12. EL QUE PERSEVERA, ALCANZA.

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Durante los siguientes días el alemán
visitaba la casa de Emily inventando diferentes excusas, algunas más tontas q otras, si bien Joe las creía y no veía ninguna segunda intención en sus actos, la castaña no se tragaba las anécdotas falsas que lo llevaban a la puerta de su hogar.

–Los adolescentes aburridos son un peligro, lamento que hayan ponchado las llantas de tu auto. — dijo Joe al escuchar la "mala suerte" del piloto.

–Si, no ha sido mi semana, gracias por recibirme de nuevo.

–No hay problema. Yo tengo una junta así que me voy, te quedas con Mily, ella te acompañará a recoger tu auto al mecánico.

La francesa rodó los ojos disgustada pero cambió su expresión por una más amable y le sonrió a los hombres frente a ella, despidió a su prometido y regresó al comedor.

–Sé lo que haces.

–¿Tomar mi té helado?

–JA JA, muy gracioso Seb. — se dejó caer en la silla frente a él — Olvidar la llave de tu habitación de hotel aquí a propósito, aficionados falsos persiguiendote, ponchar las llantas de tu auto tú mismo...¿Qué sigue?¿Pijamada con tu ex y su prometido?

–No es mala idea eh.

–Por favor, ésto es demasiado bajo incluso para ti.

–Romeo estaría orgulloso de verme haciendo de todo para recuperar a mi Julieta.

–Levantate, te llevaré por tu auto.

Con una sonrisa victoriosa salió detrás de la chica, dejarla sin palabras era su actividad favorita en esos días, sabía que apenas eran solo batallas que preparaban el campo para la verdadera guerra.

En el camino repasó el plan que Fabián habia armado, era rápido y sencillo, esperaba que eficaz. Consistía en hacer que la francesa lo acompañara al hotel, declararle su amor haciendo énfasis en denigrarse para que lo aceptara por lástima y escapar juntos de regreso a Mónaco.

Facil, rápido y sin borax.

–Listo, te entregarán las llaves en cuanto pagues. — la mujer se acercó a paso firme con una expresión de pocos amigos, sus razgos se habían vuelto maduros pero seguía tan hermosa como el día en que la conoció — ¿Vettel?, ¡Oye, te estoy hablando!

–¿Huh?

–Dije que pagues para que te entreguen tu auto. Me voy, trata de no morir,¿Quieres?

Balanceo su muñeca en forma de despedida y comenzó a caminar hacia el estacionamiento con un notario mal humor.

–¡Emily! — se dió la vuelta y podía jurar que rodó los ojos antes de hacer un sonido indicando que siguiera hablando — ¿Tienes algo que hacer ahora?

–Si.

–¿Qué?

–...Bueno, no.

–¿Me acompañas al hotel donde me hospedo? Quiero hablar sobre algo.

–Habla aquí o sube a mi auto de nuevo y charlamos.

–Prefiero hacerlo en un lugar más privado, no quiero que hagas algún escándalo aquí.

–¿Yo? — Sebastian asintió con cara de inocencia — Me imagino de qué quieres hablar, conoces mi respuesta.

–Oh vamos, un último intento, dame eso y si no lo logró me iré y no volveré a molestarte nunca.

–¿Me das tu palabra?

–Mi palabra es sagrada, seguro.

–Ugh, bien. Ve por tu auto y conduciré detrás de ti, no creas que me subiré a tu carcacha.

The Last Day || Sebastian Vettel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora