Capítulo 9

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Los elegidos aguardan en una sala amplia y cuadrada. Nada más entrar, alguien cierra la puerta a mi espalda y me doy cuenta de que estamos encerrados. Algo me huele mal, muy mal. Me adentro entre la multitud, analizando al resto. Sé que eran 120 elegidos, conmigo, si nadie se ha echado para atrás, somos 121.Reconozco a una mujer de mi pueblo, es rubia, con el pelo liso y brillante. La he visto muchas veces con gafas, sé que no ve bien sin ellas, por lo que estoy segura de que lleva lentillas. Lleva una camiseta gris con el número 76 en una esquina, no tardo en darme cuenta de que todos ellos llevan la misma camiseta con números diferentes. Soy la única que sigue llevando la ropa de calle.

—Es la sakurtziana —susurra alguien a mi espalda.

Me giro, dándome cuenta de que todos me miran. Soy un bicho raro y no me extraña, ellos llevan años entrenando para entrar, yo acabo de colarme.

—Dicen que puede meterse en tu cabeza y forzarte a hacer lo que quieras —añade un chico a mi derecha.

Me esfuerzo para no girarme, en dejarles hablar. No quiero crear rivalidad, no quiero ser el centro de la diana tan rápido. Alzo mi cabeza y aprieto mis puños, quiero parecer fuerte y dura. Me giro, doy la espalda a la primera persona que ha susurrado y continuo mi camino, segura de mi misma.

—Así que tu eres la nueva —dice un chico colocando su brazo sobre mi hombro. Se acerca a mi oido y sigue hablando con una voz más baja—. No te preocupes por las miradas, solo te tienen miedo.

Llegamos a primera fila y nos detenemos. Lo miro, pudiendo ponerle cara por primera vez. Es un chico castaño con pelo rizado. Tiene una sonrisa amigable, al igual que su mirada, sus ojos son azules y tiene los párpados caídos.

—Mi nombre es Daelim, pero todos me llaman Dael.

—¿Tu no me tienes miedo? —dudo.

—Si tuviera miedo no me hubiera apuntado a la Academia —me dice sin borrar su sonrisa—. Además, tengo un don para saber quién es buena persona y quién no, sé que tú eres una buena persona.

Está siendo amable, es la primera persona que no me teme y por algún motivo eso me hace sentir cómoda.

—Mi nombre es Danhya.

—Bienvenida a la Academia, Danhya —me responde, ampliando su sonrisa—. Te resumo lo que pasará ahora: en cualquier momento se abrirá esa puerta y nos asignaran una cama para que podamos descansar hoy. Mañana empiezan las pruebas de resistencia y supervivencia y.

Dael no puede acabar su frase porque el suelo tiembla. El silencio se hace al momento, atentos a qué está pasando. Entonces vuelve a temblar y esta vez no se detiene. No, no está temblando, nos estamos moviendo. Estamos subiendo, no era una sala normal, estamos en un ascensor.

—¿Esto es normal?—pregunto.

Por la cara que tienen los demás sé que no soy la única que no se lo esperaba, por el contrario, Gael está serio.

—No, creo que han cambiado las normas —me responde, analizando su alrededor con cautela—. Esto es malo.

La sala se detiene de golpe, frena tan bruscamente que más de la mitad de las personas pierden el equilibrio y caen al suelo, yo entre ellas. Gael no tarda en ayudarme a levantarme, aunque no es capaz de mirarme, por primera vez veo la preocupación reflejada en sus ojos. Los engranajes de la puerta suenan rompiendo el silencio y la puerta que está enfrente de mí comienza a abrirse. Lo primero que veo es hierba, alta, está sin cortar. Después distingo una fuente al fondo y hay cajas de maderas a su alrededor. Las puertas terminan de abrirse, mostrando un bosque. El silencio vuelve, nadie se atreve a hablar ni a moverse, pero tampoco nos da tiempo a mucho, una voz robótica suena de alguna parte.

—Bienvenidos a la primera prueba de la Academia. Este año sois 121 concursantes los que habéis llegado hasta aquí. La tradición siempre ha sido dejaros dormir la primera noche dentro de la Academia, pero en otras promociones nos hemos encontrado con elegidos que no eran capaz de enfrentarse a la dureza que exigimos. Por ello, este año hemos decidido empezar directamente con la primera prueba: la supervivencia. Delante de vosotros está la única fuente potable de todo el bosque y, a su alrededor, cajas con armas. Deberéis sobrevivir con lo que tenéis.

El audio se silencia y observo mi alrededor. Es un bosque, estoy segura de que habrá que cazar para comer, pero hay agua, armas y comida, no parece complicado.

—¿Hasta cuando? —se atreve a preguntar alguien del fondo—. ¿Hasta cuando tendremos que sobrevivir?

La pregunta que más me hago, sobrevivir unos días no hay problema, pero si es más de dos semanas esto se puede hacer muy largo.

—La prueba termina cuando queden en pie ochenta personas —responde el audio—. Podéis rendiros cuando queráis, solo tenéis que decir "me rindo". Con esas dos palabras quedaréis expulsados automáticamente. Otra forma de reducir el número de elegidos es que alguno muera, de esta forma quedaréis eliminados. Buena suerte a todos.

Los murmullos empiezan a hacerse notorios. Ya no estamos en casa ni a salvo, la prueba de la Academia acaba de empezar y algo me dice que esconde mucho más de lo que parece. Si cuarenta y un personas tienen que rendirse, no vale con sobrevivir con comida y agua, quieren que nos enfrentemos. Doy una vuelta analizando a mi alrededor, algunos estan asustados o preocupados, pero la mayoría esta deseando mostrar lo bien que se han entrenado y lo mucho que valen.

—Los dragones que van a canalizar observan las pruebas siempre, así es como nos conocen y saben con quién se unirán —me informa Gael—. Quieren ver a un jinete que no dude en matar y sobrevivir como sea, quieren a alguien fuerte.

Fija su mirada en mí, está serio, ya no queda nada del chico que me sonrió amablemente.

—No te fies de nadie y nunca te muestres débil, ese es mi consejo —dice, antes de salir corriendo hacia el bosque.

No ha cogido armas ni agua, simplemente ha corrido a esconderse. Doy el primer paso, ya hay muchos que se han acumulado en la fuente, incluso veo a dos chicos peleando por una espada. Un chico moreno empuja a una chica para quitarle el arma, entonces esta cae al suelo. Antes de que pueda dar el siguiente paso, la mujer se levanta, agarra una daga y se la clava en el corazón sin pensarlo. Me detengo al momento. El cuerpo del chico cae al suelo y un charco de sangre no tarda en rodearlo. No se mueve. Lo ha matado. Vuelvo a mirarla, esperando ver arrepentimiento, pero no, está sonriendo.

—Genial, ya solo quedan cuarenta —comenta otra chica a mi lado.

—A este paso la prueba acabará rápido —añade otra.

Otros dos hombres se ponen a discutir y no tardan en desenvainar sus espadas para ponerse a pelear. Esta vez no espero a que se maten entre ellos, salgo corriendo sin dudarlo. El caos no ha tardado ni un minuto en apoderarse de ellos. Tenían tantas ganas de ir a la Academia y de ser jinetes que les da igual qué hacer. La zona de la fuente se convierte en una batalla campal, unos veinte elegidos pelean deseando llegar lo más rápido posible a los ochenta participantes.

—¿Dónde está la sakurtziana? —pregunta la chica que ha asesinado primero—. Quiero presentarle a mi nueva amiga.

Está hablando de su espada. Uno de sus amigos se ríe.

—Dejádmela a mí, matarla tiene que dar muchos puntos extra y yo voy a ser el que más consiga —farda otro chico.

Ni siquiera me giro para verle la cara, tal como pensaba, soy una diana y todos están deseando lanzar la flecha y atravesarme el cráneo.

Mierda, sobrevivir va a ser más complicado de lo que creía.

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