18. LA NOCHE EN MÓNACO.

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Sebastian se sentía en extremo contento, no podía dejar de pensar en el día anterior, viendo a sus hijas compartiendo agradables momentos junto a la mujer que más amaba era simplemente perfecto, pues la castaña tenía ciertas actitudes maternales que la hacían ver adorable a sus ojos.

Había recordado el sentimiento de las salidas familiares.

–¿Seb?

–Mande.

–Es solo que te fuiste a otro planeta, hacías esas caras divertidas de cuando estás pensando. — una pequeña risa se escapó de sus labios — Ya, en serio,¿todo bien?

–¿Porqué lo preguntas?

–Todos estos días has estado demasiado pensativo, ¿he hecho algo que te molestó?, tal vez te arrepentiste de este viaje, no lo sé.

La cara de preocupación genuina que se pintó en su rostro lo hizo conectar ideas; si, las cortas vacaciones en la ciudad donde vivía, las salidas al teatro y lugares turísticos, todo estaba bien pero no había conseguido un verdadero avance para recuperar a Emily.

Le había declarado su amor a diario al dormir y al despertar, le hizo saber que aún recordaba sus cosas favoritas, la introdujo a la vida de sus niños, pero alguna pieza no encajaba al cien por ciento; entonces lo supo, tenía que volver al lugar de origen.

–Todo esta perfecto, cariño, solo he pensado en un viaje para ambos.

–Seb, estamos de viaje...bueno, yo lo estoy.

–Empaca tus cosas de nuevo, haré un par de llamadas.

Emily adoraba los viajes y las sorpresas, así que sin contradecir ni preguntar comenzó a guardar su ropa en la maleta. Aunque probablemente necesitaría dos más.

Pasaron un par de horas antes de trasladarse al aeropuerto, durante el camino, la castaña insistía por saber el lugar al que viajarían, se sentía emocionada y nerviosa al mismo tiempo; lo único que esperaba era que no fuera algún lugar mediático, ya que si la prensa la capturaba y filtraba en internet, se vería en grandes problemas con su prometido.

–Te lo pediré de nuevo, Seb. ¿A dónde vamos? — el hombre hizo un gesto con la mano que simulaba un cierre en sus labios — Dímelo o me iré.

–Estamos a mitad del cielo, ¿a dónde irás? — se burló.

–Disculpa. — llamó a la aeromoza — ¿Hay paracaídas aquí, en el avión, ahora?

–Así es, señorita, los tenemos en caso de emergencia.

–Gracias. — regresó la mirada hacia el piloto con un atisbo de diversión — Bingo.

–Que testaruda.

–Te gustan las mujeres testarudas.

–No. Me gustas tú.

Una risa nerviosa salió de los labios de la francesa, aun no sabía cómo hacerle entender que dejara de coquetearle.

–¿Ya me dirás a dónde vamos?

–Aterrizaremos pronto y lo sabrás.

–O sea que he estado allí. — el rubio suspiró un "Si" en respuesta — Dos horas de viaje... tiene que ser algún país vecino...

–¡Emily, Dios! Solo te diré que es el lugar de raíz.

–¿Raíz?, no me llevarás a casa de mis padres, cierto.

–No, al menos que eso quieras.

–Estoy bien así. — dio un gran trago a su vino espumoso — Oh mierda, vamos a Mónaco.

The Last Day || Sebastian Vettel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora