues despierta —dice una voz masculina a mi espalda.
Me giro como puedo para ver al intruso. Su cabello negro azabache y sus ojos ambarinos son inconfundibles. Lleva una camiseta negra sin mangas y un pantalón militar. Está apoyado en la pared, con una pierna recogida y los brazos cruzamos. Tiene la mirada clavada en mí y eso me inquieta, vuelvo a sentirme un ratón asustado frente a una serpiente. Sé que si él quisiera podría matarme sin casi pestañear. Pero algo dentro de mí ha cambiado, creo que es porque ya no tengo que pasar desapercibida, sea lo que sea, ya no me importa que me mate, eso sí, pienso llevarlo al infierno conmigo.
—He dormido en sitios más cómodos —respondo, dándole la espalda.
—Yo he dormido en sitios peores —contraataca.
Escucho como deja de apoyar el pie en la pared y se acerca. Lo primero que se me pasa por la cabeza es que va a matarme, por lo que trato de liberar mis manos de las cuerdas, sin éxito. El chico gira a mi alrededor, observándome de arriba a abajo. No puedo sentirme más expuesta, me siento un animal enjaulado. Al menos puedo verle la cara, tiene el pelo revuelto y la camiseta mal puesta en una de las esquinas, parece que se la ha puesto corriendo. Me pregunto qué hacía antes de venir aquí, diría que dormir no.
—¿Te diviertes? —le provoco, me está agobiando verle dar vueltas en mi eje.
—Nunca había conocido a alguien de Sakurtza.
Se detiene enfrente de mí, sabe que no puedo soltarme, por lo que está tranquilo. Eso es una ventaja para mí, no puedo usar las manos, pero tengo libres los pies.
—Quizás porque los matáis —suelto sin pensarlo.
Se le escapa una sonrisa burlona, no está de acuerdo con lo que he dicho.
—Llevas once años en Mtelier, pero ambos sabemos que conoces el origen de esta guerra y apostaría mi vida a que sigues defendiendo Sakurtza.
Una parte de mí sabe que debo mentir, que debo fingir que soy una chica inocente y tonta que no sabe en qué está metida. Y ese camino podría salvarme. Sin embargo, no puedo, no me sale rendirme a sus pies, no con él. No sé por qué, pero quiero ganarle, por encima de todo quiero destruir su ego y demostrarle que soy mejor que él.
—Debe ser duro para tí no poder asesinarme —añado.
—Supongo que es igual de duro para ambos —asume, con razón—. Mi pueblo mata a los tuyos, al igual que tu pueblo mata a los míos.
Cierto, pero no del todo. Mi pueblo lleva años sobreviviendo a sus ataques, nunca hemos atacado a personas inocentes. Nuestro único objetivo era terminar con el dictador que tenían como rey, antes de que gobernara el resto de reinos. Lo matamos porque iba a esclavizarnos, por pura supervivencia. Nunca buscamos la guerra.
—¿Por eso no usas tus sombras para decapitarme? —suelto, me estoy dejando llevar por la ira.
Se sorprende. No se espera que sepa que puede usar las sombras, no todos los hyllenios pueden. Quizás es suficiente para ahuyentarlo, quizás... no, espera. Kilthé estira su cuello acercando su rostro al mío. Sus ojos ambarinos penetran en mi mirada y me descoloca por completo. La sensación de sentirme un ratón indefenso frente a un depredador hambriento me invade. Podría estar alzando sus sombras en ese mismo instante, podría matarme en segundos, y ni siquiera me daría tiempo a darme cuenta.
—Vas a morir —amenaza, o así me lo tomo, no soy capaz de diferenciar su tono—. Eres débil y no puedes usar los elementos. Todos creen que no durarás.
No es una amenaza, está despidiéndose de mí.
—Gracias por el análisis, pero no hay que ser muy inteligente para darse cuenta.
Mierda, lo he dicho en voz alta. Kilthé sonríe. Tiene los dientes perfectamente alineados y su sonrisa es tan bonita que no puedo evitar mirarla. Por primera vez parece humano. Debo recordar que no lo es. Aparto mi vista de sus labios y le miro con el ceño fruncido. Él alza su mano y solo me da tiempo a apartarme tres centímetros, empuja con sus dedos mi mechón de pelo y lo coloca en mi oreja. Otra vez, es la segunda vez que lo hace. Empiezo a pensar que es una costumbre de Hyllenim.
—Crees que eres un ciervo indefenso frente a 120 osos hambrientos —dice, llevándose mi atención. Es casi lo que había pensado—. Pero a mí no puedes engañarme, sé lo que eres.
Dejo de respirar. Si sabe que soy una Bardella, solo está alargando mi muerte para torturarme.
—Te vi analizar la escena para poder acercarte a mí y meterme la bolsa de dubras y te veo planear cómo escapar ahora para poder huir —sigue. Me consuela que crea que huir es mi objetivo, y no clavarle un puñal—. Eres una cazadora nata, y si sabes usarlo en la Academía, quizás puedas sobrevivir.
Kilthé aparta su mirada de mí y se centra en el guardia, solo entonces me doy cuenta de que llevo más de un minuto sin respirar. Siento que me ha quitado un peso de encima solo con dejar de mirarme y me relajo. Su última frase se repite en mi cabeza, ahora puedo centrarme en lo que decía y no en sus ojos. Espera... ¿qué ha dicho que soy?
—¿Has bajado hasta aquí solo para darme ánimos? —pregunto, sin entender nada—. ¿Por qué?
Sé que tiene que haber otro motivo. Es un hyllenio, concretamente, es el hijo del Rey Loco. Tiene que haber algún otro objetivo que no estoy viendo.
—Te vi proteger a la familia Atrix de la Vaguna —confiesa, comenzando a andar hacia las escaleras y sin volver a mirarme—. Son mteliers y, aun así, aunque también son tus enemigos, los salvaste.
Se detiene y se queda pensativo, observando a un punto de la habitación. Parece triste o preocupado, no sé si está rememorando algo que pasó o si está llamando a sus sombras. No tarda en recuperar su expresión neutra.
—Además, en la Academia el año pasado me aburrí, la presencia de una sakurtziana seguro que anima el ambiente —añade, como si fuera un halago ser la diana a por la que van a ir todos—.—Si sobrevives, nos veremos el día de la elección de distritos. Pero no te equivoques, ni somos amigos ni nunca lo vamos a ser, y no pienso ayudarte.
Sin esperar a que responda, sube las escaleras con la cabeza bien alta. Nada más salir, cierra la puerta bruscamente, provocando que el guardia se despierte.
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Distrito Alpha
FantasiInspirado en la exitosa novela Alas de sangre. Cinco reinos que vivían en paz, hasta que el gobernador de Hyllenim se proclamó el "Único Rey". El territorio Sakurtza, que pueden dominar los cuatro elementos, decidió anteponerse y acabar con él, crey...