El bosque

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Maximiliano Corleone.

Estaba caminando los pasillos desiertos de la finca, veía a los lados y nadie estaba por ningún lado. Así que coloque la corneta en el medio del pasillo donde estaban las habitaciones, incluyendo la mía donde dormía plácidamente Mariana.
Mi hija venia a un lado mío con una de sus muñecos de Bob esponja, la mire y ella estaba sonriendo mientras yo me colocaba un dedo en los labios para que no hiciera ruido.

—¿Trajistes el control?— pregunté susurradamente.

Ella asintió y me lo tendió. La tome de las manos y camine rápido para no levantar sospechas y nos escondimos en el lateral del pasillo.

—Tapa tus oídos— ella juntos sus manitas a sus oídos sin soltar los muñecos.

Pulse el botón de encender y reproducir, y se escuchó las trompetas que les ponían a los militares....

Poco a poco abrieron la puerta.

—Que demonios es esto!! — Massimo fue el primero.

Camino a dónde estaba para poder pagarla Pero yo la volvía a encender cuando el lo hacía, Sinahi sonreía y eso me llenaba más de satisfacción.

—¿Quien se le ocurre poner una corneta?— Alfredo estaba con mala cara.

—¿De dónde es ese ruido?— Angelo salió con su esposa.

Mariana aún no salía y me pareció curioso.

—Eso tiene que ser una jugarreta de Max— sonreí pero Sinahi soltó una risa que ellos pudieron escuchar.

Massimo se acerco poco a poco con curiosidad de dónde salió esa risa.. me toque el puente de la nariz y negué con la cabeza, «ya decía yo que no podía confiar de mujeres».
Cómo yo era más el que caza que ser cazado, pues salí a dar la cara.

—Buongiorno fratelli miei.

(Buenos días hermanos míos).

—Apaga eso idiota, ¿No ves que hora es?— me reclamo Alfredo.

—No, y el que tiene mala memoria eres tu ya que no te acuerdas que es día de recolectas.

Mi hija aún seguía escondida ya que le hice una señal que no saliera.

—Les deseo suerte chicos— aurora creía que se salvaría.

—Tu no vas para ningún lado.— aurora giro mirándolo como si estuviera loco.

—¡¡Estoy embarazada!!— se quejo.

—Mas no estás invalida, asi que me tiene sin cuidado. Te colocas una ropa decente y te vienes conmigo— ella iba a alegar algo y el no la dejo— ¡¡Ya!!.

Los tres nos quedamos mirando por el cambio de Angelo, ya que nunca la trataba así. Ella lo miro descolocada Pero no alego nada solo camino adentro y cerró la puerta.

El giro y se nos quedó mirando de mala forma.

—¡¿Que?! No tienen esposas o novias que levantar.

Nosotros negamos y dijimos un “nada”.

Yo me fui a la habitación cuando todos entraron, le di mi mano a mi hija y con ella fuimos a la cama de su mamá que estaba con una almohada en la cabeza.

— A levantarse bella durmiente— ella se giro aún con la almohada.

—No me jodas más— murmuró con voz adormilada.

— Que es no me jodas— pregunto mi inocente hija.

Lo que hizo que su madre se levantar de sopeton.

aprende a engañarme volumen 2... no me hieras tanto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora