CAPÍTULO VII ―

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William ingresó a la sala de juntas, viendo que ya la habían terminado de remodelar. Era una gran sala, plagada de opulencia y poder, donde las paredes de piedras recién limpias, se veían macizas y con nuevos adornos de tapices ricamente tejidos que narraban las hazañas de generaciones de morcas, agregando las suyas en combate. El suelo de mármol pulido reflejaba la luz de las antorchas dispuestas estratégicamente en candelabros de oro, creando un resplandor cálido y acogedor.

En el centro de la sala se encontraba una larga mesa de roble macizo, pulida hasta un brillo impecable, rodeada por diez sillas ornamentadas talladas con intrincados detalles que denotaban el estatus y la autoridad de quienes la ocupaba. Había una silla más en la cabecera, la de él. Era más grande y opulenta. Destacaba entre todas. Sobre la mesa, mapas tallados y documentos importantes estaban dispuestos en orden meticuloso, listos para ser examinados y discutidos.

Los diez miembros del consejo real, estaban ocupando sus lugares con solemnidad y dignidad, cada uno representando una faceta importante del reino y sus intereses. La atmósfera estaba impregnada de seriedad y expectación, mientras los hombres inteligentes y decididos aguardaban que William tomara su lugar.

Cuando inició la junta, los puso al corriente sobre la carta que había recibido en la noche, y lo que él respondió

―¿Cree que puedan generar algún problema el día de mañana? ―le preguntó Frederick Grinpot.

―No lo sabemos, no queremos ser sorprendidos, pero tampoco queremos iniciar algo si cometemos algún error. Por eso pensamos en poner seguridad encubierta. Tienen que ser hombres de confianza, que puedan mezclarse entre nuestra gente ―pidió William―. Lo acorde sería que ustedes mismos proporcionen a su propia gente, los conocen y serán leales en sus cuidados. Pero que no sean muchos, deberíamos establecer un número similar entre todos. Así mismo, deben comportarse como todos, aunque estén cuidándolos. El pago correría por parte de la corona, por supuesto, los tomaremos como guardias reales por un par de horas.

Los miembros del jurado estuvieron de acuerdo, y establecieron el número de guardias.

―La invitación será enviada esta tarde. Con los horarios pautados. Espero que todo nos salga bien, aunque no me gusta el sentimiento de sentirme acorralado ―informó William―. Luego del evento, retomaremos los asuntos de estados, teniendo en cuenta lo que suceda con nuestro invitado. ¿Alguien quiere acotar algo más?

―Yo, su majestad ―dijo Sanderson, levantando la mano―, es decir, ¿quién escribió la respuesta?

―Mi dama, ella conoce el idioma ―dijo con orgullo William―. Confío plenamente en mi dama, como sabrán, ahora es duquesa y mi concubina de forma oficial. También haré su presentación en el evento. Puedo entender que por el momento sientan ciertas dudas sobre su persona, sin embargo, todo se disipará cuando la conozcan.

―Pero, mi señor, si los piratas sabían del evento, y la información la tenían unos pocos integrantes, ¿no cree que se conecta con la dama? ―preguntó Sanderson, sabiendo que se estaba poniendo en peligro.

―Cuidado, Sanderson, está hablando de mi dama, no de cualquier otra persona. Es imposible que mi dama haya sido cómplice. La carta se recibió en la noche, mi dama lo supo un par de horas antes y no tuvo contacto externo con nadie, más que con sus damas de compañía. Nadie tuvo contacto con ellas, y si hubieran informado a los piratas, la carta tendría que haber llegado mucho tiempo después ―dejó en claro William, mostrándose molesto.

―Lo siento, su majestad, no era mi intensión ofenderlo ―se disculpó en seguida el hombre, bajando la mirada en seguida.

William no dijo nada más nada. Ni siquiera aceptó sus disculpas. Dio por finalizada la reunión y permitió que todos se retiraran. Él estaba muy seguro de ella, más que nada porque realmente la evidencia demostraba que ella era inocente. Aunque sin duda, tendría que hablar con Mario sobre posibles sospechosos. Realmente había un informante dentro. Eso no era bueno. A penas había asumido el trono, y ya tenía piratas amenazando su reino y traidores también. Quizás no tendría que ser tan relajado en los asuntos del trono, no hablarlos con cualquiera y ser mucho más precavido en un futuro.

LA CONCUBINA DEL REY [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora