capitulo 14

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**Narrado por Elio**

Estamos sentados en la gran mesa mientras comemos la lasaña de pollo que preparó mi mamá. Por cierto, le quedó riquísima. Mientras tanto, ella comienza a contarle cosas de mi infancia a mi novia. **¡Rayos!** ¿Por qué las mamás siempre hacen eso? ¡Qué vergüenza!

-Jaja, pobrecito -dice Adela mirándome-. ¿De verdad le tienes miedo a los payasos? -pregunta con una sonrisa.

-Sí, es cierto. Y más después de que mi madre contrató a un payaso para mi cumpleaños que no daba risa, solo miedo.

-Mmm, según tu hermana, a ella no le dio miedo, hasta le daba risa -dice Chiara con una risa burlona.

-Pues a mí sí me dio miedo. Gracias, mamá, por traumarme -le respondo, tratando de ocultar mi incomodidad.

-Ay, no exageres, hijo -dice mi mamá, riéndose-. Aparte, no seas malagradecido. Al menos yo sí te hacía fiestas muy divertidas.

-¡Pero mamá, su voz era horrible! Ese payaso era más adecuado para Halloween, no para un cumpleaños -digo, recordando el terror de ese día-. No sé cómo Chiara puede decir que le dio risa. Tu hija está loca.

-¡Oye! Me ofendes. No es mi culpa que seas un miedoso, hermano -me responde Chiara con una sonrisa pícara.

-Ya, niños, dejen de pelear -interviene mi mamá-. Mejor terminen su comida para que podamos comer el postre. ¿Te gustó la lasaña, querida? -le pregunta a Adela.

-Me encantó, Bea, le quedó riquísima -responde Adela con una sonrisa.

-Ah, hijo -interviene mi padre-, Bruno me contó que la señora Julia se jubiló, y ya me envió las opciones para la nueva secretaria. ¿Te paso el correo?

-Mmm, sí, ya me envió las postulantes. Bruno ya entrevistó a algunas, y parece que ha elegido a una para que sea mi secretaria -le digo.

Veo cómo mi papá me observa mientras toma su vino, como si evaluara cada palabra.

-¿Sabes cómo se llama? -me pregunta, con su típico tono calmado.

-Se lo encargué a Bruno, pero llega el lunes. Ahí la entrevistaré para ver si es la adecuada para el puesto.

-Bueno, caballeros -interviene mi mamá con un tono autoritario-, cambiemos de tema. No me gusta hablar de trabajo en la mesa.

-Sí, mamá -le digo, sonriendo.

-Sí, amore -dice mi papá al mismo tiempo que yo, haciéndonos reír.

-Y bueno, querida, cuéntanos algo sobre ti para conocerte mejor -dice mi papá dirigiéndose a Adela.

-Bueno, ¿por dónde empiezo? -dice ella con una sonrisa-. Tengo un hermano mellizo, vivo con él y con mi mamá. Mi papá falleció, y soy maestra.

-Oh, cuánto lo siento, querida. Debió ser horrible. ¿Eras muy pequeña? -pregunta mi mamá con un gesto preocupado.

-Mmm, mi papá falleció hace cuatro años. Tenía 19, aunque ya iba a cumplir 20. Aunque no era muy pequeña, su muerte me dolió mucho. Teníamos una conexión especial; no solo era mi papá, también era mi confidente, mi consejero. Era el único que calmaba a mi hermano y a mí cuando peleábamos -cuenta Adela, mientras noto cómo su voz tiembla un poco.

La abrazo y deja caer su cabeza en mi hombro. Le doy un beso en la frente. Aldo se baja de su silla y corre hacia Adela para abrazarla también.

-No estés triste, maestra. Ya no estás sola. Nos tienes a nosotros, a mi papá, mi tía, mis abuelos, y a mí -le dice Aldo, abrazándola fuerte.

El destino nos unió (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora