CAPÍTULO III ―

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Habían pasado dos días desde que la carta había llegado y William aún seguía sin entender bien el nuevo idioma. Se notaba que Sebastián Sanderson estaba teniendo toda la paciencia del mundo, y a William eso le estaba comenzando a molestar. Su padre siempre le había insistido en que sea más estudioso y aprendiera todo lo que pudiera para ser perfecto en su trabajo como rey. Sin embargo, cuando empezó a ir a la guerra, él descuidó muchísimo sus estudios, prácticamente se había quedado con lo que ya sabía y nada más. Solo aprendió de guerras y estrategias. Ahora, estaba sintiendo el golpe de realidad.

―El tiempo se acaba y soy consciente de que me llevará mucho tiempo esto. Así que quería pedirle que escribiera la respuesta en su idioma. Yo la escribiré en el mío y tú la transcribirás ―le dijo William, observándolo atentamente.

―Mi señor, para mí sería un gran honor hacerlo ―y vaya que sí. Sebastián tenía planes para él y su familia, grandes planes, y si él hacía todo lo que el rey le pidiera, podría llegar a tenerlo todo ―. Solo dígame lo que necesite, y así lo haré.

―Ven mañana, temprano, y ahí te daré la carta. Luego la presentaremos en el consejo, y luego se la acercarán al mensajero a la hora pactada.

Sebastián se levantó de su asiento, hizo una reverencia y salió del despacho. Ni bien la puerta se hubo cerrado detrás de él, William comenzó a toser. Había estado bien un día entero, pero desde la noche anterior, comenzó a sentirse muy mal, otra vez. Se sentía nuevamente cansado y sin fuerzas. A pesar de que no volvió a escupir sangre, la tos y ese ardor en el pecho que no sabía explicar, volvieron.

La noche anterior, cuando estuvo hablando con Mario habían llegado a la conclusión de que realmente necesitarían que la mujer se presentara ante él y lo ayudara a sanarse. Mario había estado hablando con los médicos, y éstos les comunicaron que la infusión que hayan preparado con esos ingredientes, era una técnica vieja, que había quedado en desuso hacía muchísimo tiempo y ellos no sabían prepararla con precisión, pero podían hacer una moderna. Cosa que hicieron, sin embargo, no le había hecho ningún efecto, para nada. Así que Mario, no lo dudo, salió del castillo en la mañana en busca de esa mujer. Esperaba que la encontrara cuanto antes, de lo contrario realmente no sabría qué hacer. En esta instancia, realmente estaba dispuesto a todo. Estaba cansado de su enfermedad y malestar. Era el rey, pero si no podía cuidar de su salud, ¿cómo podría cuidar de su gente?

*

Cuando Mario llegó en la noche al mismo burdel en donde se habían alojado, bajó del caballo, lo dejó al cuidado de un niño que se dedicaba a eso mismo, y entró sin perder más tiempo. Por la experiencia anterior, sabía que preguntar directamente por la mujer, iba a ser en vano. Así que se aproximó a una mesa y haciendo un gesto, dejó que una exuberante mujer le sirviera una jarra de vino.

―Mi señor, ¿quiere compañía en esta noche fría? ―le preguntó una cortesana con una voz dulce, casi musical.

―No, gracias. Al menos por el momento, no ―respondió, ofreciéndole unas monedas ―. Quisiera que no se me acerque nadie a menos que yo lo solicite ―le pidió.

―De acuerdo, mi señor ―le respondió la mujer, guardando las monedas. Le hizo una rápida reverencia y se retiró.

No sabe cuánto tiempo estuvo ahí exactamente, vio entrar y salir a un montón de hombres. Algunos, sin duda, eran conocidos en el castillo. Las mujeres, todas hermosas y exuberantes, caminaban por el lugar, deteniéndose a hablar con todos los hombres y quedándose con los que las solicitaban. El lugar era un ambiente agradable, era una antigua posada de piedra con techos de madera oscura y gruesos muros adornados con tapices coloridos. Las mesas rústicas y bancos de madera se dispersaban por la sala, iluminada tenuemente por antorchas y candelabros de hierro forjado. El aire estaba impregnado del aroma de carnes asadas, especias y la bebida más popular, el hidromiel. Así como también, el dulce aroma del perfume que usaban las mujeres.

LA CONCUBINA DEL REY [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora