Back to Instinct [N.J, Y.M, V.K, V.H]

XI

Después de la conmoción y el dolor por la muerte de Minho, el internado quedó sumido en un silencio sepulcral.

Las horas pasaban lentamente, cargadas de susurros y miradas furtivas que se escondían detrás de cada esquina.

Era como si la misma arquitectura del lugar guardara secretos, y cada sombra pareciera esconder una amenaza invisible.

La atmósfera estaba impregnada de miedo, de preguntas que nadie se atrevía a formular en voz alta.

Sentía el peso de cada segundo.

La incertidumbre era una presión constante en su pecho, algo que no podía ignorar.

No podía quedarse de brazos cruzados mientras el misterio continuaba sin resolverse.

Con una mirada decidida, se volvió hacia Namjoon, quien todavía parecía perdido en sus pensamientos.

— Namjoon, ven, vamos a mi habitación — dijo, su voz apenas un susurro, temblorosa pero decidida.

El alfa asintió en silencio, todavía sacudido por lo que había presenciado.

Su mente estaba llena de preguntas que parecían devorarle desde dentro.

"¿Cómo permitieron que esto ocurriera? ¿Cómo había cambiado todo tan rápido?"

Siguió al rubio a través de los pasillos oscuros, sintiendo cómo la quietud del lugar se convertía en un peso sobre sus hombros, un eco de lo que habían perdido.

Al entrar en la habitación, la escena que lo recibió fue aún más inquietante.

Jungkook estaba sentado en la cama, su rostro pálido y sus ojos enrojecidos.

La expresión en su cara era una mezcla de dolor y desconfianza, y apenas alzó la vista al verlos entrar.

Algo en él cambió de inmediato al ver al alfa de oso, como si un interruptor se hubiera activado.

Sus músculos se tensaron, y sus ojos adquirieron un brillo desafiante.

— ¿Qué está haciendo aquí? — gruñó el león, poniéndose de pie de un salto.

Su postura era rígida, defensiva, como un animal acorralado.

La agresividad emanaba de él en oleadas, llenando la habitación de una energía opresiva.

El pelinegro sintió cómo la tensión en el aire aumentaba, pero algo dentro de él se negaba a retroceder.

Su propio instinto de alfa lo impulsaba a imponerse, y la frustración acumulada por la muerte de Minho lo consumía.

— Cálmate, león — espetó, su voz áspera y cargada de rabia contenida — Solo estoy intentando entender qué demonios está pasando.

El conejo sintió la intensidad del ambiente como un cuchillo en el aire, y alzó la mano, intentando calmar la furia que parecía bullir entre ellos.

Sus ojos buscaban los contrarios, tratando de conectar con ambos antes de que la situación se saliera de control.

Taehyung, que hasta ese momento había estado de pie junto al castaño, frunció el ceño, su expresión una mezcla de incomodidad y preocupación.

Sus ojos, oscuros y serios, se posaron en el oso, evaluándolo como si intentara medir sus intenciones.

— ¿Por qué está aquí, Jimin? — preguntó, su voz baja pero firme.

Aunque intentaba mantener la calma, su postura reflejaba una desconfianza instintiva hacia él.

Jimin suspiró, apretando los labios en un intento de calmar sus propios nervios.