II

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La habitación de Kim SeokJin era un santuario de opulencia que parecía flotarse en el aire entre el lujo y la soledad. 

Las cortinas de terciopelo azul marino se ondulaban suavemente con la brisa, proyectando sombras dramáticas sobre el parqué de madera lustrosa. 

El aroma a cera de abejas mezclado con el de la madera pulida creaba una sensación de sofisticación inalcanzable, pero al mismo tiempo, el aire estaba cargado de una melancolía que solo él podía sentir.

Amplia y lujosamente amueblada, con vistas que se extendían más allá de los muros de la institución, era un espacio que muchos envidiarían. 

Pero para él, era solo otro escenario más en el que representar su papel de omega perfecto, el compañero ideal de un alfa desagradable.

Sentado en el alféizar de la ventana, contemplaba el campus con una mirada distante. 

Sus pensamientos eran un torbellino de emociones y reflexiones que nadie más podía ver. Recordaba la primera vez que conoció a su novio: un alfa con una sonrisa que prometía protección, pero cuyos ojos escondían un control férreo. 

Al principio, había sido amable, su atención había sido embriagadora.

Pero con el tiempo, esa amabilidad se convirtió en posesión.

La puerta se abrió de golpe, y su novio entró como un torbellino, su rostro contorsionado por la frustración.

— ¡Ese estúpido oso! No soporto su presencia. ¿Quién se cree? ¿Cree que puede pasar por encima de mí? — gruñó, lanzando su mochila al suelo con desdén.

El golpe seco resonó en la habitación, haciendo eco en la mente del omega, como un presagio de tormenta.

Suspiró cansado, preparándose mentalmente para soportar el berrinche que estaba próximo a presenciar.

Se giró para enfrentar a su pareja, su expresión serena ocultando la turbulencia interior. El aroma amargo de su ira llenaba el aire, mezclándose con la colina maderada de su colonia.

— De verdad, parece un buen chico. No entiendo por qué te molestas tanto con él — dijo, su voz calmada era un contraste con el torbellino de emociones que sentía por dentro. 

Intentó mantener la tranquilidad en su tono, pero la tensión en sus palabras era palpable, como si un frágil cristal estuviera a punto de romperse.

El león gruñó molesto.

— ¿Qué, ya lo conoces? ¿Cómo sabes que es bueno? Es un cobarde, ni siquiera se atreve a darme la cara, es un imbécil engreído — replicó, indignado de que su pareja no le diera la razón.

Los recuerdos de las veces que ese hombre había arremetido contra otros alfas sin motivo aparente inundaron la mente, recordándole el ciclo interminable de violencia y control.

El cisne posó su mirada de nuevo en la ventana, observando cómo el viento movía las hojas de los árboles en un vaivén hipnótico.

No muy seguro de si debía seguir con la conversación. Parecía que nada de lo que dijera lo haría cambiar de opinión.

El silencio del rubio enfureció más al alfa, quien gruñó aún más fuerte, acercándose al omega.

Asustado, se mantuvo quieto en su sitio, siendo prisionero entre el cuerpo del alfa y la ventana.

Podía sentir su ira como una presencia tangible, caliente y opresiva.

— ¿Así que ya lo conoces? ¿Hablaron? — escupió el más alto, agarrando su muñeca. Este hizo una mueca de dolor al sentir la presión que ejercía sobre ella — ¿Acaso te lo vas a coger, ¿eh?

Back to Instinct [N.J, Y.M, V.K, V.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora