𝐃𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐞𝐱𝐭𝐫𝐞𝐦𝐚𝐬

22 2 0
                                    

El vacío en sus ojos era más que notorio, una de sus manos sujetaba su estómago mientras que la otra su pecho, justo donde está su corazón… Su cabello cobrizo estaba empapado al igual que el resto de su cuerpo debido a la fuerte lluvia que ahora estaba azotando la ciudad. Unos pasos lejos de él, una conocida voz le habló por su nombre, sin embargo debido a todos los líos que ahora estaban en su cabeza le era imposible poner atención.

—¡Aiga! ¡Alto!—pidió el rubio de ojos rojos corriendo detrás suyo, cubierto por un paraguas—¿qué crees que haces?.

Ahí Fubuki noto como los brazos de Akaba estaban con varias marcas moradas, sus ojos estaban cubiertos en lágrimas las cuales se mezclaban con las gotas de lluvia. Y de entre sus piernas se podía ver como un hilo de sangre salía de estas… Los ojos de Sumie se turbaron por esa imagen, de inmediato sin pensarlo lo cubrió con el paraguas viendo como el oji turquesa temblaba, no sabía si era por el frío o por lo que sea que le haya pasado.

—ven, iremos a mi casa—dijo sujetándolo del antebrazo ya que los pasos del castaño eran muy torpes, hasta que finalmente cayó de rodillas al suelo.

—m-me duele—susurro.

—¿qué te duele?—preguntó Fubuki agachándose.

—mi corazón, me duele Fubuki—dijo rompiendo en llanto para lanzarse contra el rubio, quién apenas si pudo sujetarlo. Fubuki noto que Aiga buscaba consuelo, siempre mostraba esa fachada de que era fuerte, independiente, que nadie era ni sería como él… Cuando en el fondo buscaba cariño, compresión y algo de empatía.

—¡Mi flor! ¡¿Qué sucedió?!—preguntó Suoh viéndolos llegar a su apartamento.

—te lo contaré todo después, por ahora Aiga ve a tomar un baño. Después curaremos tus heridas—dijo el rubio cerrando su paraguas.

—si, eso haré—mencionó Akaba con tristeza caminando hacia el baño.

—¿dime qué pasa? Me estas poniendo nervioso—alegó el albino.

—Sinceramente no se qué le pasó, pero algo dentro de mi sugiere que no es bueno—fue la respuesta de Fubuki quitándose la camiseta haciendo sonrojar a Genji—¿qué?.

—n-nada, iré a preparar el botiquín de emergencia—contestó el albino con sus mejillas rojas.

Algunos minutos después Aiga salió utilizando una de las pijamas de Fubuki, con pasos lentos llegó a la sala y sentándose comenzó a llorar, intento no hacer ruido ya que no quería que nadie lo viera así.

—¿podrías decirme qué sucedió? Es que, en verdad quiero ayudarte, después de todo ¿somos amigos no?—dijo Fubuki con una leve sonrisa sentándose a la par del castaño colocando una de sus manos en una rodilla, desde lo lejos Suoh miraba la escena algo molesto por lo “cariñoso” que era su flor con Akaba.

—Como sabes, Hae-jin y yo somos compañeros de habitación. Siempre fuimos muy unidos hasta hoy—baja la vista sintiendo más lágrimas en sus ojos—apareció molesto, discutimos y luego me golpeo. Con fuerza me empezó a quitar la ropa, cuando me tenía desnudo utilizó sus manos, para, para. Violarme—dijo con dolor agarrando su pecho—¡no se porque lo hizo! ¡Me rompió por dentro!, cuando término conmigo, se fue, yo, yo no supe que hacer. Solo salí pero, me siento desecho.

—Aiga—susurro Fubuki atónito, por lo que sin dudarlo lo abrazo, sintiendo como las lágrimas calientes caían en su ropa.—reportaremos esto a la policía, no podemos dejarlo así.

—¡no! ¡No podemos!, porque eso se haría público y yo, ya no quiero más problemas, por favor no lo hagas. Te lo pido—rogó el oji turquesa sujetándose a su playera viéndolo a los ojos… Fubuki estaba más que sorprendido, durante todos los años que lo había conocido jamás lo vio de esa manera.

𝑈𝑛𝑎 𝑦 𝑚𝑖𝑙 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑎𝑚𝑎𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora