capítulo 10

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Narrado por: Elio

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Desde ese beso con Adela, nuestra relación ha evolucionado a una especie de amistad, por decir algo. Nos estamos conociendo, descubriendo lo que nos gusta y lo que no. Salimos a cenar o vamos al parque con Aldo. Él está muy feliz cada vez que salimos juntos. Sin embargo, siempre le recuerdo que no puede decirle a nadie que su maestra sale conmigo; no quiero problemas para Adela. Así que mi figlio sabe que esto es un secreto.

Ahora me estoy arreglando porque invité a Adela a cenar. No sé cómo describir lo que siento... ¿nervios? ¿felicidad? Ella me hace sentir bien; puedo ser yo mismo con ella, sin fingimientos, solo siendo como somos.

—¡Figlio! ¿Estás listo? —le pregunto.

—Sí, papá, me estoy peinando. Tengo que verme guapo para que la maestra Adela no me vea feo —me dice mientras se peina y se echa perfume.

Este niño es igual a mí. Siempre nos gusta vernos bien, aunque sea solo para salir a la esquina. Siempre tenemos que estar guapos y oler bien. Le he enseñado que la higiene personal y la vestimenta son importantes, y que debe ser un niño educado.

Eso me lo enseñaron también mis padres, y es lo que le enseño a mi figlio.

—Figlio, estás perfecto, pero vamos rápido porque se hace tarde —le digo.

—Ya voy, ya voy —me dice—. Papá, ¿hoy la maestra Adela se va a quedar a dormir como la otra vez? —me pregunta.

—Eh, bueno, no. Solo viene a cenar con nosotros. ¿Por qué lo preguntas, figlio? —le pregunto.

—Era solo curiosidad. Ya que hoy voy a dormir a la casa de los abuelos, quiero estar con ella también, papá —me dice con una sonrisa.

—Pero vamos a comer juntos, campione —le digo.

—Sí, pero después me voy a ir y tú vas a estar solo con ella, papá —me dice mirándome fijamente.

—Bueno, no te voy a negar... ¿te molesta que esté con Adela, figlio? —me agacho a su altura para mirarlo—. Tu opinión es importante para mí, figlio. Quiero saber qué opinas..

—No, no me molesta. Me gusta que estén juntos, papá. Ella te hace sonreír y tú a ella —me dice, tocando mi mejilla con sus manitas—. Estoy feliz por ti.

—Gracias, figlio, por tu sinceridad. ¿Te he dicho que te amo con mi vida, Aldo? —le pregunto.

—Sé que me amas, papá. ¿Quién no me amaría? —me dice—. Yo también te amo, papá, y quiero que estés feliz con la maestra

—Bueno, será mejor irnos. Es importante ser puntuales, figlio.

—Sí, vámonos, papá. No hay que hacer esperar a la maestra —me dice, y le tomo de la mano—. No quiero que crea que somos unos maleducados e impuntuales.
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Llegué a la casa de Adela y le mandé un mensaje diciendo que ya había llegado. Vi cómo salía con una sonrisa hermosa. Salí del auto para saludarla.

—Te ves preciosa, Adela —le digo acercándome—. Me siento afortunado.

—No exageres, jajaja, me haces sonrojar —me dice—. Y tú te ves muy guapo —añade

—No exagero, solo digo la verdad —la acerco hacia mí y le tomo de las caderas—. Eres una donna bellissima dentro y por fuera, Adela —le digo.

—Y tú eres el hombre más guapo y cursi que he conocido, pero me encanta que seas así —me dice mientras pone sus manos en mi cuello—. Te daría un beso, pero está Aldo y no quiero que lo confundamos o ilusionemos —me dice.

El destino nos unió (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora