Chiara abrió los ojos lentamente, sintiendo el frío penetrante que se había vuelto una constante en su cuerpo. El segundo día en el hospital había comenzado, y con él, la familiar sensación de debilidad y malestar. Se envolvió en las sábanas con un suspiro, deseando poder escapar de ese frío implacable.
Sin embargo, algo era diferente esta mañana. El frío parecía más intenso, envolviéndola en una capa de helado que parecía penetrar hasta los huesos. Un escalofrío recorrió su cuerpo y Chiara se dio cuenta de que tenía fiebre nuevamente.
Decidió llamar a una enfermera para pedir ayuda. Con voz débil, presionó el botón de llamada y esperó, sintiéndose más sola que nunca en la habitación silenciosa y desolada.
Unos minutos más tarde, la puerta se abrió y una enfermera rubia entró en la habitación. Chiara la reconoció como Denna, una de las enfermeras que había visto pasar por el pasillo.
—Hola, Chiara. ¿Cómo te encuentras hoy? —preguntó Denna con una sonrisa tranquilizadora mientras se acercaba a la cama de Chiara.
Chiara intentó devolver la sonrisa, pero fue difícil con el frío que la envolvía.
—Me siento muy fría y tengo fiebre de nuevo —respondió Chiara, su voz temblorosa por el escalofrío que la sacudía.
Denna asintió con comprensión y se acercó para sentir su frente.
—Voy a traerte algo para ayudarte a entrar en calor y bajar esa fiebre. ¿Estás tomando tu medicación regularmente? —preguntó Denna mientras revisaba el registro médico de Chiara.
Chiara asintió débilmente, sintiéndose un poco mareada por la fiebre.
—Sí, estoy siguiendo el horario de medicamentos. —respondió Chiara, cerrando los ojos mientras Denna preparaba una compresa caliente.
Denna regresó con la compresa y la colocó con cuidado sobre la frente de Chiara. La sensación reconfortante del calor comenzó a disipar el frío que la había estado atormentando.
—Deberías sentirte mejor pronto. Si necesitas algo más, no dudes en llamarme. Estoy aquí para ayudarte. —dijo Denna con amabilidad mientras se alejaba de la cama de Chiara.
Con la compresa caliente aliviando su frente, Chiara cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación reconfortante del calor. A medida que el frío comenzaba a disiparse lentamente, su mente se llenó de pensamientos sobre su situación en el hospital y su batalla contra el cáncer.
Mientras descansaba, Chiara reflexionaba sobre su vida y los desafíos que enfrentaba. Recordaba los días felices en Menorca, donde la música llenaba el aire y la vida parecía llena de promesas. Ahora, en el hospital, cada día era una batalla por la supervivencia, pero Chiara se aferraba a la esperanza y la determinación de seguir adelante.
Poco a poco, el cansancio y la fiebre comenzaron a ceder, dejando a Chiara con una sensación de calma y resignación. Se prometió a sí misma que seguiría luchando, no solo por su propia vida, sino también por las personas que la rodeaban, como sus padres, su hermano Joey y su hermana Jasmine.
Cuando Chiara despertó unas horas después, se encontró con un leve toque en el brazo. Abrió los ojos lentamente y se encontró con la mirada compasiva de Violeta, la enfermera que había conocido el día anterior.
—Hola, Chiara. ¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Violeta con una sonrisa suave mientras colocaba algunos medicamentos en la mesita de noche.
Chiara se incorporó un poco en la cama, sintiéndose un poco mareada pero agradecida por la presencia de Violeta.
—Me siento un poco mejor, gracias. —respondió Chiara, su voz aún débil por la fiebre anterior—. Gracias por traer los medicamentos.
Violeta asintió con una expresión preocupada en su rostro.
—De nada, Chiara. Es importante que te mantengas al día con tu medicación para ayudar a controlar la fiebre. ¿Hay algo más que pueda hacer por ti? —preguntó Violeta, su mirada verde reflejando preocupación genuina.
Chiara se tomó un momento para mirar a Violeta más de cerca. Notó los mechones de cabello rojo que enmarcaban su rostro y la suavidad de sus rasgos. Se sintió un poco avergonzada por su propio estado desaliñado en comparación con la belleza natural de Violeta.
—No, creo que eso es todo por ahora. Gracias, Violeta. —respondió Chiara, sintiendo una punzada de timidez repentina.
Violeta sonrió y se acercó un poco más a la cama.
—No dudes en llamarme si necesitas algo más. Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda. —dijo Violeta, su voz suave y reconfortante.
Chiara asintió, sintiendo un nudo en la garganta por la cercanía de Violeta. Mientras la enfermera se alejaba de la cama, Chiara se quedó mirando la puerta con una mezcla de emociones confusas.
A medida que el día continuaba, Chiara no podía dejar de pensar en Violeta. Aunque sabía que era solo una enfermera haciendo su trabajo, no pudo evitar sentirse atraída por la amabilidad y la belleza de la chica.
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Un amor terminal
RomanceChiara Oliver, una joven de 20 años apasionada por la música, enfrenta un diagnóstico de cáncer terminal. A pesar de la gravedad de su situación, se niega a rendirse y busca encontrar belleza en cada momento que le queda. En el hospital, conoce a Vi...