Chiara se quedó mirando al techo después de que Violeta salió de la habitación para darle un momento de privacidad. La habitación del hospital era impersonal y fría, pero ella intentó no dejar que eso la desanimara. Sacó su guitarra de la funda, buscando consuelo en las cuerdas familiares.
Minutos después, la puerta se abrió suavemente y Violeta volvió a entrar, esta vez con una bandeja de comida.
—Te traje algo de comer. Sé que no es un banquete, pero te ayudará a mantener las fuerzas —dijo Violeta, dejando la bandeja en la mesita al lado de la cama.
Chiara sonrió agradecida.
—Gracias, Violeta. Realmente aprecio todo lo que haces —respondió Chiara, tratando de mantener su ánimo.
Violeta se sentó en una silla cerca de la cama y la observó con interés.
—¿Te importa si me quedo un rato? —preguntó Violeta—. Siempre me ha gustado conocer a mis pacientes un poco mejor.
Chiara asintió.
—Claro, me gustaría eso. —dijo Chiara, mirando a Violeta con curiosidad—. Entonces, ¿cuánto tiempo llevas trabajando aquí?
—Hace unos dos años —respondió Violeta—. Me mudé de Motril a Barcelona específicamente para trabajar en este hospital. Siempre quise estar en un lugar donde pudiera marcar una diferencia real.
Chiara asintió, tocando suavemente las cuerdas de su guitarra.
—Debe ser difícil a veces, ver a tanta gente sufriendo —comentó Chiara, sus dedos moviéndose automáticamente en acordes familiares.
—Lo es, pero también es gratificante —dijo Violeta—. Cada pequeño momento de alegría o alivio que puedo proporcionar hace que todo valga la pena. ¿Y tú? ¿Siempre has amado la música?
Chiara sonrió, sus ojos brillando con una chispa de entusiasmo.
—Sí, desde que era pequeña. La música siempre ha sido mi escape, mi forma de expresar lo que no puedo poner en palabras. —dijo Chiara, tocando una suave melodía.
Violeta la escuchó tocar durante un momento, disfrutando del sonido.
—Eres muy talentosa, Chiara. —dijo Violeta sinceramente—. ¿Te importaría tocar algo para mí?
Chiara dudó por un segundo, pero luego asintió.
—Claro, ¿por qué no? Esto es algo que escribí hace un tiempo, cuando me sentía especialmente esperanzada. —dijo, comenzando a tocar una melodía suave y melancólica que llenó la habitación con su dulce resonancia.
Mientras tocaba, Violeta cerró los ojos, dejándose llevar por la música. Había algo en la manera en que Chiara tocaba que transmitía tanto dolor como esperanza, una combinación que resonaba profundamente en su propio corazón.
Cuando Chiara terminó, la habitación quedó en un silencio lleno de emoción.
—Eso fue hermoso, Chiara. Gracias por compartirlo conmigo. —dijo Violeta, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.
Chiara sonrió, sintiendo una conexión con Violeta que no esperaba encontrar tan pronto.
—Gracias a ti, Violeta, por escucharme. —respondió Chiara—. No sé qué va a pasar en los próximos días, pero sé que tener a alguien como tú aquí lo hará un poco más fácil.
Violeta asintió, tocando suavemente el hombro de Chiara en un gesto de consuelo.
—Estaremos aquí para ti, Chiara. No estás sola en esto. —dijo Violeta con firmeza.
El día continuó con pruebas y tratamientos, pero Chiara se sintió un poco más fuerte sabiendo que tenía a alguien como Violeta a su lado. Mientras la tarde se convertía en noche, Chiara se acurrucó en su cama, su guitarra a su lado, y dejó que el cansancio la envolviera. A pesar de todo, había un destello de esperanza en su corazón, alimentado por la música y la amabilidad de una nueva amiga.
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Un amor terminal
Roman d'amourChiara Oliver, una joven de 20 años apasionada por la música, enfrenta un diagnóstico de cáncer terminal. A pesar de la gravedad de su situación, se niega a rendirse y busca encontrar belleza en cada momento que le queda. En el hospital, conoce a Vi...