CAPÍTULO IX ―

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―Es honor presentarles a mi concubina principal: duquesa de Agnes ―la presentó el rey en sociedad, todos los ojos estaban puestos en ella.

Sonya hizo una breve reverencia, mostrándose lo más serena que podía. Estaba a la derecha de él, ambos estaban de pie, al igual que todos los invitados. Observó a los presentes, todos vestidos de manera impresionante, haciendo gala de sus lujos. Entre los presentes, la única cara conocida que vio era la de Patrick. Si bien él tenía el trabajo de recaudar los impuestos, se ve que ahora había sido convocado como uno de los guardias encubiertos. Podía ver su sorpresa en sus ojos, aunque no se movió de su papel.

―Ahora, podemos comenzaron nuestro gran banquete, preparado por nuestra dama ―concluyó William, luego de que también presentara a los nuevos miembros del consejo. Todos se sentaron en sus lugares, la música comenzó a sonar y los sirvientes empezaron a repartir la comida.

Los piratas estaban sentados a un costado de la mesa principal, el Capitán no dejaba de ver a Sonya, y William no podía evitar sentirse molesto por eso. Sabía que realmente Sonya no era nada de él y que podría elegir a cualquier hombre que ella quisiera, pero la idea lo hacía sentirse tan celoso.

―¿Qué sucedió en el puente? ―le preguntó, acercándose más a ella, la perfecta excusa para poder mostrarse cercano a ella y realmente poder sentirla.

―No mucho, solo pensaron que éramos un chiste ―le respondió Sonya, bebiendo un poco de vino―. No debería preocuparse por eso, no fue nada.

―Viendo que los invitados saben nuestro idioma, ya no es necesario que esté como intérprete... puede incluso ir a ver a su familia tranquila. Mario la acompañará en cuanto le diga ―le dijo, esperaba tenerla lo más lejos posible de los piratas... aunque no la quería lejos de él.

―Sí, supongo que puedo mañana en la tarde. Y ya después podré centrarme en lo que ya sabe ―estuvo de acuerdo Sonya.

Sonya podía oler la fragancia de William, era tan rica para su olfato, como para sus hormonas. La idea de empezar a coquear con él le atraía cada vez más, pero no estaba segura ya que sería como jugar con fuego... y se podría quemar. Así que se quedó en su lugar, aunque se estaba empezando a relajar por el buen vino. Sin duda, le llevaría un barril a su tío, de ser posible.

También estaba pensando en hablar con su prima María con respecto a su vestido, quizás podría convencer a la modista de hacer un trabajo para ella. La boda de María se podría adelantar con la buena fortuna que le estaba tocando. Esperaba que no estuvieran enojada con ella por desaparecer como si nada...

Sonya miró a William, pero también se encontró con la mirada de su padre. Miró en seguida hacia el frente y pretendió no haberlo visto. Sabía que Eduard no estaba feliz de que ella estuviera ahí, y que no podría hacerle cambiar de idea. Seguramente el hombre estaba esperando que su hijo tuviera una mejor compañera que ella, obviamente alguien que haya nacido en una cuna de oro como él, que fuera princesa de nacimiento. Ella no podía cambiar quién era y realmente amaba lo que era, así que no era una opción. Si en verdad, William y ella comenzaran una relación, ¿siempre estaría en confrontación con su familia? Porque sí, nadie perteneciente a la familia real, la aceptaba. Aún no conocía a su primo, pero no esperaba diferencia alguna. Su hermana, estaba sentada al lado de su tío, y también le daba miradas mal intencionadas.

Un sirviente le volvió a llenar la copa y mirando lo que había en la mesa, eligió servirse directamente un buen trozo de pastel, bien húmedo y con mucha crema.

―¿No vas a comer nada más? ―le preguntó William, él había elegido el plato principal de carne, con verduras y papas.

―Supongo que más tarde ―respondió ella, degustando la torta―. Amo las tortas de acá, son tan suaves y ricas... ―dijo ella, cargada de felicidad.

LA CONCUBINA DEL REY [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora