Capítulo 8

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¡Hola! Me he sentido muy cómoda escribiendo esta historia por la que la voy a continuar... Bueno, gracias por leer, ¡un saludo!

Ese momento era mágico, verlo ser tan atrevido conmigo, besar mis labios con esa pasión y deseo. Nunca me había sentido así al besar a alguien, de verdad. Lo amaba. Abría mis ojos un poco para ver esas sonrojadas mejillas mientras me dominaba, él tenía todo el control sobre mí en ese momento. 

De repente se empezó a oler un olor que había conocido algo antes. ¿Sevathian? No podía ser, ¿qué hacía él aquí?- Me pregunté. Pero luego entendí que ese olor no venía de el mismo Sevathian, que venía de mi cuerpo. Yo tenía un olor a feromonas de alfa, el olor era desagradable comparado con el olor que producía Alastor. Ese olor que olía al tocar su cabello, al besarlo era superior a todo. 

Al principio todo fué tierno y ligero, luego noté que el olor de Alastor se intensificaba demasiado y me hacía perderme en él, estaba soltando feromonas de alfa y eso me volvía loca. Las pupilas de mis ojos se agrandaron y todo empezó a cambiar, ahora era deseo y lujuria lo que compartíamos entre los dos, no pude aguantar y yo también solté mis feromonas, noté al instante como sus pupilas se agrandaban y todo se volvía más apasionado. 

(...)

No sabía por qué, pero esa princesa me traía loco. Desde hacía tiempo quería saber a como sabían sus labios, y sobre todo, resolver esas dudas que tenía en mi cabeza ¿me gustará? ¿ella me correspondería? ¿cómo sabría ella?... 

La necesitaba cerca, era una adicción para mi mente pensar en ella. Cada vez que se acercaba y sentía su olor, su olor a mujer, su olor a omega, tan solo mi corazón empezaba a latir freneticamente, y cuando dijo eso, lo de compensarme con cualquier cosa que yo quisiera no lo pensé dos veces. La quería a ella, se me haría algo raro decirle de ir a otro lado para estar a solas, la verdad, pero por suerte la idea fué suya. Cuando entró tan solo supe que había acorralado a mi presa y que no se escaparía ni aunque Ángel entrara explotando o tirando abajo la puerta por alguna estupidez. Nada lo arruinaría. 

Tan solo me acerqué, noté su hermoso rubor, noté como su olor se intensificaba, ese olor que me traía loco. Solté de mis feromonas, no tantas como para que la cosa acabara mal, solté unas pocas para que aunque ella quisiera, se viera obligada por su cuerpo a seguir con todo, algo muy egoísta. Luego entendí que me había correspondido ya que soltó las suyas y yo... digamos que yo caí en su trampa. 

Hasta que olí ese horrible olor. Un olor del todo desagradable. Un alfa. Al principio supuse que habría sido un alfa que habría olido las feromonas de Charlie y habría hecho cualquier cosa para entrar, pero no. No había nadie, no notaba ninguna presencia de nadie ya que mi sentido del oído era totalmente y absolutamente avanzado. Luego lo entendí. Charlie está marcada. 

Me separé rapidamente, me sentía engañado, no correspondido, triste, enfadado, disgustado y sobre todo... celoso. Busqué por todo su cuerpo. Ella estaba algo confundida al ver que yo le miraba con atención los brazos y las piernas, buscando algo fuera de lo normal, y lo encontré. En su muslo derecho había una marca, una marca de destinado ya que la marca en vez de ser morada, como cualquiera, era dorada. Estuve  buscando las marcas de los dientes, no encontré la mordida, supuse que ya se le habría quitado. Por primera vez, quería llorar de frustración. No era una marca cualquiera, era una marca de destinado, Charlie estaba destinada a casarse con ese Sevathian y por eso tenía ese olor. Al serle "infiel" a Sevathian, seguramente el estaría retorciéndose de dolor mientras ella estaba bajo el control de mis feromonas. Estaba convencido de que en verdad ella nunca me había correspondido, que solo era llevada por lo que el cuerpo le pedía. 

Puse una cara de disgusto, tristeza, enfado y celos. 

-Lo siento, Charlotte. Ya perteneces a alguien, siento no haberme dado cuenta- tan solo dije. Fuí a mi habitación y ahí mismo me encerré, me convertí en un majestuoso ciervo y cambié mi forma para ser un pequeño cervatillo. Dí un jóven balido de tristeza y me acurruqué en una esquina. Después volví a mi verdadera forma para empezar a llorar, a llorar rojo, a llorar sangre. Me sequé las lágrimas y presencial la sangre, de ese color rojo púrpura, que me recordaba los hermosos ojos de mi amada. Aquella que no me correspondía. No se cuando me quedé dormido. 

(...)

Me asusté mucho al ver la expresión de Alastor. Ví su cara de decepción y luego ví a dónde apuntaban sus ojos. Mis pupilas se disminuyeron de repente, esa marca de color dorado, sin marca de dientes, con olor a Sevathian. 

-Lo siento, Charlotte. Ya perteneces a alguien, siento no haberme dado cuenta- dijo él. 

Cuando salió de la habitación sentí ira, desagrado, suciedad y un malestar horrible. La tristeza me inundó, la culpa también. Odiaba con toda mi alma esa asquerosa marca que tenía en la pierna. ¿Por qué era de destinado? ¿por qué estaba ahí si yo nunca la sentí ni nunca tuve relaciones sexuales con él? ¿cuando salió? 

Me dí cuenta de que había empezado a soltar lágrimas de rabia y de decepción por mí misma, yo de verdad no sabía que esa marca estaba ahí. Yo de verdad amaba con toda mi alma y cuerpo a mi venado, no a esa asquerosa creación de sus padres. Poco tiempo después me dí cuenta de que mis lágrimas eran rojas, tan parecidas al color del pelo de Alastor, cual me daba ese manjar de olores. Haría lo que fuera por volver a tenerlo en mis brazos. 


Todo lo extraño- Omegaverse -CharlastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora