Era el último día de todos en aquel barrio, el último día para festejar y para hacer las cosas que les devolvía un poco la juventud de los veinte o tal vez, resolver cosas inconclusas como en el caso de Pablo y Lionel, que se veían con amor pero al mismo tiempo sus cuerpos permanecían distanciados y aunque ya habían hablado, aunque estaba todo bien, algo picaba dentro suyo, algo les hacía un mal que no les permitía perdonar bien y empezar de cero, porque absolutamente todo les recordaba el pasado.
Román intento hacerlos hablar cuando lo pusieron al tanto pero ambos estaban perdidos, perdidos en el mismo pensamiento pero perdidos al fin y con una angustia que les hacía mal al pecho, Lionel se acercaba y trataba de ser el Scaloni de dosmil veinticuatro pero Pablo seguía siendo Aimar, el chico de rulitos lindos, ahora un poco recortados, con una personalidad pacifica pero tímido y cerrado ante las personas, claramente la vida los había cambiado, en algunas cosas para bien y en otras para mal, pero algo quedaba en claro, ya no eran esos dos chicos perdidos en la vida, ya no eran esos adolescentes enamorados que hicieron promesas a medio cumplir.— Buen diiiia — Riquelme recién se había levantado, mientras Lionel en cambio ya estaba arriba desde las Siete de la mañana, estuvo dándole vueltas al asunto de su ex pareja por bastante tiempo, mientras desayunaba o limpiaba y ahora le tocaba hacer sus valijas para viajar a España, donde se encontraba su ex mujer con sus hijos. — ¿Ya te vas?
— Sí, perdón Román, me encantaría quedarme más tiempo pero ya sabes que todo es complicado en mi vida, tengo que viajar a ver a mis chicos, lo extraño una barbaridad, no sabes lo que son.
— Terribles como el padre me imagino
— Así son, pero más buenos, entienden todo y me sorprendió pero me encanta que sean tan compresivos conmigo a pesar de ser chicos.
— ¿Y la españolita?
— Ahí anda, ella es una gran amiga para mí, a pesar de que no pudimos estar juntos... Ella y mis nenes son todo en mi vida.
— Ella y tus nenes
— Sí, bueno como tus hijos
— Sí... Pero hay una diferencia entre vos y yo
— ¿Cuál?
— Vos no te permitís terminar asuntos pendientes sentimentales, querés "Fingir demencia" como me dice mi hijo
— Escuchame, fingir demencia, me tengo que ir — Scaloni trataba de evitar los temas de su pasado con un tono humorístico porque la verdad era que no tenía la valentía de hablarle a Pablo para contarle lo que en verdad sentía por el
— No te hagas el tonto Lionel, los dos sabemos que nunca olvidaste a Pablito
— ¿Te puedo pedir un favor? Olvidate de eso, yo lo di todo, él estaba en un momento vulnerable y no funciono, ya está
— Pero ahora el fue al psicólogo, mejoro mucho su relación con el mismo, te lo digo en serio y además intento salir con otros y ninguno reemplaza lo que siente por vos, lo que sienten ambos por el otro.
Se quedó pensando, no quería ser impulsivo, no quería ser el hombre de la película que corre hasta la casa de su amor antes de viajar, el que escoje dejarlo todo por alguien, no quería, pero debía hablar antes de que sea tarde.
Dejo las valijas en la cocina de la casa y corrio hasta su casa, esa casa le traía tantos recuerdos buenos que por un momento volvió a ser ese Lio dulce y tranquilo, el que solo necesitaba de su novio para estar tranquilo.— ¿Quien es? — La voz de Pablo resono por todos lados cuando golpeo fuerte la puerta
— Soy yo, Lío. — Al abrirle vio a un Pablo en pijama, despeinado y con un gato maullando entre sus piernas — P-perdon por molestar, necesito decirte algo
— Si pasa — La naturalidad de Aimar era envidiable para Scaloni, que estaba tenso y un poco confundido por lo apurado que paso su mañana — ¿Querés una tostada?
— ya desayuné, gracias
— Que temprano, más que yo mira, me sorprende te digo.
— Tenés un gato — Afirmo mientras el felino se le subía a sus piernas levantando la cola para ser acariciado, lo cual consiguió ya que Lionel amaba los gatos — Mis hijos tienen uno, en casa de su madre obvio, yo no podría tener tanta responsabilidad.
— es gata, se llama Cumbia, muy mimosa — Al escuchar su nombre, la gata corrio a treparse en su dueño, el cual la admiraba con amor — Me gusta que me cuentes de tu vida ¿Sabes? Es lindo saber de un... Viejo amigo.
— Viejo amigo — Ambos reían por la etiqueta que claramente no le respondía — ¿Tenés hijos Pablo?
— No, yo no... No sé si quiero ser padre soltero y todavía no llego el hombre indicado, pero me gustaría adoptar algún día, igualmente con el trabajo y todo se me complica, por ahora Cumbia y yo estamos bien. Pero vos no viniste a hablar de eso.
— No — tomo un sorbo de mate y siguio hablando con el cuerpo más relajado — Quería despedirme, hablar, arreglar... No se muy bien a que vine, fue impulsividad y ayuda de tu amigo Román.
Pablo yo no sé de tu vida, no se si seguís teniendo los mismos gustos, no se absolutamente nada, lo que si se es que yo todos los días de mi vida me torturo a mi mismo, pienso en vos y en lo que pasó, no puedo evitar echarte la culpa, te odie y te ame, te perdone y te llore, no te supere, nunca lo hice y creo que cuando ese día llegue ya no voy a ser yo, va a ser otro Lionel, pero ahora no te habla el dt, ni el futbolista, ni este señor con hijos y arrugar, ahora no te habla Lionel, te habla Lío y aunque me costó años, quiero pedirte perdón.— Lío, yo te tengo que pedir perdón a vos y en realidad creo que yo no sería yo sin tu ayuda y tus impulsos a querer que sea alguien en la vida, porque cuando amas a alguien querés que sea feliz y que le vaya bien en todo, y yo también quería eso para vos, yo siempre quise lo mejor para vos y lo mejor, por lo menos en ese momento, no era que estés conmigo, lo mejor no era yo, te merecías un amor mejor y por ahí yo sea este amor mejor, por ahí tenías que haber conocido a este Pablo, mayor y feliz y no a ese boludo con inseguridades y sin ganas de progresar en la vida.
— yo no te mentí cuando te dije que te amo
— ¿Te pensas que yo si te mentí Lionel? Pero no podemos, no quiero arruinar tu carrera, tu familia...
— Ay por dios Pablo, no existe mi carrera porque ya terminó, soy un señor que es director técnico, les chupa un huevo lo que haga o no haga con mí vida amorosa y te sorprenderías de la cantidad de chicos homosexuales que hay ahí adentro. Por mi familia... Yo estoy separado hace años ya, mis chicos son más abiertos que cualquier persona y mi ex mujer también, a mí nunca me importo tanto alguien como me importas vos y mis hijos, por favor Pablo, te lo pido de rodillas sin queres pero por favor, yo quiero estar con este Pablo Aimar, con el que fue al psicólogo, con el que ama, con el que trabaja de lo que adora y con el que yo siempre quise estar, con un Pablito feliz.
— No me podes pedir que vaya a España con vos, no puedo dejar a mis chicos de la escuelita, a mis amigos, mí familia, mí gata, no podes, perdón pero no.
— ¿Entonces es un adiós? ¿Nunca vamos a poder estar juntos?
— No me hagas esto
— Pensalo Pablo por favor, vivimos acá si querés, tengo plata puedo viajar a España y volver todas las veces que quiera
— la rutina, tu trabajo, Lío no podes ir y venir
— No, está bien, me voy a ir pero en dos semanas vuelvo a laburar, por favor Pablo pensa todo, no quiero alejarme de vos otra vez
— Yo tampoco quiero, pero no se puede, somos grandes.
— Yo siempre te voy a esperar, te lo dije el primer día y te lo digo ahora, siempre.
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Simbolo de paz - Scaimar
RomanceLionel y Pablo se conocen desde jóvenes por accidente, aunque son totalmente opuestos terminan complementandose el uno al otro, lo que no saben es que al final del día, al destino no le alcanza solo con el amor.