Capítulo 8

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La tensión se eleva a medida que la limusina se adentra en las calles de la ciudad, dejando atrás la avenida principal, donde aún transitan vehículos a pesar de faltar poco más de una hora para la medianoche.

—Señor, un auto nos sigue desde hace más de un kilómetro. ¿Debo cambiar la ruta? —comenta Emir mientras mira por el espejo.

—¿Puedes ver si es la policía?

—No, parece un auto particular, un modelo deportivo según lo que alcanzo a distinguir.

—Acelera, debemos mantenernos alejados. No está de más ser precavidos —ordena el CEO.

Emir sigue las instrucciones de su jefe y pisa el acelerador mientras se dirige hacia las afueras de la ciudad, tomando una desviación antes de llegar a la caseta. Diego observa sin comprender lo que sucede, pero decide mantenerse en silencio.

—¡Maldición! —exclama Emir al mirar nuevamente por el retrovisor. Maniobra para tomar un atajo al ver que el auto deportivo está cada vez más cerca.

Máximo, al presenciar la acción de su chófer, saca su revólver y lo carga antes de cortar cartucho, un sonido metálico resuena en el interior del vehículo como un eco amenazante.

—¿Qué pasa, Max? —pregunta Diego rompiendo el silencio y mostrando su desconcierto.

—Diego, necesito que te quedes debajo del asiento, ¿entendido?

—Pero...

—No preguntes más ¿De acuerdo? Solo haz lo que te pido, todo va a estar bien.

El joven obedece la orden y se coloca debajo de uno de los asientos del vehículo. Emir toma una avenida despejada y demuestra su habilidad al volante. Sin embargo, el auto deportivo avanza a mayor velocidad, su motor retumba como un rugido salvaje en la noche oscura.

—Ya es suficiente. Les mostraré con quién se están metiendo —exclama el CEO bajando la ventanilla mientras dispara en un par de ocasiones hacia el vehículo deportivo. Sin embargo, las balas pasan al lado del mismo y provocan una respuesta inmediata por parte de los ocupantes.

Una ráfaga de disparos golpea la limusina en repetidas ocasiones, causando que el parabrisas trasero quede hecho añicos y uno de los neumáticos se desinfle. Máximo apenas tiene tiempo para agacharse mientras cientos de fragmentos de vidrio caen al interior del vehículo. Emir recupera el control al volante y logra frenar sabiamente antes de perder estabilidad y sufrir un accidente.

En el preciso momento en que uno de los ocupantes del auto deportivo se prepara para disparar nuevamente hacia la limusina, un hombre a bordo de una motocicleta irrumpe en escena. Con habilidad asombrosa, realiza tres disparos certeros hacia el interior del vehículo por el lado del copiloto, hiriendo de gravedad al sujeto que porta la metralleta. Mientras tanto, el conductor del deportivo, al darse cuenta de la acción, intercepta al motociclista, haciéndolo caer en una maniobra arriesgada. Sin embargo, esta misma maniobra provoca que pierda el control del auto a gran velocidad, saliendo proyectado y dando tres vueltas en el aire antes de finalizar la persecución volcado a casi cien metros del punto en que interceptó a la moto.

Emir, por su parte, ha logrado detener la limusina en un callejón ubicado a solo media cuadra del percance. Máximo abre la portezuela del vehículo y baja sosteniendo con firmeza su revólver mientras su chófer sigue sus pasos cubriéndole las espaldas.

—Debemos asegurarnos de que no queden vivos esos infelices —escupe De La Vega. Ambos avanzan juntos a paso lento, mirando hacia todos lados al tiempo que se aproximan al vehículo siniestrado de sus agresores.

El silencio es abrumador y parece irreal después del bullicio de los motores y los disparos de apenas algunos minutos atrás. Máximo se acerca al lado del copiloto esperando algún signo de vida; De La Vega apunta su arma en dirección al hombre que rafageó su auto, quien yace con un brazo extendido hacia el exterior del deportivo.

Irascible ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora