CAPÍTULO VIII ―

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El único tema que sí volvieron a tocar, era sobre su salud. En ese momento, era el menor de sus problemas. Caminar a su habitación, le había costado mucho. Tranquilizarse le costó muchísimo. Y ahí estaba, sentado en su cómodo sillón, hablando de su afección... en vez de hablar sobre el deseo que había entre ambos.

―Sé que no es un buen diagnóstico. Sin embargo, aún hay una alta posibilidad de que tengamos éxito ―siguió Sonya.

No entendía cómo era que ella podía fingir que entre ellos no pasó nada. Pero intentó concentrarse en lo que ella decía. Se mantuvieron en silencio un largo momento, hasta que William entendió que ella esperaba que él le dijera algo sobre su situación.

―Así que debería dejar arreglar la situación del reino por las dudas ―dijo al final.

―No voy a mentirle, obviamente la mortalidad es alta, así que sí, debería. Voy a volver a ir a la academia, el médico en jefe se ofreció a ayudarme en la investigación, y siendo que tiene más contactos con otros especialistas, quizás tenga un tratamiento listo dentro de nada. Eso espero.

Sonya hubiera querido revisarlo, pero se iba a quedar con la evaluación -aunque superficial- de la mañana. No se sentía preparada para tocarlo después de lo que había ocurrido en la biblioteca. Aún se sentía deseosa se seguir tocándolo, pero de manera inapropiada. Y aunque no lo quería decir abiertamente, se sentía con muchas ganas de lanzarse encima de él. Ella fue para ser su médico personal, no su concubina en sentido literal. Tenía que tener la mente enfocada en su trabajo.

―Será mejor que me vaya a dormir. Tiene que descansar después de todo ―dijo Sonya, y antes de que se le ocurriera hacer una locura, se levantó del sillón, seguir mirándolo le estaba haciendo sentir calores involuntarios―. Pero no olvide en hacer incluso un testamento.

Él había mantenido sentado en frente de ella y no se había vuelto a poner una camisa, y por primera vez, ella realmente lo vio como hombre y no como un paciente más. Se daba cuenta de que era muy hermoso. Le daban ganas de pasar sus manos por aquellos risos que eran una mezcla entre rubios y mechones blancos y grises, quizás por el estrés de la guerra. Cuando él la había levantado, hasta pudo sentir la virilidad de él, lo cual la hizo sentirse más atraída. La levantó con rapidez, aun conservando delicadeza, y la hizo sentirse tan deseada... que ella lo empezó desear. No quería pensar en eso, así que prácticamente, huyó de la habitación.

William la dejó partir. Estaba molesto con ella y se sentía inseguro. Sonya ni siquiera parecía que le hubiera gustado tanto como a él ese increíble momento que tuvieron. Había sido único para William, como ninguno otro. Para él lo había sido todo. Aunque también se sentía patético, le acababa de decir que tenía una gran posibilidad de morir, pero ahí estaba pensando en que la primer mujer que había estado en sus brazos, lo rechazó tajantemente. Se había sentido tan bien tenerla en sus brazos, que podría dar su vida sin problema con tan de sentirla una vez más. No se había equivocado al pensar que su cuerpo era perfecto. Ahora la deseaba aún más.

* * * *

―A las diez de la mañana tiene que hablar con el jardinero para elegir las rosas que quiere poner en los centros y la forma en que serán colocados. Al mediodía cita con la modista para ultimar detalles en el vestido. A las trece horas, hablará con los músicos sobre las melodías que quiere que toquen. A las catorce horas vendrán los artistas que entretendrán a los niños... ―Temperance le leía a Sonya todo el itinerario de su día.

―Tiene que recordármelo, sin duda ―la detuvo Sonya ―, no tengo problemas de hacer ninguna de las citas. Pero temo que me olvide qué debo hacer con exactitud.

LA CONCUBINA DEL REY [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora