VI

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El primer rayito de sol se filtró a través de las cortinas de lino, haciendo que el cuarto se llenara de una suave luz dorada.

El reloj de pared, una pieza de madera tallada con números romanos marcaba las 6:00 a.m., su tic-tac casi musical en la tranquilidad de la mañana.

Se despertó con el mismo aplomo de siempre, sintiendo el peso de sus músculos relajarse bajo las sábanas como si la gravedad tirara lentamente de él, su cuerpo estirándose como un oso polar que emerge de su letargo invernal.

El silencio de la habitación le ofrecía un respiro del caos que, sabía, aguardaba fuera de su puerta.

Cada músculo se extendió y relajó en un movimiento fluido, reflejo de la calma que solía envolver sus mañanas.

Se levantó de la cama con la precisión de un reloj antiguo, sus movimientos serenos, pero decididos.

La habitación tenía un aire fresco, ligeramente agridulce con el aroma a madera de cedro que él mismo había elegido para su espacio.

Después de una ducha revitalizante, el vapor llenó el baño, mezclándose con su aroma a musgo fresco.

El agua caliente lo envolvía, creando una burbuja de tranquilidad que parecía a punto de estallar.

Curioso que siendo un animal de la nieve le guste el agua caliente.

Se vistió con ropa de tonos neutros, cómoda, pero elegante, el tipo de ropa que permitía la movilidad sin perder el toque de sofisticación.

Se detuvo un momento frente al espejo, ajustando su peinado con un movimiento que no era solo de perfección estética, sino también un ritual matutino de preparación mental.

Al abrir la puerta de su habitación, la burbuja de paz estalló instantáneamente.

Los pasillos del internado hervían de vida.

Estudiantes apresurados, charlas entrelazadas, risas que rebotaban en las paredes, creando una cacofonía vibrante.

A cada paso, sentía el contraste entre la serenidad de su habitación y este torbellino de voces y energía.

Aunque mantenía su semblante calmo, internamente se preparaba para una jornada que, inevitablemente, sería caótica

Respiró profundamente, sintiendo cómo su aroma a madera de cedro y musgo fresco se adaptaba al entorno.

Mientras caminaba por el pasillo, notaba los rostros conocidos, algunos sonrientes, otros aún somnolientos, pero todos inmersos en la rutina matutina.

La cafetería estaba a solo unos pasos, pero el trayecto parecía ser un viaje de regreso a la realidad.

Las puertas de madera crujieron ligeramente al abrirse, revelando un espacio lleno de mesas y sillas, y el aroma tentador de café y pan recién horneado que se mezclaba con el bullicio de la mañana.

Cruzó el umbral, sintiendo cómo la atmósfera de la cafetería lo envolvía, casi como una cálida bienvenida a la jornada del día.

Sus ojos buscaban entre el mar de estudiantes que se movían por la cafetería, y al fin lo encontraron: Jimin estaba en una de las mesas cerca de la ventana, como una figura solitaria en un paisaje de actividad.

La luz suave de la mañana se filtraba a través del cristal, proyectando un patrón de sombras danzantes sobre la mesa y acentuando su expresión de expectación y nerviosismo.

La brisa ligera que entraba por la ventana movía ligeramente las cortinas, añadiendo un toque de serenidad al entorno.

El rubio estaba frotando sus manos nerviosamente sobre el mantel de lino, sus dedos entrelazados con una frágil intensidad que revelaba su inquietud.

Back to Instinct [N.J, Y.M, V.K, V.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora